Dubái. En esta megalópolis ultramoderna se construyen obras geniales, pero también otras que son absurdas.
El Museo del Futuro, inaugurado hace poco más de un mes, honra su concepto ultravanguardista. Fue diseñado por la firma emiratí Killa Design y la británica Buro Happold.
Tiene la forma similar a una dona ovalada asimétrica. La fachada de acero está recubierta con los siguientes versos, inscritos en caligrafía árabe, del jeque de Dubái, Mohammed bin Rashid Al Maktoum:
—No viviremos cientos de años, pero podemos crear algo que dure cientos de años.
—El futuro será de aquellos que sean capaces de imaginarlo, diseñarlo y construirlo. El futuro no espera, el futuro se puede diseñar y construir hoy.
—El secreto de la renovación de la vida, el desarrollo de la civilización y el progreso de la humanidad está en una palabra: innovación.
Con base en maquetas interactivas, con luz y sonido, el contenido del museo invita al espectador a imaginar el futuro con nuevas formas de vivir en el espacio en 2071 y descubrir nuevos mundos a bordo de una estación denominada OSS Hope.
La sección dedicada al medio ambiente exhibe figuras en láser de la flora y la fauna de nuestro planeta, muchas en peligro de extinción, y expone en una gran pantalla el peligro de la deforestación del Amazonas. En otro piso, los espectadores aprenden nuevas experiencias de relajación y meditación a través de los sentidos.
Pero la innovación que busca sobrevivir cientos de años tiene límites cuando desafía a la naturaleza.
Después del éxito de la famosa isla de la Palmera, en 2003 comenzaron a construir el megaproyecto denominado World Islands (Islas del Mundo), archipiélago de 300 pequeñas islas artificiales, construido en forma de mapamundi, frente a la costa de Dubái, incluida la isla que corresponde a México.
La mayoría de las islas han sido vendidas con el fin de edificar hoteles de lujo, villas palaciegas y centros comerciales, pero casi todas están sin desarrollo o suspendida la obra negra.
La erosión de las playas artificiales y la amenaza del aumento del nivel del mar por el calentamiento global podrían literalmente tirar al mar por lo menos 11 mil millones de dólares, invertidos hasta ahora.
La costosa locura no ha terminado. Después de dragar arena y piedras sobre el fondo del mar, hasta formar cientos de islas artificiales que conforman los continentes, falta dotar a cada una energía eléctrica, agua potable, tratamiento de aguas, rompeolas, construcción de caminos y edificaciones sustentables en un ambiente caliente y húmedo.
Tuvimos la oportunidad de visitar el complejo vacacional Anantara World Islands, uno de los pocos existentes, en este peculiar mapa artificial del mundo, en la isla de Tierra del Fuego, en el cono sur.
Desde esta isla privada se puede admirar hacia la costa de Dubái, como si fuera una espiga de acero, la magnífica torre Burj Khalifa, la más alta del mundo, obra genial de la innovación, mientras que en las islas cercanas, desiertas de pura arena, miles de millones de dólares se disuelven, poco a poco, como azúcar en el agua.
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@AGutierrezCanet