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Tlatelolco

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  • Adriana González Carrillo

En las páginas de la política exterior de México quedó escrita en letras de oro una de las expresiones más memorables de nuestra acción en favor de la paz y la seguridad internacionales. En febrero de 1967, México encabezó la noble misión de institucionalizar la lucha contra la proliferación de las armas nucleares a través del Tratado de Tlatelolco. Su nombre oficial es Tratado para la Proscripción de las Armas Nucleares en la América Latina y el Caribe. Su objetivo más importante y por el cual ha sido reconocido nuestro país y su artífice, Dr. Alfonso García Robles, es el establecimiento de una Zona Libre de Armas Nucleares. Dicho Tratado inspiró a otras regiones a luchar por el desarme nuclear así como la creación del Tratado de No Proliferación Nuclear, de alcance universal, que entró en vigor en 1968. En su articulado destaca la prohibición del uso, fabricación, producción y adquisición, así como almacenamiento, instalación, despliegue y cualquier otra forma de posesión, producción, uso y prueba de armas nucleares. Sus impulsores fueron grandes constructores de instituciones, en particular del mecanismo de seguimiento del sistema de control e inspección del cumplimiento del Tratado de Tlatelolco conocido como la Organización para la Proscripción de las Armas Nucleares en América Latina y el Caribe (OPANAL). Dicho Tratado le otorgó a México, por la vía del premio nobel de la paz en 1982, el reconocimiento mundial más prestigiado.

Actualmente, China, Corea del Norte, Estados Unidos, Francia, India, Israel, Reino Unido, Rusia y Pakistán poseen armas nucleares. Quienes las albergan en su territorio son Alemania, Bélgica, Italia, Países Bajos y Turquía. Los países que participan en alianzas nucleares son Albania, Australia, Bulgaria, Canadá, Corea del Sur, Croacia, Dinamarca, Eslovaquia, Eslovenia, España, Estonia, Grecia, Hungría, Islandia, Japón, Letonia, Lituania, Luxemburgo, Noruega, Polonia, Portugal, República Checa y Rumania. La mayoría de los países que las albergan y que pertenecen a alianzas nucleares responden en gran medida a políticas de seguridad ante amenazas de quienes las poseen.

Este 2017 se cumplen los primeros cincuenta años de la apertura a la firma de Tlatelolco que actualmente agrupa a 33 países latinoamericanos y caribeños que suscribieron dicho Tratado. Los bombardeos atómicos de agosto de 1945 en Hiroshima y Nagasaki siguen siendo la memoria histórica que el mundo nunca debe olvidar. La capacidad destructora, el dolor y el miedo que genera un ataque nuclear deben permanecer como elementos para continuar la lucha para evitar el sufrimiento humano. Las Naciones Unidas han respondido al llamado de la CELAC para convocar a una Conferencia de Alto Nivel sobre Desarme Nuclear en 2018. Esperemos que la comunidad internacional siga apostando por la No Proliferación y el Desarme Nuclear especialmente, ante la nueva administración en la Unión Americana en la que su nuevo Presidente ha señalado que otros países deberían contar con armas nucleares. El cambio de posición de un Estado hacia la Proliferación de Armas Nucleares afectaría sin duda el orden exponencialmente dentro de la región.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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