Política

Revoluciones inútiles

En plena primera guerra mundial, apenas iniciaba 1917, el régimen zarista lanzaba sus últimos suspiros; San Petersburgo dejó una huella imborrable que se acrecentó cuando ocho meses después, los bolcheviques se lanzaron en busca del poder por la fuerza.

Siete años antes, en México, un 20 de noviembre, un idealista que rayaba en lo cándido, lanzaba su proclama, buscando la reivindicación de los derechos de los campesinos y los obreros, abanderando la causa de la no reelección, la lucha por la democracia.

En 1959 la semilla de la inconformidad cubana; el 26 de julio quedó también grabado para siempre en el corazón de quienes eran víctimas del abuso del poder de Fulgencio Batista y cayeron presas de la ilusión de un grupo de rebeldes que buscaban acabar con la expoliación de que eran objeto los sufridos habitantes de la Isla Antillana.

Igual, en 1979, el monumento ecuestre de Anastasio Somoza era derribado y daba inicio la revolución Sandinista, que buscaba terminar con el oprobioso régimen que había sumido en la pobreza durante 40 años al pueblo nicaragüense.

Cuatro revoluciones. Solo unos cuantos ejemplos.

La revolución Rusa, la Mexicana, la Cubana, la Nicaragüense, todas buscaron lo mismo, revertir el orden de las cosas, acabar con la tiranía y el despotismo, luchar por la democracia.

Partiendo de la más anciana de estas que mencioné, la mexicana, ha cumplido 110 años, y así las demás, incluyendo la más reciente, la Sandinista de hace 43 años, después de tanto esfuerzo, tanta lucha, tanta sangre derramada, los resultados son desoladores, porque los pueblos quedaron igual a como empezaron.

En México, Madero gritaba voz en cuello: "Sufragio Efectivo. ¡No reelección!" ¿Y que pasó? Porfirio Díaz se embarcó en el Ipiranga y se marchó rumbo a Francia; Madero fue asesinado, igual suerte corrieron Villa, Zapata, Carranza, Obregón y su legado fue una constitución proclamada después de siete años de lucha armada, Constitución que ha sido reformada casi mil veces y dista mucho de ser el colofón de los sueños y anhelos revolucionarios porque además ha sido mancillada una y otra vez.

No pasó mucho tiempo; Como si fuera un Rondó, un Ritornelo, las cosas volvieron al estado que teníamos antes: la reelección se volvió a instaurar por ahora solo con alcaldes y legisladores (quizá no tarden los gobernadores y el presidente); el campo mexicano y sus ciudades se siguen llenando de sangre, hay violencia, desigualdad social, pobreza, hambre, injusticia.

Las revoluciones, tanto las ideológicas como las armadas tienen un propósito claro, que es, como decía antes, revertir un estado de cosas que no es propicio para la convivencia pacífica, para la democracia y la justicia social; por ahora, los resultados son demostrativos de su inoperancia, de su inutilidad, al menos como nacieron, crecieron, se desarrollaron, murieron y están resucitando.

Más que festejo o conmemoración, mejor sería valdría hacer un examen de conciencia.

Abel Campirano Marín


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