En la ciudad china de Wuhan un trabajador del mercado de mariscos ingresó el 26 de diciembre de 2019 con neumonía grave e insuficiencia respiratoria. Después de una serie de análisis de laboratorio, se determinó que este cuadro se producía por la acción de una infección motivada por el coronavirus que se registró como SARS-Cov-2.
La evolución y efectos de este virus es de sobra conocida y hasta la fecha continúa ensañándose sobre los seres humanos de todos los rincones del mundo, causando muertes y efectos secundarios y colaterales irreversibles.
Hoy día, continúa el debate sobre su origen: no se sabe si surgió de un laboratorio producto de la torpeza o mala intención de una acción humana, o si el origen es animal, presumiblemente del murciélago o del pangolín, mediante lo que los científicos llaman la transferencia zoonótica.
Este virus tiene alta capacidad de contagio y transmisión y todavía no se logra controlar adecuadamente la pandemia; se han producido algunas vacunas que buscan reducir los gravísimos cuadros de insuficiencias respiratorias que genera, así como algunos trastornos secundarios como cefaleas, visión borrosa, dolor de articulaciones, estado general de astenia que hace que las personas tengan dificultad hasta para ponerse de pie.
En México, será recordada por siempre aquella frase del fanfarrón de López Gatell que decía que si llegáramos a 60,000 muertos por Covid-19 sería una cifra catastrófica; el tipo se tragará sus palabras porque tenemos más de 600,000 muertos y contando.
Cuando la OMS emitió la alerta sanitaria, las autoridades del ramo en nuestro país, encabezadas por el presidente Obrador tomaron a la ligera la advertencia; el presidente invitaba a la gente ir a las cenadurías, que usaran Vick Vaporub y trajeran su Detente, mientras la campaña era quédate en casa y usa cubre bocas. Obrador, rebelde, se mofaba y sus incondicionales cacaraqueaban que al presidente nunca le llegaría el Covid porque estaba inmunizado por su calidad moral. El tiempo nos dijo todo lo contrario. Mintieron.
Eso no es solo anecdótico; la ligereza y la burla dejó enlutados más de medio millón de hogares mexicanos y contando; muchos de nosotros que vimos como familiares muy cercanos a murieron con gran sufrimiento; muchos aún seguimos pagando las cuentas médicas y hospitalarias.
¿Culpa del gobierno? Por supuesto que si. Debió tomar las cosas con seriedad y adoptar la medicas necesarias oportunas para el control sanitario en nuestras fronteras. Son Lerdos, no cabe duda.
En Shandong y Henan, dos ciudades chinas, ha surgido un nuevo virus altamente contagioso en humanos, también de origen animal y para variar, procedente del murciélago de la fruta y la OMS ya emitió una alerta; ojalá y los cenutrios del sistema de salud, esta vez hagan lo que tienen que hacer. Ya basta de tanto muerto.
Abel Campirano