Por: Ana De Luca y José Luis Lezama
Ilustración: Kathia Recio, cortesía de Nexos
En la crisis del agua se muestra en toda su crudeza el orden social desigual en el que vivimos. Por una parte, hay un problema de sequía, o de inundación, en donde se combinan causas naturales y humanas; escasez mayormente natural, que deriva del agotamiento de los mantos freáticos, de las variaciones en las precipitaciones, de las grandes sequías que aquejan a diversas partes del mundo. Por otra parte, está el tema de la escasez que aquí definimos como aquella que es social y políticamente construida y, en cuyo surgimiento, se expresa el orden social vigente, la desigualdad y las relaciones de poder. Esta escasez es resultado de un orden jerárquico y de privilegios que distribuye los bienes de manera diferencial, de acuerdo a estrictas reglas de poder, que favorece a unos cuantos y condena a las mayorías, empobreciéndolas y negándoles el acceso a los bienes necesarios para la simple sobrevivencia.