No es la primera vez que Reino Unido se encuentra atrapado entre filosofías en lucha. El brexit estaba destinado a una Gran Bretaña como un país global abierto a los negocios, pero la pandemia estimuló un deseo de una mayor autosuficiencia y control de las cadenas de suministro críticas.
La forma en que el gobierno se ocupa de las ofertas extranjeras para las compañías de defensa y aeroespaciales de Reino Unido va a probar qué principio prevalece. Un referente será la remisión por parte de Kwasi Kwarteng, el secretario de Negocios, de la oferta de Cobham de 2 mil 600 millones de libras por Ultra Electronics para una investigación por motivos de seguridad nacional. Tenía razón en hacerlo, al tomar en cuenta el suministro de tecnología clave por parte de Ultra a la Marina Real, pero es necesario formalizar el actual enfoque fragmentado de las licitaciones extranjeras sensibles. Los amplios poderes que entrarán en vigor el próximo año ayudarán, pero se necesita claridad del gobierno sobre cuándo y cómo puede implementar esas herramientas y cómo define la seguridad nacional.
Las compañías de Reino Unido de todo tipo son objetivos atractivos. Aquí también se siente como las fuerzas del brexit y la pandemia deprimen las valoraciones. La deuda barata es abundante, alimentando un número récord de ofertas de adquisición, incluida la de Cobham por Ultra, una oferta de 7 mil 100 millones de libras por Meggitt, un proveedor del sector aeroespacial civil y de defensa, y la venta de la unidad Frazer-Nash de Babcock International. Esto provocó preocupación por el ahuecamiento de la industria de defensa británica, y la frenética actividad de acuerdos más amplia genera dudas sobre el papel del capital privado. Si bien Reino Unido debe ser en gran medida agnóstico sobre la propiedad, puede haber excepciones, incluso en torno a los activos estratégicos. Por tanto, la oferta de Cobham, ahora propiedad de la firma de capital privado Advent International, merece mayor investigación.
El capital privado busca una salida rentable en unos cuantos años. Lo que queda de Cobham en combinación con los activos de Ultra puede tener sentido, y EU y Reino Unido han compartido un mercado abierto durante años, pero es una venta futura de Advent de la que la Autoridad de Competencia y Mercados (CMA, por su sigla en inglés) debe preocuparse (durante las remisiones de seguridad nacional, la CMA recibe asesoría del Ministerio de Defensa). La oferta de Meggitt por parte del rival estadunidense Parker Hannifin se deriva del deseo de combinarse en un mercado en consolidación. El gobierno también tiene un “interés activo” en este acuerdo.
Al menos, Advent conoce el proceso. Puede ser optimista sobre el alboroto, dado que su última referencia de CMA no le impidió comprar a Cobham en primer lugar. El hecho de que Advent asumió compromisos en ese momento y fue capaz de vender la mitad de Cobham en 18 meses sin romperlos subraya la necesidad de hacer compromisos más duros y duraderos durante las licitaciones en sectores sensibles.
A pesar de la histórica política de puertas abiertas de Reino Unido a las ofertas extranjeras, el gobierno se ha mostrado dispuesto a intervenir. Seis de las 14 remisiones por motivos de seguridad nacional desde 2003 se realizaron en los últimos dos años, incluida la oferta de 40 mil millones de dólares que presentó Nvidia por Arm que la CMA marcó el viernes como problemática. La puerta abierta puede estar más vigilada a partir de enero: las nuevas reglas de seguridad nacional significan que las adquisiciones en 17 sectores deberán notificarse a una unidad especializada si superan ciertos umbrales o enfrentan multas elevadas. Pero hasta que se desarrolle algún tipo de registro, persistirá la incertidumbre sobre lo que pasará. El gobierno debe explicar a qué le da prioridad: mantener puestos de trabajo y proveedores de alto valor en Reino Unido o mantener la puerta abierta.