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Venezuela como enemigo útil de Trump

FT MERCADOS

Entre maniobras navales frente a Venezuela y discursos inflamados sobre el narcotráfico extranjero, Donald Trump coquetea con una guerra que podría no existir.

¿Donald Trump planea derrocar el régimen venezolano? Poner tres destructores estadunidenses, un buque de asalto anfibio, un crucero de misiles guiados, un submarino nuclear de ataque y un escuadrón de F-35 frente a Venezuela sin duda da la impresión de que sí. 

Eso incluye 6 mil 500 efectivos y la infantería de marina. Ninguna operación de incautación de drogas necesita tanto apoyo. Por otra parte, Trump hace cosas extravagantes por razones performativas. Basta preguntar a los casi 800 generales y almirantes estadunidenses convocados de todo el mundo para escucharlo divagar la semana pasada. 

En este momento, Venezuela es la guerra de Schrödinger de Trump; no está ni ocurriendo, ni sucediendo. Pero un conflicto abierto está a un pelito de distancia.

Venezuela, como enemigo, es irresistiblemente tentador para Trump. En su opinión, su papel es el de principal instigador de la agitación en las “zonas de guerra” urbanas de Estados Unidos (EU) donde desplegó tropas, en las que Memphis, Chicago y Portland son las más recientes(después de Los Ángeles y Washington D.C.). 

La redada militar en un bloque de departamentos de Chicago la semana pasada tuvo como objetivo al Tren de Aragua, la pandilla venezolana que, según Trump, está dirigida por el presidente de ese país, Nicolás Maduro

No hay muchas pruebas que sugieran que la pandilla le responde a Maduro. Pero el Tren de Aragua es la cara a nivel nacional de la moneda de Trump, en la que Venezuela es la cara extranjera.

Venezuela está lejos de ser el principal proveedor de narcóticos de EU. Sin embargo, Trump y Pete Hegseth, su autoproclamado “secretario de guerra”, que se pavonea compulsivamente, insisten en que el país está alimentando la epidemia de opioides en EU. No se ha descubierto que nada del fentanilo de EU –repito, nada– provenga de Venezuela. Casi todo proviene de México. Colombia es la mayor fuente de cocaína de EU. 

En las últimas semanas, EU hizo estallar en cuatro ocasiones, en aguas del Caribe, presuntos barcos de contrabando venezolanos, acciones que cobraron más de 20 vidas. Trump afirmó que bolsas de fentanilo y cocaína estaban “esparcidas por todo el océano”. No se presentó ninguna prueba.

Para ser justos con Trump, no se necesitan pruebas. Los pretextos más endebles son suficientes. La Suprema Corte de EU ofrece escasa resistencia a Trump hasta el momento. Es inconcebible que actúe como un control más fuerte sobre él en el extranjero que sobre su guerra en casa. 

En otras palabras, el presidente puede improvisar sobre la marcha. Cada vez que hace estallar un barco venezolano, Trump afirma que está salvando 25 mil vidas estadunidenses. El año pasado, 54 mil 743 estadunidenses murieron a causa de los opioides

Incluso si se aceptara la afirmación mucho más alta que da Trump de 300 mil muertes anuales por opioides en EU, 12 lanchas rápidas venezolanas serían responsables de todas ellas. Ni siquiera finge que está haciendo lo que le plazca.

Lo más probable es que Trump todavía no toma la decisión sobre si va a atacar directamente a Venezuela. Algunos en su entorno, en particular Marco Rubio, su secretario de Estado, buscan un cambio de régimen. Otros, como Richard Grenell, enviado de Trump a Venezuela y presidente del Centro John F. Kennedy para las Artes Escénicas (una de las funciones duales más extrañas de la historia), prefieren negociar. 

Ambos son conscientes de que Venezuela posee las mayores reservas probadas de petróleo del mundo. Pam Bondi, la fiscal general de EU, recientemente duplicó el monto de la recompensa por la cabeza de Maduro a 50 millones de dólares. El escenario para una guerra performativa de Trump está listo.

Trump no cuenta con un proceso de políticas interinstitucional. Su “administración” consiste en leales que compiten entre sí para ser más trumpistas que los demás. Esto funciona cuando saben lo que Trump quiere. A veces se equivocan. 

En julio, Hegseth detuvo los envíos de armas estadunidenses a Ucrania solo para descubrir que Trump todavía no quería eso. Sufrió un humillante revés. Desde entonces, Hegseth se desvive por complacer a Trump, incluso ordenando cuatro ataques televisados ​​contra embarcaciones venezolanas no identificadas. 

Trump está tan complacido con la imagen que proyectan estos fuegos artificiales aparentemente sin riesgo que parece les está agarrando el gusto.

El peligro es que Trump también ve la escalada como algo gratuito. Maduro es un vil dictador y cliente tanto de Rusia como de China. Pocos venezolanos llegarían a lamentar su caída. Sin embargo, lucharían contra el imperialismo yanqui. 

Que la “máxima presión” de Trump sobre Venezuela impulse su enorme flujo migratorio, incluso hacia EU, es una de esas ironías. Trump alimenta el problema que dice estar abordando. Esto solo tiene sentido si no es del todo sincero sobre su verdadero objetivo.

En la película Wag the Dog (Escándalo en la Casa Blanca) se muestra a una administración estadunidense urdiendo una guerra falsa para distraer la atención de los problemas internos. La interpretación que Trump le da a esa trama consiste en organizar la guerra falsa en casa mientras consigue que un país extranjero interprete el papel de coprotagonista.

JLR

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@The Financial Times Limited 2025. Todos los derechos reservados . La traducción de este texto es responsabilidad de Milenio Diario.

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