¿Es posible hacer frente a la pandemia en un mundo marcado por desigualdades de riqueza y poder? La respuesta podrá decirnos cómo abordará el mundo el desafío más complejo del cambio climático. Lo que aprendimos del covid-19 hasta el momento es que el mundo mostró más cooperación de lo que muchos podían haber esperado. Aun así, dado que todos estamos juntos en esto, no ha sido suficiente.
El esfuerzo para vacunar al mundo no es la única prueba de nuestra capacidad de cooperar. Otra es la ayuda a países en desarrollo, dado que entre 88 y 115 millones de personas volvieron a caer en la extrema pobreza el año pasado, de acuerdo con el Banco Mundial. Sin embargo, el programa de vacunación es una prueba de nuestra capacidad para la cooperación en nuestro propio interés, porque el mundo no puede volver a la normalidad si la pandemia no está controlada en todas partes.
Hasta el momento, los países con los recursos financieros y capacidad tecnológica han ganado. De acuerdo con el monitor de vacunas de Financial Times, se han administrado más de 178 millones de dosis a escala mundial. Para Estados Unidos son alrededor de 30 por ciento; China, 23; la Unión Europea, 12, y Reino Unido, 9 por ciento. India administró solo la mitad de las dosis de Reino Unido. Muchos países en desarrollo aún no logran administrar una sola.
Este resultado era inevitable, sin importar las esperanzas de un mundo más cooperativo. Todos los gobiernos son responsables ante (y responsables de) sus ciudadanos. Del mismo modo, empresas que participaron en la arriesgada empresa de crear vacunas prestarán mayor atención a las demandas de los que tienen más dinero. No se puede ignorar esa realidad. Pero, ¿se pueden trascender?
Ahora que se desarrollaron varias vacunas y obtuvieron la aprobación regulatoria en un tiempo récord, el objetivo debe ser vacunar a la mayor cantidad posible de la población adulta, tan rápido como sea posible. Debido a las mutaciones virales, ya están en desarrollo las vacunas modificadas, aunque aún no se sabe con certeza cuántas personas necesitarán volver a vacunarse y con qué frecuencia.
Por tanto, la lucha contra el covid puede convertirse en el comienzo de un programa de vacunación de varios años. O puede ser más de una sola ocasión. Si es lo segundo, parte de la nueva capacidad puede resultar ser útil en otras campañas futuras. En cualquier caso, el aumento de la capacidad de producción mundial es complejo, costoso y arriesgado: así como elevar la logística y el despliegue mundial de vacunas. De forma realista, gran parte de estos riesgos y costos tendrán que asumirlos los gobiernos, sobre todo los que tienen una mayor fortaleza financiera.
Por fortuna, también existen estructuras organizacionales para el esfuerzo global. Por consiguiente, Gavi (Global Vaccine Alliance), CEPI (Coalition for Epidemic Preparedness Innovations) y la Organización Mundial de la Salud (OMC), junto con otros grupos, crearon el acelerador ACT (Access to covid-19 Tools), uno de cuyos sus pilares es Covax, el esfuerzo de cooperación para vacunar al mundo.
¿Cuáles son los principales obstáculos? Las respuestas son principalmente la escala y la complejidad de la tarea, y la escasez de dinero, tiempo, capacidad de organización y técnica, sobre todo en torno a las nuevas vacunas basadas en ARNm. No solo los países en desarrollo fueron empujados al final de la fila, los suministros también son limitados incluso para los que están en el frente (la Unión Europea es el ejemplo más destacado).
A pesar de todas estas dificultades, Covax espera entregar más de 2 mil millones de dosis este año. Nadie puede estar seguro de que esto suceda, dada la complejidad del esfuerzo. Incluso si lo hace, aún quedará un gran desafío para 2022, si todos los adultos del mundo van a ser vacunados. Hay que gestionar los procesos regulatorios, desarrollar una nueva capacidad de producción, crear cadenas de suministro, y los productores de vacunas necesitan una indemnización contra el riesgo. Esta es una tarea más exigente en los países en desarrollo, más con las nuevas vacunas de ARNm que deben almacenarse en condiciones ultrafrías.
Hay muchos riesgos e incertidumbres en esta tarea. Todos ellos requieren tiempo, dinero y esfuerzo. Esto es incluso antes de considerar la mejor manera de financiar el suministro de vacunas a los países pobres. ¿Debe utilizarse la escasa ayuda para el desarrollo o proporcionarse nuevos fondos? Dado el costo de la pandemia para sus economías, la respuesta debe ser lo segundo. Pero, ¿quién proporcionará estos fondos adicionales?
¿Qué importancia tienen como impedimento para aumentar el suministro de vacunas los derechos de propiedad intelectual de las empresas? La respuesta es: no mucho. Hay objeciones al sistema de patentes como medio para motivar la innovación: crea monopolios temporales, son costosos y pueden ser un obstáculo para la innovación. Hay buenos argumentos a favor de métodos alternativos de motivación para la innovación. También existen argumentos a favor de la concesión obligatoria de licencias y el control del precio al que se conceden las licencias.
Sin embargo, en virtud de la ley actual, la propiedad intelectual no es una limitación vinculante para la creación, producción y distribución de vacunas. Después de que termine la crisis, puede tener sentido reconsiderar estas reglas.
Es difícil gestionar un desafío tan global, sobre todo porque es necesaria una acción mundial. También es una oportunidad para Joe Biden, quien puede remodelar la visión del mundo de su país al impulsar a los países del G20 a realizar un esfuerzo decisivo. Sus principales miembros deben proporcionar los recursos necesarios para acelerar la producción de suministros mundiales.
El esfuerzo solo necesita varias decenas de miles de millones de dólares más. El costo empequeñece frente a la pérdida de producción económica por el covid, que calculo en 6 billones de dólares en 2020 y otros 4.4 billones en 2021, en relación a los pronósticos previos a la pandemia del Fondo Monetario Internacional. Poner fin a esta hemorragia de medios de subsistencia y vidas es prioridad y solo puede suceder si todos los adultos están vacunados. El G20 debe ahora garantizar los medios.
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