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Las procesadoras de carne solicitan la liberación de los prisioneros para cubrir sus vacantes

FT Mercados

Utilizar a los presos para evitar la exigencia del mercado de mejorar los salarios y las condiciones de empleo, no solucionará la escasez de mano de obra a largo plazo.

Mientras los empleadores de todo el mundo se enfrentan a la escasez de mano de obra que provocó en parte el regreso de los trabajadores migrantes a sus países de origen, impulsado por la pandemia, algunos buscan una alternativa: los prisioneros.

En el Reino Unido, las plantas procesadoras de carne solicitaron al gobierno que liberen a los prisioneros un día para cubrir las vacantes que dejaron los trabajadores de la Unión Europea que regresaron a casa. En Malasia, los productores de aceite de palma, quienes normalmente dependen de trabajadores de Indonesia y Bangladesh, también recurren al sistema penitenciario. En Tailandia, que experimentó un éxodo de trabajadores migrantes desde la pandemia, el gobierno planea construir complejos industriales donde las compañías pueden dotar de mano de obra a las fábricas con prisioneros que están cerca del final de sus sentencias.

Se puede argumentar que en este uso de “trabajadores penitenciarios” todos ganan. Las compañías obtienen la mano de obra que necesitan, y los presos pueden escapar de sus celdas para vivir una experiencia laboral real, que debería ayudarles a encontrar empleo al ser liberados.

Sin duda es cierto que la gente batalla para obtener trabajo después de salir de la cárcel. Un análisis de datos del gobierno del Reino Unido encontró que casi dos tercios de los presos no lograron encontrar empleo remunerado en los dos años posteriores a su liberación, y solamente cerca de un cuarto se identificó como trabajando en la marca de los dos años. Los presos que trabajaron o recibieron capacitación vocacional mientras estaban en prisión tenían más probabilidad de obtener empleo poco después de su liberación. Sin embargo, solamente 36% de las prisiones en Inglaterra y Gales recibieron una calificación positiva por parte de los inspectores de proporcionar “actividad con propósito” a los presos, como trabajo o educación, en 2019-20, en comparación con 50% de 2016-17.

Gran parte del trabajo penitenciario se lleva a cabo dentro de los talleres de la prisión, y eso es una mala preparación para la vida en el exterior. Jenna Pandeli de la Universidad del Oeste de Inglaterra pasó 10 meses observando y entrevistando a presos hombres, contratados de forma privada, que participaron en trabajos como desmantelar artículos eléctricos para reciclarlos, pegar calcomanías en paquetes y clasificar residuos. La labor era en gran medida aburrida, monótona y de baja cualificación, concluyó. De hecho, estos trabajos desaparecían del mundo en el exterior de la prisión porque se trasladaban al extranjero a lugares más baratos. En Inglaterra y Gales, el salario mínimo para los prisioneros que trabajan es apenas de 4 libras por semana.

“Esto es como trabajo para niños. No brinda ningún conocimiento ni experiencia para salir y conseguir un empleo”, dijo un preso a Pandeli. Algunos se desaniman de la idea de un “empleo legítimo”. “¿Qué estoy haciendo?, ¿cortar cables?, ¿desarmar computadoras? En lo que hacía antes ganaba más dinero de lo que obtengo ahora, ¿por qué querría volverme ‘legítimo’?”

Comparado con eso, salir para trabajar en una planta de carne sí tendría sus ventajas. Sería un trabajo real, en un lugar de trabajo real con personas que no están presos como colegas. También significaría una mejor remuneración. Las reglas de las prisiones en Inglaterra y Gales establecen que los presos que trabajan fuera de la prisión para empleadores con licencia temporal, aunque no están cubiertos por las leyes del salario mínimo, deberían recibir un sueldo con “la tasa apropiada para el trabajo igual o por encima del salario mínimo nacional” y no tratarlos “de manera menos favorable que a otros trabajadores”.

Dado que los presos solamente reciben 76 libras cuando salen de prisión, y 14% no tiene hogar al momento de su liberación, permitirles acumular ahorros mientras están en prisión sería de ayuda. Pero si utilizas presos para llenar el hueco de la escasez de mano de obra, por definición los estás utilizando para que hagan trabajos que nadie más quiere hacer.

Tal como está configurado actualmente, los trabajos en las plantas de carne en el Reino Unido a menudo implican turnos de 12 horas de pie con horas impredecibles en lugares remotos. Son manejables para los migrantes que no viven con sus dependientes y pueden ganar más que en casa, pero no funcionan para personas que tienen alguna responsabilidad de cuidado y podrían trabajar por el mismo dinero en un supermercado o en una cafetería.

El peligro es que los empleadores en estos sectores utilizan a los presos como una válvula de escape a la presión del mercado para ofrecer trabajos mejor remunerados o soportables. Este es un riesgo particular en países como Estados Unidos, donde se puede obligar a los presos a trabajar. Incluso en el Reino Unido, donde los reclusos pueden elegir, las compañías recurrirían a una fuente de mano de obra única que no tiene mejores opciones.

Los presos se beneficiarían de más oportunidades de trabajo que los saquen de prisión por un día, lo que los llevaría a trabajos decentes cuando salgan. Pero usarlos como una solución de corto plazo para la escasez de mano de obra no es la mejor manera de lograr el objetivo. Si los empleadores descubren que nadie quiere trabajar para ellos en las condiciones que ofrecen, el mercado les está enviando un mensaje.

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@The Financial Times Limited 2025. Todos los derechos reservados . La traducción de este texto es responsabilidad de Milenio Diario.

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