Negocios

El saludo de etiqueta en la era del covid-19

Los apretones de mano y los abrazos tal vez son cosas del pasado, pero hay muchos otros saludos sin contacto que pueden reemplazarlos en la era del covid.

La reina Isabel tal vez ya estrechó la mano de un extraño por última vez. Si se reanudan los eventos de Estado, e incluso si otros se sienten cómodos nuevamente con un saludo de palma a palma, será un valiente lacayo del palacio de Buckingham quien aconseje a una monarca de 94 años, con un consorte de 99, de que se arriesgue. 

No hace falta ser miembro de la realeza para sentir este extraño cambio en los códigos de la conectividad y la sociabilidad humanas después del covid-19

La última cena de negocios a la que asistí antes del confinamiento se organizó para debatir la confianza. Los invitados incluyeron empresarios, filántropos, financieros y un clérigo de alto nivel. 

Cuando nos reunimos, llegamos a un acuerdo informal de que no nos daríamos la mano. Pero durante el debate de la cena, una persona que llegó tarde señaló que el hecho de que no lo hubiéramos saludado de la manera tradicional, a pesar de que primero se había lavado las manos, debería significar que no confiamos en él. Todos se dieron la mano tímidamente en la despedida después de la reunión. 

Desde el confinamiento, he notado cómo la incapacidad de reforzar un saludo o un adiós de la manera tradicional se siente como una violación a la etiqueta. 

Los apretones de manos volverán, al menos entre las personas que se conocen. Sin embargo, hasta que se descubra una vacuna eficaz, el apretón de manos probablemente también seguirá siendo un vector fiable para el resurgimiento del covid-19. Dentro del mundo de las reuniones de negocios o diplomáticas más formales, las normas de comportamiento de siglos de antigüedad están cambiando, se dejan de lado en favor de protocolos de salud y seguridad más terminantes. 

Capricia Penavic Marshall siente el cambio más que la mayoría. Como jefa de protocolo durante cuatro años de la administración de Barack Obama, fue casi siempre la primera a quien le dieron la mano los jefes de Estado cuando salían de los autos o aviones en las visitas oficiales. En su nuevo libro enumera cinco “reglas SMART no negociables” para establecer una nueva conexión. La S representa “shake hands” (estrechar la mano)... a todos los que conoces por primera vez”. 

No es el único consejo que parece redundante en una era de mascarillas, controles de temperatura y distanciamiento social. Marshall cita una investigación de Oscar Ybarra de la Universidad de Michigan y otros que muestran que incluso breves ráfagas de interacción social promueven el funcionamiento cognitivo. “Socializar”, escribe Marshall, “es, en esencia, un gran ejercicio de calentamiento... para negociaciones comerciales que requieren más concentración y creatividad de las personas”. 

Marshall cree que las reuniones cuidadosamente organizadas, lubricadas por un contacto social más informal, permiten a los participantes “tender puentes y persuadir”. Sin embargo, despojados de las gracias sociales, ese tipo de reuniones corren el riesgo de lograr tender puentes desvencijados a medio construir, socavados por un nuevo conjunto de protocolos estrictos sobre salud y seguridad. 

Para aquellos en el ojo público, la única opción podría parecer evitar por completo el contacto social. La semana pasada, el ministro de agricultura de Irlanda y su comisionado de la Unión Europea renunciaron después de asistir a una cena y golf de sociedad que supuestamente violó el número límite del covid-19. Algo más perdonable, la princesa heredera Mary de Dinamarca tuvo que disculparse después de que estrechó la mano de un funcionario público durante una visita real a un centro de vida silvestre. 

La solución, según Marshall, sigue siendo aplicar la regla que aprendió al organizar cumbres —planear todo— y luego “aceptar el reto y ser creativo”. Los apretones de mano y los abrazos tal vez son cosas del pasado, pero hay muchos otros saludos sin contacto —una reverencia, un movimiento de cabeza, el “namaste” indio— que pueden reemplazarlos. En el circuito social de Washington, me dijo, “es bastante emocionante cómo la gente se reúne con otros en grupos pequeños: obtienes un compromiso más íntimo con alguien”. 

Él dice...

La diplomacia regresará del confinamiento con "lo mejor de ambos mundos... mientras volvemos a lo que todos anhelamos; Una interconexión más personal"

La interacción virtual desarrolla su propia etiqueta. Durante una reciente discusión en línea, la embajadora de Jamaica en Estados Unidos, Audrey Marks, dijo que esperaba que la diplomacia regresara del confinamiento con “lo mejor de ambos mundos... mientras volvemos a lo que todos anhelamos: una interconexión más personal”. 

Aún así, no se necesitaría mucho para destruir el delicado calado de las cumbres de alto nivel descritas en Protocol. En 2010, por ejemplo, Marshall hizo arreglos para alargar las patas de la silla del presidente ruso Dmitry Medvedev con el fin de que no se viera pequeño junto a Obama y correr el riesgo de una humillación. La cautela de la era del covid-19 y el mayor riesgo de malas interpretaciones fácilmente podría convertirse en sospecha, aislamiento y hostilidad. 

Las personas que regresan a las negociaciones y las discusiones frente a frente deben aprovechar todas sus reservas de empatía. Cuando se declinan las invitaciones, cuando de último minuto se rechazan los compromisos, o los apretones de manos son evadidos, será natural sentirse ofendido. En su lugar, dice Marshall, siempre diplomática, su consejo más firme es: “No te ofendas”.


srgs


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@The Financial Times Limited 2025. Todos los derechos reservados . La traducción de este texto es responsabilidad de Milenio Diario.

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