¿Qué significa Zohran Mamdani, el socialista demócrata que puede convertirse en el próximo alcalde de la ciudad de Nueva York? He estado reflexionando sobre esta pregunta desde que Mamdani derrotó al influyente demócrata de la clase dirigente Andrew Cuomo, bien conectado y rico (aunque salpicado de escándalos), para convertirse en el candidato del partido en noviembre.
Mi respuesta es que Mamdani es tanto una llamada de atención para los demócratas como una advertencia sobre lo que no deben hacer en las elecciones de mitad de mandato y las presidenciales de 2028. Hay tres lecciones importantes que aprender de esto.
En primer lugar, no subestimes el poder de una buena mercadotecnia. La economía de la atención no busca matices, sino más bien pasión. Mamdani tenía mucho de eso, con su vistosa campaña en redes sociales y su semblante lleno de vida.
Ya sabemos, por el ascenso de Donald Trump, que ambos factores tienen una importancia crucial en la política actual. Pero los demócratas todavía no eligen candidatos tan buenos en política como ellos en la formulación de políticas, y mucho menos han creado la red de base de influencers políticos que los republicanos aprovechan tan bien. Lograr ambas cosas será crucial para la victoria en las elecciones legislativas de mitad de mandato, así como en las presidenciales.
Dicho esto, la segunda lección es que la izquierda no debe virar demasiado a la izquierda en materia política. Las promesas de campaña de Mamdani —rentas congeladas, autobuses gratuitos y un salario mínimo de 30 dólares— nunca se cumplirán. (¡Mucha suerte consiguiendo que la gobernadora centrista Kathy Hochul, que controla asuntos clave de presupuesto y políticas para la ciudad, se una, por no hablar de los intereses empresariales clave!).
Esto puede generar cinismo, lo que jugará a favor y beneficiará a los republicanos tanto a escala local como nacional. Ya se pueden imaginar los chistes acerca de que Nueva York se está convirtiendo en Venezuela, donde el socialista Hugo Chávez solo empeoró la economía y los problemas sociales.
Dicho esto, la tercera lección —y esta es la más importante— es que Mamdani dio en el blanco del mayor problema político en Estados Unidos para los próximos años: la asequibilidad.
Estados Unidos, como muchos países, desde hace años experimenta una crisis del costo de la vida, ya que la inflación en ámbitos como vivienda, educación y atención de salud superaron los aumentos salariales. Trump pudo usar este problema para derrocar a Joe Biden y Kamala Harris, pero ahora la economía es suya para defenderla. Sus políticas, incluidas la incertidumbre arancelaria, la presión política sobre la Reserva Federal y un nuevo proyecto de ley de presupuesto que crea enormes déficits fiscales, impulsarán la inflación.
Esto es todo de lo que deben hablar los demócratas de aquí a 2028. Su mensaje debe explicar cómo los recortes de Medicaid de Trump financian exenciones fiscales para multimillonarios y crearán costosas emergencias de atención de salud y quiebras para la gente de clase trabajadora. Deben insistir en que se recortaron los programas de asistencia alimentaria, incluso mientras se anima a los magnates del capital privado a acumular deuda mediante deducciones fiscales por intereses devengados. Deben explicar cómo los déficits insostenibles creados por la “grande y hermosa ley” del presidente pueden van a requerir recortes a otros programas populares —como Medicare o incluso la seguridad social— en el futuro.
Pero los demócratas deben hacer algo más que solo criticar a Trump. También necesitan encontrar soluciones honestas para la crisis del costo de la vida.
Empecemos por Nueva York. Los autobuses gratuitos me recuerdan las dos horas de guardería estatal gratuita que disfruté cuando tuve un bebé en Londres hace años. Me permitían echar una siesta, y lo agradecí, pero no era una solución para el cuidado infantil de una madre trabajadora. La propuesta de autobuses gratuitos de Mamdani responde a las dificultades que tiene la gente para costear servicios básicos como el transporte para trasladarse al trabajo, pero no solucionará el problema del metro de la ciudad, que transporta a más del doble de personas que viajan en autobús cada día.
Hacer que Nueva York sea asequible requiere más que eslóganes. En cuanto a la vivienda, en lugar de congelar las rentas, algo que distorsiona el mercado, sería mejor que Mamdani realizara un estudio exhaustivo sobre las leyes obsoletas que impiden el acceso al mercado de viviendas de calidad (en este punto coincido con la opinión de los que defienden la “abundancia”).
Tengo experiencia personal con esto como antigua propietaria de una vivienda en Nueva York. Una infracción trivial del código —las ventanas de la planta baja de mi casa adosada de Brooklyn eran quince centímetros más cortas— significó que el departamento con jardín, bellamente renovado, que una vez alquilé por la mitad de su valor de mercado para compensar parte de mi hipoteca se tuvo que demoler para convertirlo de nuevo en un sótano. Ahora es mi estudio personal de Pilates, lo que estoy segura que enfurecerá, pero no ayudará, al votante promedio de Mamdani que busca un espacio para vivir.
Lo que es cierto en Nueva York también lo es en el país. Los demócratas necesitan candidatos perspicaces con formas honestas y viables de reducir el costo de vida en EU, algo que preocupa incluso a los que pertenecen a la clase media. El apoyo a Mamdani fue mayor entre las personas que ganaban entre 60 mil y 150 mil dólares al año. Si bien los problemas en la ciudad son tan graves como para apoyar el populismo, candidatos más moderados y progresistas también se postulan con la asequibilidad.
Esto aboga por un cambio radical en la estrategia de Biden. El próximo candidato presidencial demócrata tendrá que hablar menos sobre el sector de fabricación y más sobre inflación (y la contribución de Trump a ella) y proponer ideas sólidas sobre cómo hacer que EU sea asequible de nuevo.