Brasil declaró la guerra de divisas por primera vez a finales de 2010, cuando la llegada de dinero fácil que desataron las políticas monetarias flexibles en EU y en otros lados desencadenaron lo que se consideró como devaluaciones agresivas.
Ahora, es mucho más difícil ver un alza en el real y la atención de muchos inversionistas cambió a lo que solía ser su pariente pobre, el peso mexicano.
Queda en el aire una gran pregunta sobre si este cambio en la percepción se traduce en algo que se puede operar. En los años cuando aumentó el valor de la moneda brasileña, el impulso que dio el dinero barato recibió la ayuda de una impresionante transformación en la economía.
Bartosz Pawlowski, director de estrategia de mercados emergentes de BNP Paribas, dice que el cambio de percepciones fue espectacular. “Brasil tiene un déficit de cuenta corriente, su balanza comercial tiene un enorme deterioro, sus cifras fiscales se ven mal y la inflación es alta. Se convirtió en un país con bases débiles”.
Por el contrario, México, que sufrió en los últimos años por su exposición a la decaída economía estadounidense, está en camino hacia el crecimiento. No sólo es que la economía estadounidense muestra señales de recuperación, sino que también México alentó a los inversionistas al entregar un primer conjunto de reformas económicas bajo el gobierno de su actual presidente y existe la promesa de que habrá mucho más, especialmente en la tan esperada apertura de su industria de energía a la inversión extranjera.
Pawlowski dice que los inversores deben ver todo el panorama cuando se forman una opinión de las monedas, y ve más posibilidades de alzas en México, incluso a pesar de que las tasas de interés son más bajas que en Brasil, donde el banco central endureció sus políticas.
Un problema es su popularidad. Solía ser que los inversores en divisas hacían una jugada en los mercados emergentes mediante la compra de reales brasileños, tradicionalmente uno de los mercados más grandes y líquidos en el universo de los mercados emergentes. Ese papel recae cada vez más en el peso mexicano.
Siobhan Morden, directora de estrategia para América Latina de la firma de valores Jefferies en Nueva York, dice que esto significa que al optimismo sobre México lo supera el nerviosismo sobre los mercados emergentes en general. “En el peso mexicano no ves todo el beneficio de las reformas porque opera con un alto nivel de riesgo hacia el exterior”, dice. “No opera bajo las propias bases de México, sino como representante de los mercados emergentes”.
Morden dice que es una historia similar en toda América Latina. A los bancos centrales les gustan las monedas débiles pero sólo hasta cierto punto y van a intervenir acorde a eso. “Eso dificulta la operación para la mayoría de las monedas ya que están más o menos en el rango de operación”, dice la única excepción, irónicamente, es el peso mexicano.