¿ La economía china se está recuperando de su desaceleración a finales del año pasado? “Sí”, dicen Gavyn Davies, Goldman Sachs y muchos otros.
Durante mi reciente visita a Shanghai y Beijing, un grupo de economistas y empresarios privados también indicaron un creciente optimismo sobre las perspectivas económicas de China. ¿Por qué creen esto y es probable que tengan razón?
Desde hace tiempo, China es la que tiene el mayor crecimiento de las tres economías más grandes del mundo, por encima de Estados Unidos (EU) y la Eurozona. Dado su dinamismo económico y tamaño, cuando China estornuda, la economía mundial se resfría.
Eso ocurría a finales del año pasado. De acuerdo con las “previsiones para el presente” de Fulcrum, que citó Davies, el crecimiento cayó a una tasa anualizada de 4% en diciembre de 2018. Esto, agrega, “desató gran parte de la desaceleración del crecimiento mundial, especialmente en los sectores de comercio y fabricación”.
Ahora, las cosas se ven mejor. De hecho, me sorprendió lo alegres que estaban las personas con las que me reuní, sobre todo en Shanghai, la capital financiera de China. Su mayor optimismo parece estar en línea con la evidencia de principios de 2019.
Las “previsiones del presente” de Fulcrum muestran que las tasas recientes de crecimiento están en línea con el objetivo del gobierno: entre 6 y 6.5% para este año. De igual manera, Goldman Sachs anunció un crecimiento económico de hasta 5.8% en febrero.
Una razón para el renovado optimismo es que se cree que un acuerdo comercial con EU es inminente. Otra es la flexibilización de la política macroeconómica. Esto incluye una reforma del Impuesto al Valor Agregado (IVA), que se espera reduzca la carga fiscal en 2,000 millones de yuanes (casi 300,000 millones de dólares) al año.
O incluso de mayor importancia, insistieron algunas de las personas —con quienes me reuní—, es el renovado entusiasmo oficial por el sector privado.
En un discurso que pronunció en diciembre de 2018, el presidente Xi Jinping no solo rindió homenaje a Deng Xiaoping, autor de la política de “Reforma y Apertura” de China, sino que prometió apoyar al sector privado. En su informe, Xi se refirió a las actividades privadas en 20 ocasiones. Destacó la necesidad de “reducir la escasez de financiamiento que enfrentan las empresas privadas, alentarlas a participar en la innovación y atraer más capital a proyectos en áreas clave”.
El sector privado ha sido el motor del crecimiento de China. Si las autoridades están decididas a darle su apoyo, esto importa. Algo que me sorprende bastante es que algunos chinos con los que me reuní incluso estaban complacidos de que EU presionara a China para que liberalizara la economía: a medida que mejor trate el gobierno a las empresas privadas extranjeras, mejor tendrá que tratar también a las nacionales.
Me pregunto si los negociadores estadounidenses entienden las implicaciones de dejar que los empresarios privados se liberen del control del estado. Sin embargo, también debemos desafiar esta visión optimista sobre la base de las perspectivas actuales y futuras de la economía china. En primer lugar, no está claro si se alcanzará un acuerdo comercial con EU.
Incluso si se logra, los estadounidenses parecen determinados a monitorear el comportamiento de China, con la intención de imponer sanciones (aranceles) siempre que se considere que China reincida en su comportamiento.
Parece poco probable que el país asiático acepte esta demanda. Sin embargo, si en realidad se alcanzara ese acuerdo, la guerra comercial no quedaría resuelta, sino que se haría institucional. Mientras tanto, la Unión Europea adopta una postura de línea más dura con las prácticas comerciales y de inversión de China. Es poco probable que se recuperen las relaciones de hace unos años.
En segundo lugar, es probable que controlar el crecimiento del crédito y la deuda en relación con la economía, y al mismo tiempo promover la demanda, siga siendo un difícil acto de equilibrismo, tal vez imposible. No debería sorprender si los responsables de las políticas deciden que tienen que restringir el crédito una vez más, con efectos perjudiciales para la economía.
La alternativa evidente sería una política fiscal activa por parte del gobierno central. Pero este último se mantiene reacio a hacerlo. En tercer lugar, la actitud de Xi hacia el sector privado es poco clara, por decirlo suavemente. Está rodeado de personas que sí creen en el papel esencial de este sector. ¿Pero él? La mayoría de las veces, parece confiar más en las empresas estatales.
Mientras ese sea el caso, puede ser difícil volver a encender, y mucho menos mantener, la confianza dentro de la iniciativa privada. Por último, hay una pregunta sobre el verdadero tamaño de la economía china, que puede estar creciendo de una manera sustancialmente más lenta de lo que sugieren las cifras oficiales.
Lo que está creciendo puede no ser realmente un Producto Interno Bruto como se entiende en otros lugares. La pregunta aquí es si la economía se está recuperando y, de ser así, ¿de forma duradera? Las respuestas son “sí” y “tal vez”. La economía se está recuperando. Pero hay riesgos en el futuro, en particular sobre el comercio. Es probable que haya nuevos periodos de debilidad.
