“Quiero decirles a los inmigrantes irregulares que les quedan 111 días para dejar Chile voluntariamente. Si lo hacen, pueden llevarse todos sus recursos. Si usted no se va voluntariamente, lo vamos a detener, lo vamos a expulsar y se va a ir con lo puesto”.
Luego de la primera vuelta electoral que lo instaló a las puertas de ser el próximo presidente chileno, el candidato de extrema derecha José Antonio Kast insiste casi diariamente con la amenaza a los inmigrantes que llegaron irregularmente a Chile.
Ese parece ser el eje principal para confrontar a Jeannette Jara, candidata de izquierda, apoyada por el gobierno de Gabriel Boric.
Kast propone a los extranjeros que vendan sus bienes, automóviles, refrigeradores y microondas, que tomen el dinero y que salgan del país. “Porque si no lo hacen antes de los días que restan, y nosotros detenemos a alguien que esté en condición de inmigrante irregular, se va a ir con lo puesto. No va a haber espacio para nada que pueda llevar”.
Pasado familiar
Paradójicamente, aunque el candidato presidencial chileno lo niega, su padre Miguel Kast Schindele, habría tenido documentación ilegal cuando, formando parte de los inmigrantes apañados bajo la conocida “ruta de las ratas”, llegó a Sudamérica.
Miembro del partido nazi alemán, afiliado el 1 de septiembre de 1942, Kast Schindele utilizó, desde 1947, papeles falsos que lo identificaban como oficial de la Cruz Roja. No está claro si con esa documentación ingresó a Chile, aunque la utilizó para ocultar su pasado nazi.
Kast insiste en desmentir el pasado de su padre, revelado en Chile por el periodista Javier Rebolledo. Reivindica, en cambio, la actuación de su hermano mayor, Michael, que ocupó un lugar en el equipo de los llamados “Chicago boys”, que modelaron la política económica de la dictadura encabezada por el general Augusto Pinochet.
Más conocido como Miguel, Michael Kast Rist llegó a ser el ministro a cargo de la Oficina de Planificación Nacional (Odeplan), centro estratégico del modelo liberal, diseñando las reformas previsionales y de salud.
Además, sobre él pesan acusaciones de haber tenido participación activa en la temida DINA, la Dirección de Inteligencia Nacional de la dictadura, donde su trabajo formal se complementaba con informes para el principal brazo de la represión. Para Rebolledo su participación queda muy clara en el caso de “Guillermo Beausire, militante del MIR secuestrado y desaparecido, y por quien Inglaterra solicitó información en dos oportunidades a Miguel Kast”.
El padre del actual candidato, así como su hermano, Christian, tuvieron que comparecer ante la justicia por la desaparición de Pedro Vargas Barrientos, ex empleado de su restaurante Bavaria.
Vargas Barrientos había sido despedido del restaurante Bavaria, del que los Kast eran propietarios, luego de que como representante de los trabajadores les reclamara mejoras salariales.
Como se denunció en diversas oportunidades, la familia Kast tenía un vínculo cercano con los carabineros, quienes secuestraron a Vargas, al punto que Christian habría compartido comidas con ellos.
Por su parte, Silvia, hermana de Vargas, declaró “hablé con don Miguel Kast (padre de José Antonio), pidiéndole que llamara al capitán de carabineros para que liberaran a mi hermano. Él me dijo que no, porque era una guerra de vida o muerte”.
Rebolledo, además, involucra al hermano del candidato en la matanza de Paine, donde 70 campesinos, organizados a partir de la reforma agraria del gobierno de Salvador Allende, fueron salvajemente asesinados, y luego mutilados, en un hecho que dejó a la zona con el nombre El Callejón de las Viudas.
Apoyo a Pinochet
José Antonio Kast reconoce sin dudas su apoyo al gobierno de Pinochet. En 2017, en la primera oportunidad en la que buscó la presidencia de Chile, afirmó que “Si [Pinochet] estuviera vivo, votaría por mí”. Y luego agregó “ahora, si me hubiese juntado con él, nos habríamos tomado un tecito en La Moneda”.
En las últimas semanas, parece haber renunciado a enfrentarse a entrevistas, convencido de su futuro triunfo. Mientras tanto, publica videos en sus redes sociales, en los que su discurso se concentra en demonizar la migración irregular, acusar al gobierno actual como promotor de la violencia y el delito vinculado a la droga, y reivindicar a las distintas fuerzas de seguridad. Su eslogan de campaña es que su candidatura es la fuerza del cambio.
Kast afirma que va a impulsar el crecimiento, la mejora de las condiciones de los trabajadores, de la salud y de la educación. Pero no puede soslayarse la reivindicación que hace del modelo pinochetista y de su hermano Miguel, uno de los ideólogos de las reformas llevadas adelante a comienzos de los años ’80: privatizaciones, apertura comercial y desregulaciones.
Otro indicio es que su principal consultor económico es José Luis Daza. Chileno, pero nacido en Buenos Aires, Daza es actualmente el viceministro de economía del gobierno del presidente argentino Javier Milei.
Con todas las encuestas de opinión a su favor, Kast descansa en una íntima certeza de su triunfo en la segunda vuelta electoral, que lo convertiría en el próximo presidente chileno. Eso quedó claro en el discurso que dio el 16 de noviembre por la noche al saber que había quedado segundo, detrás de Jara, con apenas 3 puntos de diferencia.
Esa noche comenzó diciendo: “La tercera es la vencida”. Si la prioridad en sus agradecimientos la tuvo su fe, la prioridad para su gestión la manifestó diciendo “la única victoria que nos hará celebrar es cuando derrotemos al crimen organizado y al narcotráfico. La victoria real será cuando cerremos nuestras fronteras a la inmigración irregular. La victoria real será cuando los chilenos tengan trabajo digno y Chile vuelva a crecer, a diferencia de lo que ha ocurrido hasta ahora”.
LP