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"Hombre al Agua": Derbez navega, los latinos naufragan

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  • Maximiliano Torres

Se le llama star power a la capacidad de un actor de atraer cientos de miles de espectadores a las salas de cine sin necesitar la validación de la crítica. No hay reseña implacable o calificación de pocas estrellas que puedan restarle taquilla. No es noticia que Eugenio Derbez tiene star power en México. Es noticia que ahora goza de él en el mercado estadunidense, donde los hispanos (la minoría étnica que más va al cine) nuevamente le han dado a una de sus películas el segundo lugar de taquilla en su primer fin de semana de estreno. Para dimensionar ese segundo lugar de taquilla, recordemos que el año pasado Cómo ser un latin lover lo obtuvo por debajo de The Fate and The Furious, mientras que su nueva cinta Hombre al Agua repitió la proeza frente a Avengers: Infinity War. Aunque evaluarla suena a batalla perdida, vale la pena reflexionar que Hombre al Agua es el síntoma de cómo los latinos vamos increíblemente tarde para discutir nuestra representación en el cine.

Kate (Anna Faris), una madre soltera de tres niñas, estudia enfermería mientras se gana la vida repartiendo pizzas y limpiando alfombras. Durante un turno de limpieza en un yate, es despedida injustificadamente por Leonardo (Eugenio Derbez) un multimillonario déspota. Cuando Leonardo se accidenta y despierta en la playa sin memoria alguna de quién es, Kate se presenta en el hospital haciéndose pasar por su esposa, y lo hará trabajar para mantenerla a ella y a su familia. Lo que comienza como una venganza absurda, escala a una relación seria. Kate desconoce que la familia de Leonardo ha comenzado a buscarlo y su plan podría venirse abajo.

Hombre al Agua puede considerarse un progreso estrictamente dentro de la carrera de Derbez. Como en el caso de muchos de los grandes comediantes mexicanos (Andrés Bustamante, Víctor Trujillo, Héctor Suárez, Luis de Alba), él fue individualista de carrera, en programas de televisión en los que casi no compartió cuadro con nadie, creando personajes que preferían monologar a dialogar. Esta dinámica (viable para la televisión, no para el cine) se extendió a sus primeras dos películas No se aceptan devoluciones y Cómo ser un latin lover, en las que, si bien se rodeó de repartos talentosos, fue notorio cómo estos ensambles reprimieron los genes cómicos de su ADN actoral para no interponerse entre Derbez y su audiencia. En Hombre al Agua, la historia y los chistes ya no son exclusivos de él; recaen también en su coestelar, Anna Faris quien es acaso la tercera mancuerna cómica (después de Anabel Ferreira y Consuelo Duval) que ha hecho en treinta años de carrera. El resultado es una trama más navegable, un tono actoral más uniforme, un entendimiento de cómo funcionan las películas.

Lo que para el autor intelectual de esta comedia es un paso adelante, para el estatus del cine comercial latino es un rezago penoso. Mientras las otras minorías étnicas en Estados Unidos (aun dentro de sus contenidos más frívolos) están derribando estereotipos, ampliando la noción de lo que son, nuestro embajador mexicano lleva tatuado a Speedy González, apuesta a géneros que el resto del mundo ya no consume (la comedia romántica de enredos), continúa romantizando a ricos y pobres. Nadie está olvidando que esta es una cinta “sin más pretensión que entretener” (el que inventó esa frase debería hacerla marca registrada), pero aun a este nivel de entretenimiento, el mundo ya avanzó y los mexicanos seguimos medio siglo atrás.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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