Cuando tenía 15 años mi prima mayor anunció en una reunión familiar “a mí me encantan las tangas”, con actitud pícara y sensual. Era el verano del 2000 y “The Thong Song” seguía escuchándose fuerte en la radio. Aprendí en tan sólo una frase que las tangas no eran sólo para las exuberantes bailarinas de los videos de Sisqo, sino que eran el uniforme íntimo de las chicas arrojadas y sexys.
Y yo quería ser una de ellas. Poco después compré mi primera tanga y año con año mi colección creció, junto a coquetos coordinados con listones y encajes en colores pastel. Al igual que adopté en la pubertad la noción de que las señoritas no tienen pelo en las piernas ni en las axilas, convertí en regla que mi ropa interior debía ser sensual. Mis calzones más grandes y cómodos se fueron al fondo del cajón, reservados para “mis días.”
Eventualmente entendí que mi sensualidad no depende de mis medidas ni de la ropa interior que use. Pero en el camino experimenté el poder y rebeldía que tiene llevar prendas diminutas debajo de tu ropa, sobre todo si no tienes las curvas de una bailarina de video musical.
Quizá es parte de las razones por las que reconocidas voceras de la imagen corporal positiva, han posado desafiantes en ropa interior, prohibida mediáticamente para cuerpos fuera del canon de belleza occidental. Tess Munster (modelo talla grande), Madeline Stuart (modelo con síndrome de Down y Rachel Hollis (mamá que se tomó una foto en bikini en marzo, luciendo sus estrías) posaron en un coordinado sexy en su misión por llevar la atención a todo tipo de cuerpos.
Las reglas y tabúes alrededor de la ropa íntima están cambiando gracias a sus usuarias. Varios años después de mi primera tanga, renuncié a despilfarrar en tanguitas de encaje, la renta se convirtió en prioridad sobre mi sensualidad mal entendida. Estrené “calzones de abuelita” (si las abuelitas usan ligeras prendas que les cubren el trasero y parten debajo del ombligo) que se fueron al frente del cajón.
Al igual que hicieron miles de mujeres más. De acuerdo a la compañía de investigación de mercado NPD Group: las ventas de tangas bajaron un 7% el último año, mientras que las de modelos más grandes como shorts y briefs de cintura alta, se incrementaron en un 17 por ciento. “Las tangas ya tuvieron su momento” declaró al New York Times, Bernadette Kissane, analista de Euromonitor.
Mientras algunos explican la tendencia de compra como mera comodidad, hay quienes la asocian con algo más grande: el resurgimiento del pensamiento feminista y una sociedad más inclusiva. Vivimos en una era en la que una mujer talla XL firma contrato con una de las mejores agencias de modelos, en las que Internet aplaude las estrías de una madre y en la que una chica con síndrome de Down busca caminar en pasarelas internacionales.
Como también lo hacemos las compradoras de ropa interior del mundo, que dejamos de poner nuestra sensualidad y valor en la ropa que compramos e hicimos de las tangas una mera elección.