Matt Hranek, fundador de la revista de moda masculina WM Brown, oyó hablar por primera vez de Bihlmaier a mediados de los 90.
Se dio cuenta de que Double RL, una marca derivada de Ralph Lauren, tenía las mejores versiones de la ropa y los relojes militares antiguos que él buscaba para su propia colección.
El hombre cuyo trabajo parecía una fantasía viajaba por el mundo con una tarjeta de crédito corporativa de Ralph Lauren para encontrar y comprar tanto cosas antiguas como geniales.

“Sabio del estilo discreto”
Un día, mientras esperaba en la cola de una exposición vintage, Hranek conoció a Doug en persona; una figura tímida y barbuda vestida con vaqueros desteñidos.
Desde entonces, cada vez que se veían en las ferias, Bihlmaier sonreía beatíficamente, por lo que hacía el signo de amor y paz.
“Era como si el papa levantara las manos. Para alguien como yo, que amaba lo vintage, Doug era la referencia de lo que había que buscar”, comparó Hranek, de 58 años.
Aunque Bihlmaier sigue siendo un gran desconocido para el resto del mundo, su perfil ha ido en aumento en los últimos años, sobre todo entre los jóvenes coleccionistas de artículos de época e influencers de moda.
Los creadores de TikTok lo proclaman un “sabio del estilo discreto” y no lo consideran el espíritu, si no el arquitecto no acreditado, detrás de Double RL, cuya estética americana ha marcado tendencias.
Cameron Ross Steiner, un podcaster de 31 años, pasó dos años enviando correos a Bihlmaier antes de convencerlo para que apareciera en su programa, Collectors Gene, y hablará del trabajo de su vida.
Bihlmaier, de 71 años, vive en una extravagante casa de cedro en una zona boscosa de East Hampton, Nueva York.
Cuando me recibió una tarde reciente, iba vestido con unos shorts de lona holgados y una camiseta blanca suelta, su pequeño perro, Ziggy, daba vueltas alrededor de sus pies descalzos.
Con su barba poblada y su coleta, puede parecer un hippie envejecido o un vagabundo de playa, pero su vida ha sido bastante convencional, se casó con su novia de secundaria, Kathy, y criaron a dos hijas en Darien, Connecticut, ahora viven en los Hamptons.
Como queda claro en su casa, Bihlmaier ha coleccionado artículos no solo para su empleador, sino para sí mismo; los armarios están llenos de chambrays vintage, ropa de trabajo francesa, franelas viejas, chaquetas militares de cuero desgastadas.

En la recámara había decenas de anillos y pulseras de plata Navajo sobre la cómoda, y el brazo de un sillón de cuero destartalado estaba lleno de mantas Pendleton de principios del siglo XX.
El suelo estaba cubierto de alfombras nativas estadunidenses de una época más antigua.
Hay mucha demanda por estos objetos en el mercado de antigüedades, en parte porque Bihlmaier, a través de su trabajo con Ralph Lauren, contribuyó a popularizarlos.
¿Quién es Doug Bihlmaier?
En el patio, mientras almorzábamos, Doug habló de cómo llegó a su singular carrera.
Nació en Osborne, Kansas, un pueblo agrícola; un tío abuelo le enseñó a montar a caballo, ordeñar vacas y alimentar gallinas. Una vez al año, la familia conducía cuatro horas hasta Kansas City para ir de compras navideñas.
Como a muchos chicos de los años 50 y 60, a Bihlmaier le gustaba disfrazarse de vaquero; ya de adolescente, se dio cuenta de que la calidad de la mezclilla iba en declive, y empezó a comprar viejos pares de Levi’s.
“Me encantaba el desgaste y la pátina. Me gustaba más la vieja camioneta de mi abuelo que la nueva de mi padre”, compartió.
Su padre, un agente de seguros que llegó a ser propietario de tres pequeños bancos, vestía con elegancia.
Mientras Bihlmaier asistía a la Universidad Estatal de Kansas, su papá le consiguió trabajo en una tienda local para hombres, Woody’s. Algunas de las prendas de la tienda eran de un joven diseñador neoyorquino, Ralph Lauren.
A principios de los 70, Bihlmaier fue enviado al aeropuerto a recoger a un representante de ventas de la marca. El hombre bajó del avión vestido con un traje de pana marrón, camisa de cuadros rojos con una corbata club amarilla y calcetines argyle, con su famoso estampado de rombos.
“Me vestía con lo que yo llamaba mi look Neil Young: vaqueros viejos y franelas. Pensé: ‘Vaya, quiero parecerme a este tipo’”, recordó Bihlmaier.
En 1979, Bihlmaier se trasladó a Dallas, donde un conocido de Kansas estaba por abrir una tienda Polo Ralph Lauren; el lugar se convirtió en un punto favorito entre los jóvenes empresarios.
Bihlmaier prosperó como vendedor y diseñador de escaparates, en 1984 recibió la llamada para ir a la sede de Nueva York.
Compró botas viejas de vaquero y otros objetos para dar vida a la sala de exposiciones.
Pasó horas en el Archivo Bettmann investigando imágenes de ropa de tenis de los años 20 o de mineros de oro para inspirarse.
Ayudó a desarrollar el aspecto de la tienda Polo Country, que abrió en East Hampton en 1989 y tenía elementos de un almacén general de cápsula del tiempo que Bihlmaier había visto en Kansas.
El origen de la colección
En 1993, Lauren fundó Double RL, la marca que tomó el nombre de su rancho “RRL” de Colorado.
Vendía pantalones de mezclilla de orillo, ropa deportiva, accesorios y un surtido de piezas vintage, una idea novedosa en el comercio minorista de moda de la época.
Al principio, Double RL estaba escondida como un secreto dentro de la tienda Ralph Lauren de Madison Avenue.
Fue de excursión de compras al mercadillo de antigüedades de Brimfield, Massachusetts, y al mercadillo Rose Bowl de Pasadena, California; la mercancía era abundante y barata.

“Podías encontrar el abrigo de caza más genial de los años 20 por 20 dólares”, afirmó Bihlmaier.
Trabajaba con otro empleado de Ralph Lauren, Bob Melet, y los dos recorrían ferias de antigüedades desde Santa Fe a París como vikingos, sólo que en lugar de espadas y hachas llevaban tarjetas de visita así como ojos perspicaces.
“Si Doug y yo entrábamos en un local de antigüedades, podíamos destripar una exposición con la misma rapidez y calidad que cualquiera”, confirmó Melet.
Los comerciantes les pusieron apodos:
“A Doug lo llamaban Ojo de águila y a mí Ojo errante”, añadió Melet.
No sólo hacían compras para las tiendas Ralph Lauren, sino para el propio Lauren, al comprar muebles y arte para su casa de Bedford, Nueva York, y las cabañas de invitados de su rancho de Colorado.
Era un trabajo de ensueño, pero también tenía sus tensiones. Bihlmaier y Melet tenían que complacer a su exigente jefe y, al mismo tiempo, encontrar el próximo tesoro de pantalones de carpintero franceses azul añil o joyas con onda para vender con un gran margen de beneficio.
Bihlmaier, quien habla con deferencia y cautela de su jefe, dijo que su gusto y el de Lauren estaban “casi perfectamente alineados”.
Además, añadió que su jefe le enseñó que, a la hora de cazar, algo “en perfecto estado” no era el objetivo, más bien, los arañazos, las abolladuras y la edad hacían que un objeto antiguo fuera especial. Lauren también confiaba en él.
“Me dijo: ‘Si tú no lo quieres, yo no lo quiero’”, aseguró Bihlmaier.
Parte de la leyenda de Bihlmaier es que reconocía el estilo intrínseco de ciertos artículos antes que otros, y los mezclaba de formas novedosas.
Hranek, el editor de moda, le atribuye el mérito de combinar el western americano con el vintage militar, en referencia a la combinación de una correa de reloj de plata turquesa y un reloj Waltham de la II Guerra Mundial, un look que comercializó Double RL.
Mejor calladito
En aquellos años de coleccionismo constante, Bihlmaier tuvo que mantener un perfil bajo para no alertar a los compradores de la competencia; era consciente de que la visión de la marca pertenecía en última instancia a Lauren.
En 1999, Bihlmaier y Melet se apartaron de su enfoque discreto cuando aceptaron a regañadientes que los siguiera un reportero de The Tennessean, el periódico de Nashville, porque eso significaba entrar antes en la Exposición de Antigüedades Heart of the Country.

Tras la publicación del artículo, se vieron en apuros con los jefes de la empresa, se cuidaron de permanecer en la sombra tras aquel breve roce con la fama.
Melet dejó Ralph Lauren en 2003 y abrió Melet Mercantile, una sala de exposiciones donde diseñadores, directores artísticos, editores, decoradores y estilistas inspeccionan sus hallazgos en busca de inspiración.
Bihlmaier siguió siendo el secreto mejor guardado de Ralph Lauren hasta que, avanzado en sus 60, decidió reducir sus funciones. Ahora es asesor de la marca.
Nunca tuvo los grandes bolsillos de su jefe, pero vivía —y coleccionaba— con estilo.
Mientras iba de compras por trabajo, cogía artículos baratos para él, y a lo largo de los años ha ido formando una colección inconfundible.

Ahora que ha dejado atrás sus viajes por el mundo, Bihlmaier recoge conchas de la playa de la bahía de Gardiners. Las colocó en mesas y bancos de la casa.
“Cuando eres un comprador, no haces más que encontrar cosas. No puedes parar”, finalizó.

KL