Jalisco vuelve a mirarse en el espejo de su propio espíritu. A casi dos décadas de que el paisaje agavero fuera reconocido como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, el estado amplía su horizonte con una nueva Ruta del Tequila y otra más dedicada a la Raicilla, dos proyectos que entrelazan tradición, modernidad y turismo sostenible en paisajes que solo el occidente mexicano puede ofrecer.
La ruta original, que recorre municipios del Valle y que incluye pueblos como Tequila, Amatitán, Arenal y Magdalena, se expande —de cuatro a ocho municipios—, ahora hacia enclaves menos explorados, pero igual de vibrantes.
Expansión de la Ruta del Tequila y Raicilla en Jalisco
Acatic, Tepatitlán, San Ignacio Cerro Gordo, Arandas, Jesús María, Atotonilco El Alto, Ayotlán y Tototlán se integran a la experiencia, incorporando, además, la mística de la raicilla, ese destilado artesanal de agave que hasta hace poco sobrevivía en los márgenes de la legalidad y que hoy reclama su lugar como símbolo de identidad regional.
Cada uno de estos pueblos aporta su propio ritmo, su arquitectura de montaña, talleres artesanales y cocinas a fuego lento, brindando la oportunidad de visitar espacios hasta hoy poco conocidos como la Hacienda del Carmen (convertida en un impresionante Hotel Spa, en Ahualulco del Mercado), o zonas arqueológicas como Guachimontones, un antiguo asentamiento prehispánico ubicado en Teuchitlán.
“La ruta que todos conocen ahora se amplía a un valle que abarca ocho municipios alrededor del volcán, que es, digamos, el eje del paisaje agavero que es Patrimonio de la Humanidad —precisó Michelle Fridman Hirsch, secretaria de Turismo de Jalisco—. Al mismo tiempo hemos lanzado una segunda ruta que se encuentra en la región de los Altos de Jalisco, que es una parte muy distinta, completamente del otro lado del estado, que también tiene muchas tequileras. Realmente hemos procurado que en ambas haya mucha oferta gastronómica, ya estamos en pláticas con más de 10 chefs tanto nacionales como internacionales, que tienen interés en instalar restaurantes dentro de tequileras en el Valle de Tequila, y ya tenemos un par de ellos confirmados, incluso con estrellas Michelín”, confirmó la funcionaria.
Experiencias sensoriales y turismo cultural en Jalisco
En San Sebastián del Oeste, las antiguas minas de plata y las calles empedradas conviven con pequeñas destilerías que producen raicilla de manera ancestral. En Mascota, las haciendas abren sus puertas para recorridos sensoriales donde se aprende a diferenciar los aromas del agave maximiliana (reconocido por sus espinas rojas y enorme altura), y se degustan cócteles con acentos frutales. Talpa de Allende, tradicionalmente visitado por motivos religiosos, ahora suma a su peregrinaje espiritual la ruta etnobotánica del agave y talleres de cocina tradicional.
Pero esta nueva ruta no solo invita a beber: invita a vivir. En el trayecto —según cifras oficiales— hay mil 691 habitaciones de hotel y 533 establecimientos de alimentos y bebidas, preparados para recibir a los visitantes, desde casonas restauradas en Tequila hasta eco-lodges en los alrededores de Mascota o Talpa. Los hoteles boutique se multiplican, y muchos incorporan spas que utilizan derivados del agave para terapias regenerativas.
Gastronomía y mixología en la Ruta del Tequila
La gastronomía también florece: chefs jóvenes y cocineras tradicionales comparten escenario en fogones donde el maíz, el chile y el mezcal se entrelazan en platos de autor. Algunos de los restaurantes más innovadores de la región están explorando maridajes entre tequila, raicilla y cocina contemporánea, con resultados que sorprenden incluso a los paladares más exigentes.
La mixología jalisciense también vive un momento de esplendor. En Guadalajara, Puerto Vallarta y ahora en los pueblos de la ruta, surgen bares que reinterpretan el ADN del agave con ingredientes locales: miel de naranjo, sal de gusano, hierbas de la sierra y frutas tropicales. Los bartenders se convierten en narradores de historias líquidas que rescatan el origen campesino de los destilados y lo transforman en arte efímero.
Hoteles boutique y eco-lodges en los pueblos productores
Además de las catas y recorridos, como los que ofrecen Casa José Cuervo, la Reserva de Los González o el Mundo de Don Julio, la ruta ofrece actividades inmersivas
que van desde caminatas por campos de agave azul y talleres de jimado, hasta rutas en bicicleta eléctrica, cabalgatas al atardecer y experiencias fotográficas para capturar el paisaje que se extiende entre el volcán de Tequila y la Sierra Madre Occidental. Muchos de estos recorridos son operados por cooperativas locales, lo que garantiza que el beneficio económico llegue directamente a las comunidades.
En palabras de los organizadores, se busca construir una narrativa más amplia que celebre el territorio del agave en todas sus expresiones, y que reconozca que la cultura del tequila y la raicilla no se limita a una bebida, sino a una forma de vida. El visitante no solo degusta un destilado: participa en un legado.
“Jalisco cuenta con muchas denominaciones de origen, dos de ellas son de bebidas espirituosas: el tequila, que es mundialmente famoso, pues de hecho hay un estudio que arroja que la palabra tequila es la segunda palabra mexicana más reconocida en el planeta, después de México; y después tenemos la raicilla, que es otro destilado que se consume en los 16 municipios en distintas formas. Tenemos raicilla de costa, de montaña, de Puerto Vallarta, de Tomatlán, raicilla del oeste… Esta ruta pasa por muchos municipios y por eso nos importa poner en el estado los ojos del mundo”, añadió Fridman.
Futuro del turismo en Jalisco: Ruta del Vino del Lago de Chapala
De manera paralela, Jalisco ya prepara su siguiente carta fuerte: la Ruta del Vino del Lago de Chapala, un corredor en desarrollo que reunirá pequeños viñedos y proyectos enológicos en los municipios de Jocotepec, Tuxcueca y Mazamitla, aprovechando la altitud, el clima templado y la creciente curiosidad de los turistas por el vino mexicano. Allí, entre el lago más grande del país y la sierra que lo abraza, se planean festivales de cosecha, cenas maridadas y experiencias que fusionen la uva con el espíritu del agave.
Con estas rutas, el estado consolida una red que abarca desde el paisaje agavero hasta el corredor costero y las montañas boscosas del sur. Jalisco se reafirma así como cuna del sabor y del alma mexicana, pero también como un laboratorio de turismo cultural contemporáneo, donde las experiencias se construyen con respeto al entorno, impulso a las comunidades y orgullo de origen.