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Bahía, Brasil: a disfrutar la primavera

Salvador de Bahía, situada en el noreste de Brasil, tiene la gran ventaja de que vibra con la cultura negra en cada detalle de su vida diaria.

El deseo de conocer una de las ciudades coloniales mejor conservadas de Brasil es más fuerte que el calor que se deja sentir al llegar a Salvador, capital del estado de Bahía, región que aún conserva sus raíces africanas y que, justo en estas fechas, se abrasa particularmente con el ardor de la primavera.

Cultura, playa y fiesta es una combinación que cautiva a cualquier viajero. Más si es en un destino aderezado de fuertes tradiciones que aún prevalecen.

La ciudad asemeja una maqueta de arquitectura barroca, y es que las características urbanas de esta ex colonia portuguesa han permanecido hasta la actualidad, dando como resultado que la UNESCO la declarara Patrimonio Histórico de la Humanidad.

Justo en la zona de la cidade alta, en Pelourinho, se encuentran preciosas casas pintadas de colores alegres y brillantes, el Museo Afro-Brasileiro (que posee una valiosa colección de piezas religiosas de Bahía y África), la Iglesia de San Francisco (con sus interiores en oro), la Praça da Sé y la Catedral (construida en 1657).

El Ascensor Lacerda es un elevador de estilo Art Deco que conecta a la zona histórica (cidade alta), con la parte moderna (cidade baxa). Puede transportar a 50 mil personas cada día.


Bahianas y Candomblé

En la región, hay señoras regularmente de gran tamaño y piel oscura con vestido blanco-acampanado conocidas como bahianas. Son quienes preparan el acarajé, un platillo típico de la bahía que consiste en una especie de bollo elaborado con una masa que mezcla chícharos, camarones y cebollas, todo frito en aceite de palma y servido en una salsa de pimienta. Un bocadillo que vale la pena probar en compañía de un jugo de maracuyá.

Como parte de las tradiciones de Salvador, el Candomblé, que es una de las religiones afrobrasileñas, se celebra con ritos en la iglesia de Nuestra Señora del Rosario de los Negros, construida para que los esclavos tuvieran algún lugar para profesar sus cultos.

En tiempos de la colonia las personas de color no podían entrar a otra iglesia que no fuera esta. Así, por todo el lugar se escuchan las vibraciones de los tambores y los cantos. El ritmo de la percusión se vuelve veloz y normalmente se sacrifica un gallo, en nombre de Iemajá, la diosa del mar. Si te puedes colar en una de estas celebraciones no dudes en hacerlo, pues resulta toda una experiencia del sincretismo africano en las costas americanas. Eso sí, te recomendamos mostrar mucho respeto en todo lo que dura el ritual.

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Capoeira

Cerca del faro de la Barra se realizan exhibiciones de capoeira, este arte marcial africano que los esclavos usaban contra los terratenientes. Llegó a ser prohibido en Brasil, lo que produjo su fusión con otros ritos y cánticos que los africanos mantuvieron en secreto hasta originar la actual versión con sus variantes y sus espectaculares ruedas de combate.

En este deporte es común escuchar los sonidos de la pandereta y el berimbau (un instrumento formado con un arco de madera y un alambre tensado que, al golpearlo rítmicamente con una baqueta, produce vibraciones graves), al mismo tiempo que se escuchan los cánticos: “parana ue, parana ue”. Dos jogadores se lanzan y dan un espectáculo de acrobacia, coordinación y destreza.

En la parte baja de la ciudad, se encuentra el Mercado Modelo, que es el lugar perfecto para comprar souvenirs y chácharas a precios razonables. Algo muy característico de la ciudad es un tambor djembe, del cual existe un monumento en el centro de la ciudad. Llévate uno a casa y no te sorprendas si de pronto alguna deidad africana se apodera de ti para convertirte por un momento en un experto intérprete del ritmo que fácilmente lleva a las personas al trance estético.


Axé con Caipiriña

En una carpa cerca del anochecer, un grupo toca axé, el género musical más popular en esta parte de Brasil, que puede ser bastante pegajoso para cualquiera que guste de bailar. Si al ritmo le sumas una deliciosa caipiriña (bebida típica del lugar, que se prepara con aguardiente, jugo de limón y azúcar), el resultado puede ser explosivo, por no decir fogoso.

En cuanto a las playas, aquí es lo que sobra, y cualquiera de ellas es una belleza. De Flamengo a Praia Porto da Barra y Flamengo, son 50 kilómetros de playas, perfectas para tomar el sol, surfear y contemplar los esculturales cuerpos de las (los) concurrentes. Ah, y también puedes jugar futbol, que es la actividad preferida de los lugareños.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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