Grace Ivonne Gattas Lama, originaria de Belén, es doctora en Ciencias Biomédicas. Su especialidad es la inmunología en el cáncer de mama. Se tituló en la universidad de su ciudad y emigró para realizar una maestría en Londres. Su doctorado lo hizo en México, en la Universidad Autónoma de Coahuila.
Hoy imparte clases en la Universidad Iberoamericana, campus Torreón, ciudad a donde llegó tres décadas atrás luego de conocer al que sería su esposo, un lagunero de padres palestinos. A ella la movilizó el amor y echó raíces en el desierto chihuahuense, donde cuida de sus hijos, charla con MILENIO, atiende su restaurante y realiza trabajos como activista social.
“Palestine does not exist”: una frase que nunca olvidó
“Me acuerdo cuando estudié la maestría en Londres. Estábamos en un juego de Scrabble y a mí me tocó el turno. Por casualidad tenía todas las letras y pensé: Palestine. Era la palabra más larga y todas las letras que tenía las ocuparía. Voy a ganar”.
Grace jugaba con amigos. Uno se llamaba David y, como ellos, es decir, Grace y David, todos los participantes estaban dedicados a la ciencia y pasaban horas en los laboratorios. Ella colocó sus letras en el tablero y de pronto David se levantó y le dijo: “Palestine does not exist”.
“‘Palestina no existe’, me lo dijo así. Se negó a usar la palabra hasta en un juego de mesa. Es como si yo dijera que los mayas no existen. El juego terminó en pleito porque resultó que era judío, pero sionista. Estamos hablando de una cosa terrible porque me di cuenta de que no podía decir que era palestina, era tabú. Hoy puedo decirlo con toda la intención. Han sido muchos cambios, pero aquí en La Laguna, para bien”.
El camino que la llevó a Torreón
¿Cómo llegó a La Laguna? La respuesta aún la hace sonreír. Se enamoró. El hombre que hoy es su esposo fue a conocer la tierra de sus antepasados. Ellos cruzaron caminos y llegaron juntos en 1994 a América. En Torreón nacieron sus hijos, aunque su familia sigue viviendo en Belén. Es numerosa y la visita cada dos años para recargar pilas emocionales.
Vida bajo ocupación: testimonio desde Cisjordania
“Mi familia vive en Cisjordania. No es la violencia, o casi no es lo que pasa en Gaza, que ya es un campo de concentración. Lo ha sido desde 2006 en que ganó Hamás las elecciones e Israel ha hecho todos los abusos que te puedas imaginar: desde cerrar las entradas, cortar el flujo de alimentos, medicamentos, leche para bebés, el agua. Son 360 kilómetros cuadrados donde viven 2 millones 300 mil personas, muchísimas. En los últimos dos años hemos visto en streaming todo lo que está pasando; en vivo se sabe de la destrucción de escuelas, hospitales, de las mezquitas e iglesias erigidas en el año 150 después de Cristo. Es un abuso a todos los niveles.
“Más de 250 periodistas han sido asesinados; llegamos a 70 mil muertos, la mayoría niños. Tienen el número más grande de niños deportados en el mundo en un área tan chiquita. ¿Qué más quieren? ¿Qué más abuso puede haber? Y lo peor es lo que dijo Francesca Albanese: es un genocidio pero también negocio, y todas las potencias se están aprovechando de lo que está pasando, vendiendo armas y productos. Israel es la más beneficiada, pero también la Comunidad Europea y los Estados Unidos. La complicidad es tan grande”.
Para el historiador Carlos Castañón Cuadros, una de las características fundamentales de la Comarca Lagunera, zona que une a municipios de Durango y Coahuila, y en particular de Torreón, es su creación por personas migrantes. En ese sentido, Torreón ha sido casa para todos.
“Somos hijos del ferrocarril. La región se fortaleció con personas que vinieron de Zacatecas, Durango o México, pero también de Palestina, Líbano, Siria, España. Estadounidenses, franceses, chinos y alemanes llegaron. Torreón se forma como ciudad moderna producto de la migración y, por lo tanto, sus relaciones son más abiertas, en cierta forma de apoyo entre miembros que llegan de fuera a finales del siglo XIX”.
Raíces árabes en la identidad lagunera
Una característica, si se habla de grupos específicos, es su gastronomía junto a otros aspectos culturales. Castañón Cuadros dijo que en Torreón se tienen prácticas españolas muy marcadas como la danza flamenca y la cocina. Pero otra raíz fuerte, que se nombra genéricamente, es la árabe.
“A finales del siglo XIX, con la llegada del ferrocarril, llegaron los primeros emigrantes árabes, y más específicamente libaneses, sirios, palestinos e incluso algunos egipcios que encontré en los archivos, la minoría. Este grupo de pueblos de Levante se quedó y prosperó en el comercio; encontraron una tierra fértil para hacer de Torreón una segunda casa y patria.
“En la actualidad es común entre los laguneros los apellidos árabes, libaneses y palestinos; por ejemplo, el Murra, Batarse, Marcos, Charur, el Issa, Gidi, Abusaid. Realmente son tan árabes como laguneros, o viceversa, y ya forman parte de nuestra identidad como población, a la vuelta de un umbral de 130 años si pensamos en el ferrocarril, finales del siglo XIX, todo el siglo XX y el presente siglo”.
Sobre los apellidos estrictamente palestinos, Castañón cita a los Batarse, Marcos, Murra, Bichir, Charur, Issa, Dabdub, Elías, Giacomán, Zarzar, Talamáz y Tueme, entre otros.
“Algo que me gusta de Torreón es que puede tener estos orígenes tan palestinos como laguneros, porque hablamos de cuatro generaciones y la mayoría no habla su idioma; muchos no van a su tierra, aunque sé de algunas familias que han ido a buscar sus casas. Lo que abordamos no es historia, sino presente; ya pasó y sigue pasando. Además, han sufrido muchas invasiones”.
De la cocina a la vida cotidiana: lo árabe en Torreón
Si han perdido su idioma, el entrevistado destaca que no así su origen. Vive en su sangre, de tal suerte que hay laguneras tan bellas como si hubieran salido de un cuento de “Las mil y una noches”.
Además, su cocina es excepcional y en el supermercado se compra en lo cotidiano jocoque, arracadas y pan árabe. Hay tiendas especializadas con hojas de parra, dulces típicos, dátiles, higos, piñones y otros alimentos considerados en otras zonas como exotismo.
“La comida árabe es parte del día a día, hay muchos restaurantes. Ahora hay un auge en torno a su comida y conservan su religiosidad porque la mayoría son católicos y hay muchas familias de Belén”.
Una comunidad musulmana que conserva sus tradiciones
Si bien existe una comunidad musulmana en Torreón que ronda las 250 personas, ésta hizo un esfuerzo por conservar sus tradiciones y se reúne en torno a la Mezquita Suraya, la primera edificada en México, en 1989. Allí se habla y se escribe en árabe, se estudia el Corán y se celebra el Ramadán con oración, reflexión y ayuno.
Castañón precisó que una variante que los ayudó a radicar con tranquilidad fue su fenotipo, cosa que no ocurrió con la comunidad china en Torreón, donde ocurrió la matanza de 303 personas en el contexto de la Revolución. Pero tampoco se excluyó entonces a los árabes de expresiones racistas y clasistas.
“No fueron perseguidos en Torreón cuando hubo campañas antichinas porque se parecen a los norteños mexicanos, pero encontré en un libro de los años treinta una cita donde dice un racista: ‘Los árabes y los judíos se parecen a los mexicanos, pero cuando terminemos con los chinos vamos contra ellos’. El libro se llama El problema chino en México. José Ángel Espinoza lo escribió y fue uno de los ideólogos de la resurrección del movimiento antichino en México”.
Del dolor a la defensa: la causa palestina en voz de Grace Gattas
Para Grace Gattas, el silencio también implica complicidad. La tragedia sacude al mundo minuto a minuto ante la serie de violaciones a derechos humanos y del derecho internacional. Pero la defensa civil se activa cuando se piensa que lo que le pasa a Palestina puede replicarse en cualquier parte del mundo.
“No tienes que ser palestino para defender a Palestina. No pedimos mucho. Queremos que se funde el Estado Palestino, soberano e independiente, tal como Israel. Queremos que las fronteras del 67 regresen y quitar los asentamientos que se construyeron ilegalmente. El conflicto no empezó el 7 de octubre de 2023, sino desde la Primera Guerra Mundial con la Declaración de Balfour, al prometer la tierra a gente extranjera con el pretexto de crear una nación en una tierra que no les correspondía, aunque la Declaración de Balfour dice: Sin molestar y maltratar los derechos del pueblo indígena de Palestina, pero para nada respetaron esto”.
Refugio, memoria y resistencia
Para esta científica, la visión sobre el pueblo ha sido colonialista, pues se les roba el territorio y se les extermina a través de la ocupación desde 1917. En 1948, tras la conformación del Estado de Israel, afirma que 750 mil palestinos han sufrido saqueos y terminaron como prófugos o refugiados en Jordania y Kuwait. México también los ha amparado y en Torreón saben que tienen un hogar.
“En México hay mucha gente de origen palestino. Todo el mundo es migrante, pero sí me sorprendió mucho el número grande de originarios palestinos en Torreón y más de Belén. Pero siento que aquí se paró el tiempo y los que llegaron nunca volvieron, y no sé cómo pudieron conservar tantas cosas como la comida. Yo llego con la perspectiva nueva, de decir que vayan. Sí se puede visitar, guiado, con peregrinación cristiana, y visitas tu tierra como hizo mi esposo. Yo vengo de la tierra donde nació Jesús a la tierra donde se apareció la Virgen”.
Fue desde la Embajada del Estado de Palestina en México que se sugirió hacer una asociación civil. Grace es la secretaria de una federación que a finales del año tendrá su renovación. Con esta representación se han realizado puestas en escena, desfiles de moda y degustaciones culinarias para despertar el cariño y el interés por Palestina.
“Cuando voy a Palestina me traigo mis especias porque es el sabor de Belén. A mí me gusta la cocina porque crecimos con olores y sabores, y cuando llegué me dije que no podría privar a mis hijos de ellos. Del olor de lo que hizo mi mamá en el horno tan temprano el día de Pascua, las galletas de Navidad. Todo tiene un sabor especial y son recuerdos de la infancia”.
“Darna”: un restaurante como acto de amor y resistencia
Grace Gattas abrió su restaurante. Porque, si bien pensó en alimentar la ambrosía de sus seres queridos, el cocinar se convierte también en un acto de amor y resistencia no menos subversivo: “Mis hijos me dijeron que abriéramos; las clases son por la mañana y se prestó; el local estaba libre, mi esposo se animó y lo rentó. Abrimos hace cinco semanas, hay un sazón auténtico. Se llama ‘Darna’, que es Nuestra Casa”.
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