Antes de morir, Minerva Bello le pidió a su hijo Raúl que siguiera buscando a su hermano Everardo, uno de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa.
"Mina, como le decíamos de cariño a mi mamá, se fue sin ver a Ever. Me dijo que lo encontrara y que lo abrazara tan fuerte como pudiera", narra Raúl.
La noche del domingo, Minerva falleció a causa de un tumor cancerígeno que le detectaron hace poco tiempo y que no le fue atendido. Su hija, María de Jesús, cuenta: "Ella decía que tenía muchos malestares y nosotros solo la llevábamos al médico pero no nos decían qué es lo que tenía".
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El diagnóstico del tumor fue detectado hasta que sus hijos la llevaron de emergencia al hospital. Ahí los médicos le informaron que era demasiado tarde y que el origen podía ser por muchas mal pasadas, porque no comía bien, "porque andaba en las marchas y eso".
El lunes más de 100 personas acompañaron a la familia de Bello. Ahí estaban Mario Patrón, director del Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez; Manuel Olivares Hernández, secretario técnico de la Red Guerrerense de Organismos Civiles de Derechos Humanos, además de activistas del Centro de Derechos Humanos de La Montaña Tlachinollan. Y claro, normalistas de Ayotzinapa.
Raúl, de 24 años, y su hermano Lucas, de 19, encabezaron los cantos de despedida a su madre. Desde hace siete años conformaron una banda de música. "Everardo también tocaba con nosotros, el patrón nos da 60 pesos la hora y nos sabemos muchas", cuenta Raúl, quien junto con su hermano viste una camisa tipo polo de color azul turquesa, el color que identifica al grupo musical.
Los hermanos de Everardo Rodríguez Bello crecieron en una casa de adobe y láminas que Francisco Rodríguez y Minerva comenzaron a construir cuando se "juntaron", "hace ya muchos años", dice Francisco. Nació María, la mayor; tres años después, doña Mine perdió a dos hijos gemelos y luego vinieron "seis hijos más, pero Everardo era el más especial para mi mamá, eran como amigos, se contaban muchas cosas", dice María, quien viajó desde Cuernavaca para despedir a su madre y quien desde ahora se hará cargo de dos de sus hermanos pequeños.
Minerva Bello y su esposo recorrieron buena parte del país en busca de su hijo. Desde la noche del 26 de septiembre de 2014, Minerva iba y venía a su casa en Omeapa, un poblado de poco más de 400 habitantes en el centro del estado, donde la pobreza se vive día a día. Buena parte de sus habitantes siembran maíz o crían pollos y cerdos para subsistir. Otros más fabrican mezcal que venden a bajísimos costos.
Mine y su esposo sembraban frijol y chile. Don Francisco también trabajaba como albañil buena parte del año y enseñó a sus hijos el oficio. Everardo fue el único que les pidió a sus padres seguir estudiando, pero como los ingresos familiares no alcanzaban para pagar una escuela, Ever presentó el examen de admisión en septiembre de 2014 a la Escuela Normal Raúl Isidro Burgos.
Luego vino aquella noche infausta en Iguala. La desaparición de Everardo marcó a la familia desde las primeras horas. Y más a su madre, mutilada de su hijo.
"Antes era muy alegre, le gustaba mucho bailar, pero cuando pasó lo de mi hermano, como que eso se apagó, todo fue tristeza para ella desde ese momento", cuenta su hija María, momentos antes de iniciar el novenario de la muerte de su madre.
Sus hijos han invitado a los vecinos de Omeapa, entre ellos a Natividad de la Cruz, cuyo hijo Emiliano Gaspar de la Cruz también está desaparecido.
Natividad y Minerva compartieron muchas tardes de llanto, recuerda Natividad. "Mine siempre pensaba en su hijo, me decía que quería que ya llegara su hijo para estar tranquila y ahora no lo volverá a ver. Yo creo que como yo, ya estaba muriendo por dentro. No tener a nuestros hijos es como morir en vida".
Melitón Ortega, vocero de los padres de estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa, afirma que de las 43 familias, en 16 de ellas hay familiares con enfermedades graves de salud, la mayoría de ellos relacionadas con diabetes, hipertensión y mala alimentación.
Ortega dice que los familiares de los estudiantes padecen de desgaste físico pero sobre todo emocional producto de la desaparición de sus hijos y de la falta de resultados y atención por parte de las autoridades mexicanas, quienes, según Melitón, han cerrado la puerta al diálogo con los padres de los normalistas.
"Mi señor tiene un dolor porque pues llora mucho y le pega un dolor en su barriga y yo en los pies y la espalda de tanto caminar de tanto caminar", dice Natividad, mientras prepara tortillas y pone a cocer dos huevos que dará a sus nietos.
Natividad reconoce que muchos de los padres están cansados: "Buena parte de ellos ya no están en el movimiento, regresaron a sus casas porque, pues como nosotros, tenemos gallinas y puercos que cuidar. A mí se me murieron 70 pollos por andar buscando a mi hijo", confía la pérdida de parte de su magro patrimonio.
Además de Everardo, Giovanni Galindes Guerrero y Joshivani Guerrero de la Cruz, este último primo de Everardo, son originarios de la comunidad indígena nahua de de Omeapa.
Pero la familia Rodríguez Bello no piensa abandonar la búsqueda de Everardo. El señor Francisco, quien trae puesta una playera con la frase "Moveré montañas para estar contigo", dirigida a Everardo, dice que su hija María se hará cargo de sus dos hermanos menores, los demás seguirán trabajando en el campo, y él continuara búsqueda de Ever.
"Porque es una promesa: le dije a Mine que lo encontraría, y lo voy a cumplir"-
Mine ya está enterrada. Y no, no volvió a ver a su hijo desaparecido, uno de los 43...