Por las calles de la colonia Las Flores, un sector residencial al sur de Tampico, los vecinos han decidido colocar lonas en bardas y paredes de sus viviendas advirtiendo sobre la prohibición de construir negocios. En ese sector hay vestigios de una ciudad prehispánica huasteca que han sobrevivido al paso del tiempo y a la explosión demográfica.
Hoy, estos restos, visitados por MILENIO, se encuentran en la transitada calle Chairel, esquina con Azahar, de dicha colonia —que tiene calles con nombres de flores—, a un par de cuadras de la avenida Hidalgo, una de las principales vías de comunicación y de las más transitadas, además de ser una zona comercial de la ciudad por excelencia.
Una plataforma ceremonial rodeada de casas
La plataforma, hecha con base en estuco y tierra, es el vestigio de un punto ceremonial que tenía de 6 a 15 metros de altura y que, en la parte superior, contaba con una construcción de palma y madera. Hoy está rodeada de viviendas de uno, dos y tres niveles, la mayoría pertenecientes a la clase alta.
A menos de dos cuadras de la pirámide, que data de los años 1000 a 1250 d. C., sobre la calle Chairel, se encuentra una torre habitacional con el mismo nombre de la calle. Esta tiene aproximadamente una década y ha sido una de las construcciones más polémicas del sector, porque los vecinos no la querían y fue uno de los primeros desarrollos verticales de la ciudad.
El único vestigio arqueológico entre casas particulares
El historiador egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), José Antonio Cruz Álvarez, refiere que “es el único asentamiento o vestigio arqueológico que se encuentra en medio de casas particulares” y a algunos metros de una de las avenidas más importantes del puerto.
Según los datos históricos, destacó el experto, dicho centro ceremonial fue descubierto en 1890, probablemente por ingleses que tenían un hospital en las cercanías; ellos, en algún momento, decidieron “buscar tesoros” donde hoy está asentada dicha colonia, la cual está habitada prácticamente en su totalidad.
De 22 cúes a uno solo
“Varios ingleses fueron a buscar tesoros o restos arqueológicos y encontraron que ahí había una ciudad sepultada, una ciudad por la cual había pasado el tiempo; haz de cuenta que era un conjunto de pequeños lomeríos muy bajos, de entre 6 y 15 metros de altura, pero con el paso del tiempo los fueron destruyendo para la creación de la colonia Las Flores”, detalló el historiador.
Cruz Álvarez explicó que se estima que en dicho sector de Tampico se encontraron inicialmente 22 cúes que eran parte de una civilización prehispánica, pero debido a la construcción de viviendas en el área se fueron destruyendo paulatinamente, hasta quedar solamente el que está en la esquina de Chairel y Azahar.
Un punto estratégico frente al sistema lagunario
Al final, un particular fue el responsable de donar el predio en el cual se encuentra hoy la pirámide de Las Flores —el último vestigio de un cué—, el cual está en un sitio elevado, a algunos metros del barranco Chairel. Al fondo se puede observar el paisaje enmarcado por el sistema lagunario de Tampico, que abastece a toda la región. Ese punto fue estratégico: desde ahí, los antepasados huastecos podían verlo todo, incluso ante un peligro que pudiera afectar a sus familias.
Del abandono al rescate arqueológico
Los datos históricos detallan que dicha base piramidal estuvo prácticamente en el abandono hasta las décadas de los 80 y 90, cuando, por iniciativa del cronista Carlos González Salas y con el respaldo del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), se inició su recuperación.
“Se pudo rescatar en primera instancia bajo un proyecto que en ese momento era de salvamento arqueológico; duró aproximadamente cinco años y se le puso una techumbre para protegerlo de la lluvia y la contaminación”, expuso Cruz Álvarez.
Un caso único en Tamaulipas
En el país hay muy pocos vestigios arqueológicos dentro de zonas urbanas; sin embargo, en Tamaulipas, la pirámide de Las Flores está ubicada en una colonia residencial donde es posible que las familias conserven entre sus pertenencias algunas figuras o artefactos de aquella época.
“Este es el único asentamiento de los cuatro abiertos en Tamaulipas que se encuentra dentro de una colonia, situado a la orilla de una calle y cuya propiedad alcanza los 25 metros de frente por 50 metros de fondo”, aseguró el historiador, quien ha publicado en la revista Arqueología Mexicana.
Un sitio sagrado en medio de la ciudad
Ese cono truncado invertido, que en la parte superior tuvo en su momento una choza, representa los restos de un sitio sagrado, un espacio ceremonial rodeado por viviendas de antepasados prehispánicos, al igual que sucede hoy, aunque ahora sus habitantes ya no se dedican a la pesca y a la agricultura.
Al acudir a la pirámide, que aún conserva su techumbre, hay una persona encargada de la vigilancia. Los visitantes pueden registrar su asistencia en el libro de firmas ubicado en una pequeña mesa, justo al lado de la caseta de vigilancia.
Existen restricciones al visitar la pirámide, como la prohibición de tomar fotografías o videos. Los visitantes pueden observar una exposición sobre el rescate de estos restos arqueológicos, que aún no son conocidos por la totalidad de los ciudadanos del sur de la entidad.
Intervenciones y restauraciones
“El basamento fue descrito por primera vez en 1907 por el etnólogo norteamericano Jesse W. Fewkes; sin embargo, fue hasta 1941 cuando un equipo de investigación del INAH y el Institute of Andean Research llevó a cabo la primera intervención. En ella excavaron para conocer cómo y cuándo fue construido, pero también lo consolidaron para su conservación”.
La misma exposición detalló que “en 2021 fue necesario hacer una nueva intervención para restaurar una sección del basamento que, debido a las condiciones ambientales y el paso del tiempo, presentaba daños importantes. Una de las primeras acciones fue retirar la tierra que cubría y propiciaba exceso de humedad en la parte frontal de la escalinata. Gracias a estas excavaciones controladas fue posible identificar los remanentes de la última etapa constructiva del edificio que, a pesar de estar en malas condiciones, representa un hallazgo relevante, ya que se creían totalmente perdidas”.
Los materiales de los huastecos
Las autoridades y arqueólogos investigaron los materiales con los que se hicieron los cúes hallados, de los cuales solo queda el de Las Flores. Se determinó que el material era muy parecido a las conchas de la laguna del Chairel, que sirvieron de materia prima para que los huastecos construyeran dichos puntos ceremoniales.
“Para elaborar la argamasa mezclaban la cal con conchas de moluscos que, al compararse con las de la laguna del Chairel, resultaron sumamente parecidas. También se identificó macroscópicamente que los porcentajes de fragmentos finos, medianos y gruesos en la argamasa del basamento eran homogéneos”, destaca la exposición fotográfica de la pirámide.
Una mayor difusión
Para el historiador José Antonio Cruz Álvarez, aún hace falta difusión de la pirámide para que niños y estudiantes de educación básica puedan visitarla y conocer más sobre la cultura de su ciudad, además de incluirla en recorridos de las autoridades turísticas.
“Primero es necesario hacer un folleto turístico para dar a conocer que en Tampico existe un sitio arqueológico abierto al público, donde niños, jóvenes y adultos puedan ir en ciertos horarios y días determinados”, explicó.
Asimismo, otra de las opciones es que, a través del turibús, el tranvía, guías certificados y escuelas, se lleve a los alumnos a conocer este sitio arqueológico único en Tampico. El lugar posee una gran historia en cerámica, arquitectura y alfarería, pues se han encontrado vasijas, esculturas y ofrendas; materiales que actualmente se resguardan en las bodegas del Museo de la Cultura Huasteca del Espacio Cultural Metropolitano.
JETL