A medio siglo de haber sepultado el Ejido Graseros en el agua que almacena la presa Francisco Zarco, los habitantes desplazados y que fundaron el ejido Nuevo Graseros no han recibido una indemnización.
Apenas pagos económicos menores y en especie con terrenos y beneficios con programa a acceso a maquinaria, rayo lasser para instalar las parcelas y material para las casas.
El último avalúo se realizó en el año 2012 por un monto de 38 millones de pesos y los primordiales casi en su totalidad han perecido, pero los hijos continúan exigiendo a las autoridades de la Comisión Nacional del Agua que se cumpla el acuerdo o de lo contrario, reconozcan que la presa también conocida como Las Tórtolas, les pertenece.[OBJECT]
El profesor José Francisco Soto Vargas, ex comisariado ejidal de Nuevo Graseros, recuerda que cuando tenía seis años de edad debió abandonar con su familia el ejido, llevándose consigo las pocas pertenencias que tenían y un mar de recuerdos que dibujan una región llena de vida en torno al caudal del río Nazas, sin la evidencia lastimosa de un lecho muerto.
"Cuando yo tenía seis años abandonamos el pueblo por razones obvias de la construcción de la presa, yo ahorita tengo 59 años y ese es uno de los temas de nuestro pueblo, de que ahorita en el 2017, lo hemos repetido en todas las dependencias, tenemos medio siglo que no nos han indemnizado por la entrega de mil 616 hectáreas".
Este maestro normalista incluso precisa que a Abelardo Escobar, quien se desempeñó como secretario de la Reforma Agraria en la administración de Felipe Calderón, se le recordaba que los campesinos llevaban medio siglo esperando el pago, y es hoy la tercera generación la que continúa la lucha por el reconocimiento de sus derechos porque a la fecha no hay decreto de expropiación.
"Nos dicen que si no hay decreto no nos pueden pagar y lo sabemos, pero por eso queremos que salga el decreto para que salga el consecuente pago. De hecho, nuestro pueblo, que se llamaba Graseros y Loma Verde, que era municipio de Cuencamé y en 1967 nos cambiamos a Nuevo Graseros que jurídicamente pertenece al municipio de Lerdo, pero en cuestión de ejido, la comunidad sigue siendo la misma”, apuntó.
José Francisco estableció que la producción de maíz y frijol eran cultivos básicos al igual que el cacahuate, porque existía mucha afinidad con el municipio de Nazas y tiempo atrás quien apoyaba financieramente para cultivar el algodón era el señor Miguel Carrillo, según le contaba su papá. Sin embargo uno de los oficios más recurrentes hasta la fecha es el de pescador.
“La pesca sí formaba parte de la vida de nuestro pueblo, no en el sentido de comercialización sino de forma alimientaria, los señores pescaban con nazas hechas de vara de mimbre y de carrizo, y ahorita ya son de hilo, a la nasa la gente la dejó de utilizar a partir de que nosotros nos venimos para Lerdo y fue así porque entonces la gente vio la pesca con fi nes de lucro, de sacar dinero, entonces utilizaron las mallas y las redes para pescar”.
El río Nazas toma su nombre de las cestas tejidas que refi ere José Luis, con modificaciones en los materiales de confección, aún se utilizan para pescar en la región.
Y el río Nazas forma parte de las cuencas endorreicas, sin salida al mar, ubicada en un sistema de Cuencas Centrales del Norte que comparten los Estados de Coahuila y Durango, con la mayor parte del cauce en el segundo estado.
La longitud aproximada desde su nacimiento y hasta su descarga en La Laguna de Mayrán es de 340 kilómetros, con nacimiento en el municipio de Indé, Durango en el punto que convergen los ríos Sextín o Del Oro y el río Ramos.[OBJECT]
Cuatro kilómetros aguas abajo del nacimiento del Nazas, se construyó la presa de almacenamiento Lázaro Cárdenas o El Palmito.
El Nazas cruza una formación orográfica única en su viaje conocida como el Cañón de Fernández, zona de reserva ecológica, donde se construyó el 14 de julio de 1966 la presa Francisco Zarco, por la entonces Secretaría de Recursos Hidráulicos (SRH), ubicada a 80 kilómetros al suroeste de Torreón.
“La naza tradicional se dejó de utilizar a finales de la década de los sesenta y en su nueva versión la siguen usando los pescadores, en la presa y en el río en cierta temporada. Una cosa curiosa, a mí me tocó la pesca del bagre y ellos se metían a las cuevas, en la parte de los sabinos, que es (árbol) que más enraiza, ellos encontraban las cuevas y sacaban el pescado. Eso era muy común”.
Recuerda que en su pueblo había un casco de hacienda que le perteneció a Antonio Lavín, patrón atípico puesto que la gente lo recuerda con estima.
dcr