Si bien Frankenstein era un proyecto de vida para Guillermo del Toro, para hacerla realidad el realizador mexicano reunió a un verdadero dream team: un grupo de colaboradores que a lo largo de más de una década se consolidó como una familia creativa capaz de materializar su universo visual y emocional.
“Todas las décadas que llevo reuniendo a mi equipo han sido para esta película. Toda la gente que ha trabajado conmigo, lo mejor de esa gente, está en este equipo”, dijo el director previo a la premiere de la película en el Toronto International Film Festival (TIFF).
Filmada entre Inglaterra, Escocia y Canadá, la cinta aprovechó la majestuosidad arquitectónica del Reino Unido y la precisión artesanal de los estudios en Toronto.
¿Cómo fue el proceso para crear a 'la criatura'?
Una de las piezas clave de ese equipo fue Mike Hill, con quien el cineasta ya había trabajado en ‘Nightmare Alley’ y ‘The Shape of Water’. En Frankenstein, Hill asumió la importante misión de dar vida a la criatura (interpretada por Jacob Elordi), un proceso que podía tomar alrededor de diez horas diarias de maquillaje y prótesis.
“Era un gran desafío rediseñar al monstruo de Frankenstein, o la criatura, como Guillermo prefiere llamarlo —explicó Hill tras la premiere en Toronto—. Cuando nos reunimos con él, dejó claro algo en lo que es realmente brillante: decirme lo que no quiere; no quería costuras gruesas ni que pareciera producto de un accidente automovilístico. Así que sabíamos que necesitábamos algo estilizado, bello y que además mantuviera el aire de época. Porque la criatura no es fea. Lo feo es lo que le hicieron. Él mismo no lo es”.
Y si bien otras versiones parecen víctimas de un accidente, el director y Hill querían su propia aproximación: “Optamos por formas geométricas y líneas deliberadas, de modo que al verlo por primera vez uno piense: ‘Alguien le hizo esto’ No fue un accidente; alguien lo cortó y lo reconstruyó a propósito”.
Otro de los colaboradores esenciales fue Evan Schiff, editor de cintas como El laberinto del fauno y Hellboy II, quien en Frankenstein enfrentó el reto de conservar la emoción y el peso narrativo de una historia monumental sin que resultara abrumadora.
“De forma constante, todos los días Guillermo llegaba temprano a la sala de edición, cortaba y unía escenas para la película y se aseguraba de que era lo que quería”, relató Schiff.
Evan explicó que el proceso de montaje fue intenso y constante, con jornadas que iniciaban antes del llamado y se extendían durante los fines de semana. El desafío, dijo, era equilibrar la escala épica del filme con la sensibilidad de las interpretaciones.
“De todos los directores con los que he trabajado, la colaboración más estrecha que he tenido ha sido con Guillermo. Nos complementamos a diario”, contó Schiff.
El diseño de producción: escenarios de hielo e imaginación en Frankenstein
En el diseño de producción, Tamara Deverell fue la encargada de traducir las visiones góticas del director en espacios tangibles, construyendo escenarios que van desde laboratorios sombríos hasta paisajes helados. La diseñadora, que ya había trabajado con Del Toro en Nightmare Alley y Guillermo del Toro's Cabinet of Curiosities abordó el proyecto tanto con la precisión de una investigadora, como con la sensibilidad de una artista.
“Guillermo se ríe porque yo hice una especie de documento tipo Wikipedia mientras investigaba sobre el barco. Creo que nos complementamos muy bien; somos muy diferentes. Él tiende a lo fantástico, a lo operático, mientras que yo me enfoco en la investigación, la historia, las medidas y la estructura. Tuve que aprender todo sobre embarcaciones y, cuando estudiaba arte, trabajé en una compañía de barcos de madera —no sé si alguna vez te lo conté, Guillermo—, así que ya tenía cierta experiencia”, rememoró Deverell.
A medida que el director definía el concepto del barco —pues no definía aún si sería de la Marina Real o danés—, ella continuó nutriendo su documento.
“Me basé en el ‘Terror’ y el ‘Erebus’, dos famosos barcos de la expedición Franklin que se hundieron en el hielo, y visité todos los museos y embarcaciones que pude”, agregó la creativa.
Luego, Deverell supervisó la construcción de un set monumental: un navío rodeado de un campo de hielo tallado a mano por decenas de artesanos. Del Toro decidió que no recurriría a efectos digitales para esta secuencia; quería un barco real, tangible, que pudiera moverse físicamente cuando lo hiciera la criatura. Para lograrlo, el equipo montó la estructura sobre un estabilizador mecánico, convirtiendo la escena en una auténtica hazaña de ingeniería cinematográfica.
“VFX ayudó en algunos detalles, pero el hielo se construyó casi por completo. Tuvimos escultores y artesanos increíbles. Terminamos filmando al aire libre, justo en el estacionamiento del estudio”, recordó Deverell entre risas. “Con Guillermo todo es más: más hielo, más textura, más detalle. Yo suelo agregar diez pies extra antes de mostrarle algo… y aun así él siempre pide diez pies más”.
—“Soy un tipo de ‘más’”, señaló Del Toro divertido.
—“Mexicano maximalista”, reviró la diseñadora.
Alexandre Desplat: la banda sonora épica para la película Frankenstein
La música fue otra pieza esencial dentro de este universo. Para concebirla, el director mexicano volvió a recurrir a Alexandre Desplat, con quien ha colaborado en títulos como The Shape of Water y Pinocchio.
El compositor que se unió a la película desde el principio, y leyó los borradores del guion dos años antes de que se iniciara la etapa de producción, reconoció que, aunque trabajar con Del Toro exige una gran entrega, también es una experiencia profundamente inspiradora.
“Trabajar con Guillermo siempre es un placer. Ama la música, disfruta colaborar conmigo, escuchar lo que propongo y lo que intento inventar para sus películas. Es un trabajo arduo, como en todos los filmes, pero este en particular tiene muchísima música”, nos dijo Desplat en la alfombra roja.
El músico destacó la complejidad de este proyecto, el más exigente de todos los que ha realizado junto al director, pues contiene más de 90 minutos de composición original grabada con una gran orquesta.
“El trabajo nunca es sencillo; no se trata solo de una escena, sino de un rompecabezas. El reto está en cómo ensamblas cada parte. Es una película con muchos clímax, y la dificultad es pasar de uno a otro, hasta llegar al final. Hay melodías que se escuchan desde el principio y que acompañan todo el viaje. Muchas de ellas fueron interpretadas por una orquesta, con un hermoso violín solista tocado por una joven violinista noruega: Eldbjørg Hemsing”, añadió Desplat.
El compositor recordó también que trabajaron en los legendarios estudios Abbey Road, en Londres, y destacó la sensibilidad del director mexicano, quien no teme conmoverse ante su propia obra.
“¿Una anécdota? A Guillermo le gusta llorar cuando la música lo conmueve. Y eso es lo mejor: tiene un gran corazón”, concluyó Desplat con una sonrisa.
Nuevos proyectos de Guillermo del Toro y su equipo creativo
Si bien Frankenstein es la culminación de un viaje creativo y vital para Del Toro, ahora está listo para abrir nuevas puertas en su carrera.
“Este proyecto cierra un enorme capítulo en mi vida”, reveló el director. “Ahora estoy preparando una adaptación en stop-motion de The Buried Giant, la novela de Kazuo Ishiguro. Será un proyecto épico, y no estará dirigido a niños; quiero explorar hasta dónde puede llegar la actuación en stop motion y construir un mundo con la misma ambición que si fuera acción real”.
El director adelantó también que ya trabaja en Fury, un guion escrito para Oscar Isaac: “Es como un regreso a los aspectos más oscuros de Nightmare Alley, un thriller muy cruel y violento. Será como My Dinner with Andre, pero matando gente después de cada plato”, bromeó.
El director, que cumplió 61 años el 9 de octubre, dijo estar en una etapa de vida más sombría: “Tengo nuevas preguntas. Ahora tengo 60 años. Así que he pasado de preguntarme quién soy, y sobre la relación padre e hijo, al arrepentimiento. Ahora estoy en la década del arrepentimiento”, concluyó entre risas.
Datos curiosos sobre Frankenstein:
- Mary Shelley empezó Frankenstein con 18 años y lo publicó anónimamente en 1818; su nombre apareció hasta la segunda edición de 1821.
- El subtítulo original era “or, The Modern Prometheus” (“o, el Prometeo moderno”), conectando la novela con el mito del titán que roba el fuego a los dioses.
- El monstruo no se llama “Frankenstein” en la novela; carece de nombre y es aludido como “criatura”, “demonio”, “engendro”… La confusión masiva llegó tras el film de 1931.
- En el libro no se explica con detalle el método de animación ni se insiste en la electricidad; la imagen del cadáver “cosido” y electrocutado es, en gran parte, herencia del cine.
- La obra está impregnada de influencias literarias: Paradise Lost de Milton (que la criatura lee), The Rime of the Ancient Mariner de Coleridge y debates intelectuales de la época (galvanismo, Ilustración/Romanticismo).
- Los manuscritos de la edición original (1816–1817) se conservan hoy en la Bodleian Library (Oxford), y ediciones modernas comparan el texto de Mary con intervenciones de Percy Shelley.