Hace 91 años, un pequeño grillito cantor nació para acompañar a generaciones enteras de niñas y niños con canciones que aún hoy, casi un siglo después, siguen siendo parte de la memoria colectiva de México. Se llama Cri Cri , el personaje creado por Francisco Gabilondo Soler, aquel músico, narrador y soñador que en 1934 comenzó a transmitir desde la XEW historias hechas canción. Su legado continúa tan vivo que cada acorde, cada verso de “El ratón vaquero”, “La patita” o “Los tres cochinitos” sigue despertando sonrisas y nostalgia.
Este 2025, ese legado se celebró con una segunda edición del Festín Mustin, un encuentro musical, escénico y familiar que cada año rinde tributo a Cri-Cri y su universo. El festival cerró su edición en el Centro Nacional de las Artes (Cenart) con una jornada que unió música, teatro, talleres y lecturas, todo en torno a la imaginación infantil y al poder transformador de las canciones.
Un trabajo de tres meses duró toda la vida
Desde su arranque, el Festín Mustin buscó renovar la conexión con el público más joven, y lo logró con una asistencia que superó las 10 mil personas durante el fin de semana, muchas de ellas familias completas que llegaron para cantar los clásicos y descubrir nuevas versiones de las melodías del “Grillito Cantor”, quien el pasado 15 de octubre celebró un año más de existencia.
“El cumpleaños de Francisco Gabilondo era el 6 de octubre, pero desde 1935 dejó de festejarlo y prefería celebrar el cumpleaños de Cri Cri. En serio, para él dejó de ser importante su nacimiento y la fiesta era para el ‘Grillito cantor’, porque de cierta forma, era quien le había dado voz a lo que él realmente era. Siempre fue una fecha muy significativa porque fue el proyecto que le cambió la vida: de ser un joven pianista, compositor, que trataba de hacerse un espacio en el entretenimiento radiofónico de los años 30, de pronto se topa con esta idea, este proyecto de hacer canciones para niños, empieza a hacerlo con mucho entusiasmo, con el mejor oficio posible y pues resulta que, lo que él pensó que le iba a durar tres meses, se convirtió en su proyecto de vida”, recuerda Tiburcio Gabilondo, hijo del compositor.
El programa de este año incluyó también presentaciones de la Orquesta Sinfónica Juvenil de la Ciudad de México, que interpretó arreglos contemporáneos de los temas más emblemáticos de Cri-Cri, así como un espectáculo de títeres y marionetas que dieron vida a letras como “La muñeca fea” y “El comal le dijo a la olla”. Además, se realizaron talleres de composición musical para niños, lecturas dramatizadas de cuentos inéditos de Gabilondo Soler y una exposición con objetos personales del compositor, incluyendo partituras originales, discos de acetato y fotografías familiares que pocas veces habían sido mostradas al público.
El hijo de Francisco Gabilondo Soler, quien ha sido el guardián del legado de su padre durante las últimas décadas, participó activamente en el cierre del festival y adelantó algunos proyectos que buscan mantener vigente la figura del autor veracruzano, entre ellos un libro de historietas basado en las aventuras del inolvidable personaje, con imágenes del ilustrador Alejandro Zárate Orozco. La canción “La cacería” y el conejo Blas, que se hicieron famosos gracias a artistas como Pedro Infante, serán la primera entrega.
“Justamente creo que el gran mérito de Cri Cri es ser un gran observador y narrador de la vida cotidiana. Evidentemente se puede pensar que los niños han cambiado, ahora, tan involucrados en la tecnología, pero lo que ha cambiado es su circunstancia, ellos siguen siendo niños. Los niños siguen yendo a la escuela, viendo como sus padres batallan con el gasto de la casa, teniendo amistades, recibiendo el cariño de abuelos y de familiares cercanos… pues Cri Cri habla de todo eso —añade Tiburcio Gabilondo—. Entonces, no importa si fuiste un niño en los años 30, en los 50 o ahora en el siglo XXI. Hay cosas que siguen siendo de todos los días y además, para el niño, siempre son nuevas. Por eso Cri Cri sigue teniendo vigencia, porque te habla de cosas que tienen sentido, terrenales, y eso es lo que te crea una vinculación, parte de una narrativa muy linda, con muy buena música, con un lenguaje muy rico y por eso las canciones siguen teniendo esa vigencia”.
La vigencia de Cri-Cri no es casual. Sus canciones han sido reinterpretadas por orquestas, artistas contemporáneos y grupos escolares en todo el país. Sus letras, escritas con precisión literaria y un oído musical privilegiado, se han convertido en una especie de mapa emocional que atraviesa generaciones. Quizá por eso su figura sigue inspirando a músicos y narradores que encuentran en él una fuente inagotable de creatividad.
Entre los anuncios más sorprendentes está la preparación de una bioserie sobre la vida y obra de Francisco Gabilondo, que actualmente se encuentra en fase de desarrollo.
“Existe una película biográfica sobre sus primeros años, luego de la creación de Cri Cri, que en realidad no es muy fiable. Le modificaron muchas cosas para poder hacerlo, según ellos, más interesante y más dramático. La vida de Francisco Gabilondo, o don Pancho, como lo conocían los cercanos, ya era bastante interesante, pero tenían que darle una idea de drama mexicano y acomodaron algunas cosas”, expresa el actual director de la empresa GabSol. “Pero definitivamente sí, yo creo que valdría mucho la pena hacer una biopic sobre mi padre, porque una película siempre se va a quedar corta respecto a la vida de cualquier artista. Hay un trabajo biográfico que se está realizando para que, justamente, esté lo más documentado posible respecto al autor, y yo creo que es un ejercicio que sí vale la pena, no solo en el caso de Cri Cri, sino de autores mexicanos de los que, a veces, se quedaron con la leyenda negra muy distinta a la realidad”, afirma.
Lo cierto es que Francisco Gabilondo Soler fue pionero en entender que el arte infantil podía tener profundidad, humor y ternura, sin subestimar a su público. Su música ha trascendido épocas porque, más allá de su carácter lúdico, encierra valores universales: la curiosidad, la empatía, el respeto y la imaginación. Escuchar hoy “Caminito de la escuela” o “El ropero” es volver a una infancia sin pantallas, donde esa voz acompañaba tardes enteras y enseñaba sin que uno se diera cuenta. Y mientras exista un niño dispuesto a imaginar, a inventar mundos y a cantar sin miedo, Cri-Cri seguirá vivo. No solo en las canciones, sino en el eco de todas las voces que alguna vez lo escucharon antes de dormir.
jk