La historia del tapatío Benjamín Gloria Pérez, conocido en la industria musical como "Tamal", es un testimonio de pasión, ingenio y perseverancia.
Tiene nueve años como baterista y percusionista de la superestrella colombiana Juanes. Es responsable de que cada golpe de tambor, cada vibración de platillo en el escenario suene exactamente como debe: impecable, potente y lleno de vida. Pero el camino hasta las grandes ligas de la música internacional comenzó lejos de los auditorios repletos, en el humilde ritmo de unas cubetas y palitos en la colonia Paseos del Sol.
“Yo empecé desde muy chico, me recuerdo que como a los 6 años de edad, cuando vi la película de La Bamba y yo me quedé, así como, ay, ¡tengo que yo dedicarme a eso! Porque la música como que movió muchas cosas en mí. Y empecé a tocar más o menos como a esa edad, como a los 6 años”, compartió Benjamín Pérez en entrevista exclusiva para Milenio.
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Aprendió a tocar con lo que fuera hasta por fin tocar un instrumento
Sin recursos para una batería, encontró su primera oportunidad en la iglesia del Señor de la Salud de su colonia, no por fervor religioso, sino porque ahí había un instrumento que podía tocar.
“Era un poco más difícil tener acceso en México a buenos instrumentos. Entonces, pues yo me enseñé a tocar en los sillones de la sala de mi casa, eh, siempre me gustó la música de los Beatles, este, música rock, entonces yo sacaba las canciones con unos popotes, me acuerdo, de unos cilindros, los forraba yo con cinta aislante para que tuvieran peso y ahí me ponía a darle, a darle hasta que sacaba las canciones”, dijo.
Su verdadero aprendizaje técnico comenzó como parte del staff de Rostros Ocultos. Entre ferias y foros con equipos limitados, pero la verdadera oportunidad llegó con una llamada inesperada que lo cambió todo: se necesitaba un suplente urgente para la gira de Juanes.
El momento en el que su carrera se definió
La colaboración con el astro colombiano trajo consigo una gran responsabilidad, según señaló Benjamín:
“Trabajar con Juanes es mucha, mucha responsabilidad, pero también es algo que me ha dado muchísimas cosas muy padres. Juanes, como artista, es muy, muy, muy exigente, es muy perfeccionista, le gusta que todo salga súper bien, él quiere que el show siempre la gente salga súper contenta”, comentó.
Tras una gira por Europa y con el apoyo de su esposa, le ofrecieron el puesto fijo. No solo eso, pues se especializó como drum doctor, afinando y diseñando el sonido de baterías en estudio.
“Ahora, Juanes como jefe, como amigo, como humano, es excelente, es excelente, él se preocupa por todo el crew, nos saluda a todos, sabe los nombres de todos, sabe los nombres de las familias, te pregunta cómo está tu gente, cómo la has pasado, o sea, la verdad es que él tiene una calidad humana muy, muy grande y también en lo profesional es un artista que te deja crecer”, señaló.
Una vida atareada y emocionante
Gloria expresó lo atareada que es la vida al estar de gira, y como esta es una llena de contradicciones: camaradería y roce, emoción y desgaste.
“La verdad es que sí, se lleva a veces una vida muy solitaria, pero también se viven cosas muy, muy padres. Sobre todo, cuando la adrenalina que va a salir del artista y ves la reacción del público, las luces y el sonido y todo eso, es una adrenalina muy, muy padre”, dijo.
Hoy, trabajando en Estados Unidos sigue en la trinchera del sonido, asegurando que cada noche, en cada ciudad del mundo, la batería de Juanes suene "increíble".
Su trabajo fue clave en el álbum Vida Cotidiana de Juanes, que le valió dos Grammy como parte del equipo de grabación.
“El año pasado yo tuve la oportunidad de colaborar en el disco, en el de Vida Cotidiana, gracias a Dios me siento súper orgulloso, eso le sucedió a un tapatío que ganó dos Grammys, un Grammy latino y el Grammy americano con esa producción y la verdad es que estoy muy, muy contento y tengo muchas cosas que agradecer a Juanes y a todo el crew y a toda la gente con la que trabajo”, sentenció.
SG
