"¿Listo, chef?" —"Listo". Así empieza la conversación con Alejandro Rodríguez, chef encargado de alimentar a las atletas más destacadas del golf internacional durante el México Riviera Maya Open at Mayakoba. No es una tarea cualquiera: es cocina de alto rendimiento, sí, pero también es cocina con alma, con memoria, con estrategia.
"Muchas gracias por recibirnos aquí en su casa, en su restaurante, donde, pues, a base de elementos simples, se hace magia", le digo mientras estamos frente al enorme ventanal que da vista a la selva. Él sonríe, sabe que la magia se cocina con orden, ciencia y, sobre todo, respeto al cuerpo y la cultura de quienes llegan a su mesa.
"Es complicado, sí", reconoce, "porque el entorno de la LPGA es exigente, pero todo se basa en planificación y un gran equipo detrás. Tenemos que pensar en las jugadoras que vienen de todo el mundo, con diferentes dietas, culturas y hábitos alimenticios. El reto está en lograr que todas se sientan bienvenidas… desde el plato".
Aquí, cada menú es un mapa. En el desayuno, avena, frutas frescas, huevos, smoothies, algo de grasa animal —como tocino o salchichas— para aquellas que lo requieren. En la comida, el menú evoluciona. "Después de 18 hoyos, llegan hambrientas y cansadas. Entonces buscamos que la comida les devuelva energía: proteínas como pollo o pescado, pasta, carbohidratos, una estación grande de ensaladas con atún, huevo o pollo. Siempre variado, siempre balanceado".
La cocina, me dice, también es memoria. "Una vez una jugadora me dijo: 'la pasta me recordó a la que hacía mi abuela'. Ese tipo de comentarios son los que más me llenan. Porque cocinar también es traer un pedacito de casa hasta aquí. Crear momentos que se vuelvan inolvidables".
Aunque el servicio es tipo buffet, la libertad de elegir es parte de la experiencia. "Cada una sabe lo que necesita, lo que le gusta, lo que su cuerpo les pide", dice el chef. "Nosotros solo ponemos las herramientas, los ingredientes, y ellas se sirven de acuerdo a su propio plan nutricional".
En medio de todo este profesionalismo no se pierde el calor humano. El chef entiende que no se trata solo de alimentarlas, sino de cuidarlas. "Mantenemos los mismos estándares de sanidad e higiene del hotel en todo lo que hacemos aquí. Sabemos lo que está en juego".
Antes de despedirnos, lanza una última invitación, que suena más como una promesa: "Vengan al torneo, disfruten de lo que ofrece la Riviera Maya, y vivan esta experiencia en Mayakoba".
Y si tienen suerte, quizás el chef los haga sentir, aunque sea por un bocado, como en casa.
RGS