Y suena la campana… Lo que para muchos es un simple sonido metálico y agudo, para otros representa el inicio de una historia representada en máscaras, sudor y pasión, donde la poética filosofía del bien contra el mal, esa que hemos visto en cuentos y relatos reales se convierte en un deporte espectáculo, llamado lucha libre.
Un deporte que ha sabido evolucionar
Es bien sabido que este arte ha ido evolucionando, junto a las técnicas, acrobacias y formas de contar una historia, los luchadores hoy en día han sabido plasmar con el tiempo un homenaje digno a sus antepasados. Lo que los caracteriza, dos bandos, los técnicos, los que representan el bien, 'los buenos', y por el contrario los rudos, aquellos que representan el mal, 'los malos'.
En México todo comienza con Salvador Lutteroth -considerado padre de la lucha libre mexicana- y Francisco Ahumada, dos promotores quienes tuvieron una visión clave, llevar el arte del pancracio a la gran Arena México, en una época de cambios en el país, en lo que a partir de entonces se volvería parte de la cultura mexicana trascendiendo a tal grado que las figuras de la lucha llegaron a la televisión y cine, inmortalizándolos en personajes de culto.
Aunque, contrariamente a la creencia popular, la lucha libre no es un deporte mexicano, sino que proviene de la lucha grecorromana, un deporte proveniente de Grecia practicado hace más de dos mil años.
Pasaron décadas y la lucha libre tomó más relevancia en el país, llegando la famosa época de oro con luchadores icónicos como el enmascarado de plata, El Santo - de los más famosos - junto a Blue Demon, el Huracán Ramírez, los Villanos I,II,III y IV, el cavernario Galindo, Black Shadow, entre otros.
Niños junto a sus abuelos, familias completas abarrotaban las arenas y coliseos más importantes, lo que llamaba más la atención, las máscaras, los pantalones, capas y botas de materiales brillosos y de apariencia plástica con una extensa gama de colores vivos deslumbraban las pupilas de los que en ese momento ya eran fanáticos de un deporte que había llegado para quedarse.
Ya en el cuadrilátero, después de percibir las fabulosas entradas venía lo bueno… Entre golpes, llaves, acrobacias y entretenimiento debía de haber dos bandos, uno que representara el bien, y el otro el mal, y así surgió, los técnicos contra los rudos.
¿Por qué surge la rivalidad entre los técnicos y los rudos?
Para que el aficionado se sintiera identificado y asistiera eventualmente a los espectáculos los promotores de la época, gracias a su increíble visión, formaron dos bandos - rudos y técnicos - para que entre ellos disputaran títulos, máscaras y en algunos, sus cabelleras. Debemos recordar que lo que distingue a la lucha libre es su espectacularidad y entretenimiento resultante de las proveniencias del arte escénico. Esto último es sumamente importante para entender que en cualquier historia siempre se combate lo que para muchos es el bien y lo que para otros es el mal, naciendo así la trascendente rivalidad que hizo aún más que el fanático empatizara con ello.
No siempre los buenos ganan, en ocasiones los malos triunfan, ya sea con alguna trampilla bajo la manga o sobre todo, astucia. Pero no siempre ha sido así, la idea se ha ido modificando y para bien, un técnico puede enfrentarse a otro de su mismo bando y viceversa con los rudos, lo que ha añadido más sabor a la carne.
Los técnicos
Este nombre peculiar es lo que es, son aquellos que son buenos técnicamente y no requieren de hacer el mal para triunfar. La gente deposita toda su confianza en ellos, les aplauden al salir, los alaban, los quieren por lo que son, por lo que representan. Esa honorabilidad, justicia y lucha limpia, sin trampas ni artimañas hace que siempre busquen ganar de manera correcta.
Su conexión emocional y hasta espiritual con el público los enaltece. La limpieza en sus movimientos los hace dignos de ser quien son y lo que representan en el deporte espectáculo, modelos a seguir. En cine, televisión y revistas, los técnicos han sido siempre figuras míticas.
En las antesalas de los buenos en la lucha, han pasado un sin fin de atletas claves que sin ellos no se entendería lo que es hoy, desde mexicanos, estadounidenses, hasta japoneses, rusos y un sin fin de técnicos.
Algunos técnicos destacados tanto mexicanos como internacionales
El Santo, Blue Demon, Mil Máscaras, Huracán Ramírez, Tinieblas, El Hijo del Vikingo, John Cena, Rey Mysterio, Ricky Steamboat, Hiroshi Tanahashi, Kota Ibushi, Kazuchika Okada, Owen Hart, entre muchos otros por mencionar quienes han representado esta facción del bien alrededor del mundo en el ring.
Los técnicos y en otras jergas populares conocidos como ‘Face’ llevan consigo la batuta de continuar con la filosofía implantada, sin embargo algunos dan un giro inesperado y el lado oscuro tarde o temprano los invade.
Los rudos
El bando oscuro, irreverente y fascinante a la vez, le dan sabor a la lucha libre, los villanos de la historia que intimidan, provocan y rompen las reglas.
Ellos generalmente siempre tienen un as bajo la manga, jalan las máscaras a aquellos que portan, distraen al réferi, en ocasiones atacan antes de que suene la campana, aprovechan cualquier descuido para ganar sin importarles que los abucheen, ellos viven de eso, de las reacciones del público aunque sean insultos, es su sustancia vital diaria. Humillan al rival a más no poder, son salvajes al momento de combatir. Dominan la narrativa de la lucha. En otras jergas conocidos como ‘Heels’.
EL DATOEL SANTO RUDO
Incluso, el héroe favorito de todos, el más famoso, El Santo, quien fuera el ídolo del pueblo en alguna ocasión fue de este bando al ser descalificado por el mal uso de una llave, siendo abucheado instantáneamente ante una arena que no podía creer lo que acababa de ocurrir ante sus ojos. No permaneció mucho tiempo en esta faceta.
Algunos rudos destacados tanto mexicanos como internacionales
Blue Panther, Perro Aguayo, Pierroth, Cien Caras, Hijo del Perro Aguayo, Dr. Wagner Jr, Randy Orton, Brock Lesnar, Hollywood Hogan, Último Guerrero, Villano I,II,III y IV entre muchos otros grandes.
Al final, la eterna batalla entre técnicos y rudos no sólo vive en el cuadrilátero, habita en el corazón del público. Cada función se convierte en un escenario donde se representan nuestras propias luchas internas, donde a veces vence la nobleza y otras la astucia. La rivalidad trasciende la simple idea de buenos contra malos, un reflejo cultural de cómo entendemos la justicia, el honor, la rebeldía y la pasión.
Porque la lucha libre no es únicamente un deporte espectáculo: es un relato vivo que evoluciona con cada generación. Los héroes cambian, los villanos se reinventan, las máscaras caen, las leyendas nacen
Y así, mientras la campana vuelve a sonar, se renueva la promesa de que en el ring siempre habrá dos fuerzas listas para chocar. Una lucha eterna, vibrante, que forma parte del alma mundial. Una historia que jamás dejará de contarse.
JETL