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CMB y una visita que desnuda heridas, pero también brinda esperanza

La Hacienda Nueva Vida, en Ecatepec, recibió la visita del Mauricio Sulaimán en reconocimiento a su labor para quienes buscan reencontrar su camino

Hay lugares donde la vida se detiene y otros donde la vida, tozuda, vuelve a brotar. Hacienda Nueva Vida, en Ecatepec, pertenece a la segunda categoría. No es un templo ni un gimnasio ni una sala de juntas, pero tiene algo de cada uno: ahí se ora, se suda, se llora, se cae y se vuelve a levantar. Y fue ahí donde el Consejo Mundial de Boxeo decidió plantarse para mirar de frente a quienes están peleando su combate más íntimo: la desintoxicación, la salud mental, la dignidad.

Mauricio Sulaimán llegó sin aspavientos, pero con esa vibra de quien sabe que está entrando a un terreno sagrado: el de la segunda oportunidad. Con esa serenidad que siempre usa para dar golpes sin lastimar, soltó una de esas frases que se clavan:

Nos sentimos muy especial viniendo aquí, donde la vida vuelve a quienes buscan cambiar su vida. Todos nos equivocamos, todos perdemos el control en algún momento, pero también todos merecemos otra oportunidad.”
El dirigente del CMB habló del regreso a su ciudad natal previo al evento de boxeo programado para el próximo sábado en Reynosa
Mauricio Sulaimán (Instagram @wbcmoro)

No habló desde el podio, habló desde el alma. Y eso se notó. Miró a los internos como quien mira a un peleador cortado en la ceja al que todavía le queda corazón para otro round. Les recordó que afuera los esperan —papás, hijos, hermanos, mujeres que ya se cansaron de llorar, pero no de esperar— y que nadie tiene derecho a juzgar lo que cada uno carga adentro. El boxeo, alguna vez condenado por violento, se convirtió ahí en metáfora perfecta: una esquina que sostiene cuando el mundo se te viene encima.

Y si alguien entiende esa caída y ese levantarse es Aarón Silva, director de Hacienda Nueva Vida. El hombre que hoy dirige un centro de rehabilitación impecable, limpio y funcional, empezó su historia abajo del todo. Catorce años consumiendo drogas, catorce años perdido en una bruma emocional donde el alcohol o la sustancia son apenas el síntoma, no la raíz. “Por la gracia de Dios, me rehabilito”, cuenta sin drama, sin lástima, como quien narra la parte más cruda de su propio reportaje. Y con esa libertad decidió fundar esta casa hace dieciséis años, para regresar un poco de lo que la vida le quitó… o le devolvió.

Dieciséis años después, trece mil personas han cruzado estas instalaciones: artistas, deportistas, gente de calle, campeones que perdieron peleas más duras que las del cuadrilátero. Y el centro está vivo: panadería, tortillería, purificadora, dentista, lavandería, cafetería. No es un encierro; es una escuela emocional donde los internos se levantan a las seis y media, limpian, oran, se escuchan, se confrontan.

Entre ellos, recién recibido, aparece Ángel “Tashiro” Fierro. Su caso fue público, su caída también. Llega cargando depresiones viejas, inseguridades nuevas y esa confesión brutal de quienes crecieron sin red: “Nunca fui nada, vengo de abajo, y hoy que tengo… no lo supe manejar.” El boxeo te enseña a aguantar golpes; la vida te enseña que a veces no basta. Por eso está aquí, buscando ayuda emocional antes de que la cuerda floja reviente.

Aarón lo explica sin rodeos: aquí no solo se atienden adicciones. Aquí se atiende la raíz: depresión, ansiedad, vacíos que duelen más que cualquier derechazo. Porque al final, la adicción es apenas la sombra; la herida verdadera está en el alma.

Sulaimán lo sabe. Y por eso cerró su visita con un gesto que pocas veces se ve en el deporte profesional: compromiso real. “El Consejo Mundial del Boxeo siempre va a estar en tu esquina”, le dijo a Aarón, reconociendo no solo el trabajo del director, sino el de todo el equipo que sostiene esta hacienda: nutriólogos, entrenadores, cocineros, terapeutas. Gente que salva vidas sin reflectores, sin cinturones, sin dinero de por medio.

Y lo remató invocando a un testigo incómodo y luminoso: Miguel Ángel González, ejemplo viviente de que sí se puede salir, de que las glorias perdidas pueden recuperarse aunque sea en otra dimensión, en otra vida.

Hacienda Nueva Vida no presume milagros. Presume trabajo. Presume humanidad. Presume un brazo extendido para quien esté listo para tomarlo.

Para quien lo necesite:

Hacienda Nueva Vida —Ecatepec, Estado de México.

Teléfono: 52 33 10 80.

Porque sí, el boxeo es una salida de las adicciones. Pero sobre todo, la salida empieza cuando uno se atreve a pedir ayuda.

CIG


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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