El 19 de septiembre de 1985, el sismo derrumbó edificios, casas, avenidas y modificó el paisaje urbano del entonces Distrito Federal, dejando una huella imborrable en la memoria colectiva de nuestro país.
En medio de la tragedia, el ámbito deportivo se detuvo; en un principio, por decreto presidencial, todas las actividades cívicas, deportivas y culturales pararon durante tres días en señal de duelo; sin embargo, conforme pasaron las horas y los días, se incrementaron los daños. Las medidas de seguridad aumentaron y la prioridad fue salvar vidas y levantar a los caídos.
El Mundial de 1986 peligró
Apenas pasaron unas horas y tanto la FIFA como la prensa internacional no tardaron en especular sobre el terrible acontecimiento, preguntándose si México contaría con las medidas de seguridad adecuadas para recibir a miles de visitantes, equipos y directivos para la Copa del Mundo del año siguiente.
En Londres, Harry Cavan, vicepresidente ejecutivo de la FIFA, habló con la Radio BBC. Dijo que el torneo podría postergarse hasta 1987. "La FIFA está ahora en una situación muy difícil, es difícil imaginarse cómo México va a ser capaz de recibir a 24 equipos que participarán en la Copa Mundial ya todos los dirigentes del evento".

El periódico alemán Bild Am Sontag informó que la FIFA tenía dudas de que México pudiese reedificar los hoteles, establecer la red de comunicación vial, telefónica y televisiva por la magnitud de la tragedia, por lo que el Mundial podría moverse a Alemania Federal.
Y durante una reunión de urgencia en Río de Janeiro a la que acudieron el presidente Joao Havelange y Abilio de Almeida, miembro del Comité Ejecutivo de la FIFA, se garantizó que el Mundial seguiría en México y, aunque no se conocía la magnitud, "no se puede cambiar de sede cuando faltan nueve meses para el inicio porque ya está todo preparado”" Havelange también dijo que "el Campeonato Mundial de 1986 no será disputado en México si el presidente Miguel de la Madrid así lo solicita oficialmente a la FIFA".
Pero el presidente del Comité Organizador del Mundial, Guillermo Cañedo, viajó a Sevilla y manifestó que pese a la enorme tragedia, esto no representaba ningún peligro en las estructuras de los estadios; incluso declaró para La Afición: “Aunque por el momento no sabemos con exactitud los daños ocasionados por el terremoto en los diferentes estadios de futbol, tenemos el tiempo suficiente para remediar los posibles desperfectos en los mismos y estoy convencido de que México 86 será un éxito”.

Un día después de la tragedia, el Comité Organizador emitió un comunicado a la FIFA, en el cual informó que los estadios e instalaciones no sufrieron daños, ya que esa misma tarde los ingenieros y arquitectos miembros del mismo Comité revisaron los estadios de la capital y los del interior del país (los que eran sedes) y todos se encontraban en perfectas condiciones.
"Los estadios, hoteles, aeropuertos y demás infraestructura que será utilizada durante la Copa no presentan ningún daño. La respuesta de la gente que desea venir al Mundial está esperando la inauguración y será todo un éxito", declaró Cañedo sobre un Mundial que, eventualmente, brilló no solo por goles, estadios y victorias, sino porque se demostró que incluso entre los escombros México se levantó.

Suspensiones necesarias
El III Maratón de la Ciudad de México, previsto para realizarse el 22 de septiembre, se pospuso en primera instancia para el 20 de octubre. Más de 22 mil atletas inscritos se hundieron entre la duda y el temor; los competidores extranjeros regresaron a su país en medio del caos y los organizadores plantearon modificar la ruta, ya que las avenidas contempladas en el trayecto inicial estaban en ruinas. Se realizó en diciembre, con salida y meta en el Autódromo Hermanos Rodríguez.
El Hipódromo de las Américas paró sus actividades: 11 carreras se reprogramaron hasta dos semanas después, pues las instalaciones debían ser inspeccionadas y aseguradas por el personal especializado. En Xochimilco, la Federación Mexicana de Canotaje suspendió su Campeonato Nacional en la pista Virgilio Uribe, celebrándose hasta el 12 y 13 de octubre.
Transformaciones obligadas
Con una ciudad en ruinas, hospitales colapsados y el agotamiento de los servicios forenses, el Parque del Seguro Social, uno de los espacios más emblemáticos de la capital, dejó de ser un estadio para convertirse en un símbolo de luto nacional. El diamante se cubrió de sábanas blancas y cuerpos de las víctimas mortales. Muchas familias asistieron con fotografías en mano, con la esperanza de reconocer a sus seres queridos entre los cadáveres que ahí se encontraban.

La Federación Mexicana de Futbol ofreció su ayuda para utilizar sus instalaciones como centro de acopio, iniciando una campaña de recolección dirigida a los jugadores, directivos y reporteros, así como a la sociedad en general para organizar y clasificar los víveres que llegaban.
La Dirección General de Promoción Deportiva del Distrito Federal (PRODDF) convirtió sus instalaciones en un refugio improvisado. Lo que era un centro de entrenamiento se volvió en el hogar temporal de los damnificados; las canchas pasaron a ser bodegas de almacenamiento; empleados, profesores, entrenadores y los médicos del instituto cambiaron sus rutinas y recibieron las donaciones. Más de 200 personas encontraron un hogar temporal en medio del desastre.
El sismo que marcó a México por generaciones, también es la muestra más clara de solidaridad y unión de un país entero.
RGS