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  • Baltimore Ravens, de ser favorito absoluto al Super Bowl, a una decepción

Baltimore Ravens, de ser favorito absoluto al Super Bowl, a una decepción en la NFL (AP)

Con Lamar Jackson lesionado y muchos otros jugadores clave fuera por molestias, los Ravens, que eran vistos como los principales candidatos a alzar el trofeo Vince Lombardi, llevan un triunfo en cinco partidos y el panorama luce repleto de dudas

La temporada 2025 de la NFL estaba destinada a ser la cúspide de una era para los Baltimore Ravens. Etiquetados por analistas y casas de apuestas, junto a los Buffalo Bills, como los grandes favoritos para alzar el trofeo del Super Bowl LX, el equipo de John Harbaugh se perfilaba como una fuerza imparable.

Después de todo, tienen en sus filas a un quarterback con pedigrí de dos veces MVP, Lamar Jackson, rodeado de un roster catalogado por muchos como el más talentoso en la historia reciente de la franquicia y entre los 32 equipos participantes.

Sin embargo, cinco semanas de competencia han desmoronado esta ilusión, dejando a los Ravens sumidos en una crisis con un récord desolador de 1-4. La cumbre de esta debacle se alcanzó el pasado domingo, cuando el equipo fue humillado en casa por un marcador de 44-10 ante los Houston Texans, un equipo que, irónicamente, llegaba al encuentro con una de las ofensivas menos productivas de la Liga.

La situación es más que una simple racha de mala suerte; es un colapso sistémico. Las derrotas han llegado a manos de los Buffalo Bills, Detroit Lions, Kansas City Chiefs y Houston Texans, todos equipos con distintos niveles de habilidad, lo que sugiere que el problema reside en la propia estructura de Baltimore y no solo en la calidad de sus oponentes.

​Su única victoria fue un ajustado triunfo contra los Cleveland Browns, un equipo que, a pesar de pertenecer a la competida AFC Norte, está lejos de ser considerado un contendiente serio o con aspiraciones reales de postemporada.

Lo peor es que, tras la paliza propinada por los Texans, los Ravens han igualado el peor inicio en la historia de la franquicia (1-4), una marca nefasta que solo el equipo de 2015 había tocado y que finalizó con un decepcionante 5-11.

El vestuario se encuentra en un estado de shock, reflejado en las declaraciones: el ala cerrada Charlie Kolar encapsuló el sentimiento de impotencia: “Ojalá tuviera mejores respuestas... Ojalá tuviera mejores respuestas”.

El head coach, John Harbaugh, cuya reputación está ahora en juego, se mostró visiblemente aturdido y decepcionado, reconociendo sin rodeos: “Nos ganaron de todas las maneras posibles. No esperaba ver eso. Pensé que jugaríamos mucho mejor, basándonos en cómo entrenamos”.

Este nivel de rendimiento ha convertido a los Ravens en el equipo más decepcionante de toda la NFL tras el primer mes de la campaña. El desconcierto de Harbaugh era compartido por los veteranos; el linebacker externo Kyle Van Noy ofrecía largas pausas y suspiros antes de responder a las preguntas de la prensa, evidenciando la incapacidad colectiva para explicar por qué una plantilla considerada de las mejores y más profundas no logra plasmar su potencial los días de partido.

Lesiones que han afectado

La explicación superficial y más sencilla para este dramático colapso es la plaga de lesiones que ha diezmado al roster. Los Ravens se enfrentaron a Houston sin al menos ocho titulares, siete de los cuales fueron Pro Bowlers en 2024. La baja más sensible es, sin duda, la de su líder y motor, Lamar Jackson, quien padece una lesión en el tendón de la corva y cuya fecha de regreso sigue siendo incierta.

Lamar, a quien Harbaugh había elogiado como un pasador “históricamente grande” antes de la temporada 2025, es la pieza que cohesiona todo el plan ofensivo de Baltimore. Sin embargo, culpar únicamente a las ausencias sería simplificar demasiado un problema estructural. Porque un equipo al que le faltan seis Pro Bowlers, incluyendo a su quarterback estrella, no puede esperarse que sea más que un desastre, pues la ausencia de piezas ha alterado por completo la fórmula ganadora que el staff de coacheo había ideado.

La ofensiva, dirigida por el quarterback suplente Cooper Rush, se ha mostrado anémica y propensa a errores catastróficos. Rush lanzó tres intercepciones contra Houston, sumando un rendimiento de 179 yardas y ningún touchdown. Su actuación no fue el único problema, pero sí un claro reflejo de que la infraestructura ofensiva sin Jackson carece de creatividad y consistencia. Rush tuvo una buena primera serie ofensiva, pero luego la unidad no pudo salir de su propio camino ni bloquear a los Texans, lo que subraya las fallas fundamentales en la ejecución.

Pero el problema no se limita al quarterbck. La infraestructura ofensiva, diseñada para potenciar el juego terrestre con la adición de Derrick Henry, también está fallando. Los analistas señalan que la línea ofensiva, que ya tenía problemas de edad y propensión a lesiones, ha mostrado una deficiencia clara en el bloqueo terrestre, dejando a Henry sin espacio para operar y, posiblemente, sintiendo los efectos de sus 30 años y su alto volumen de acarreos históricos.

Ravens descartan a Lamar Jackson para el partido contra los Texans en la NFL.
Ravens descartan a Lamar Jackson para el partido contra los Texans en la NFL (AP)

Ante Houston, Henry tuvo apenas 15 acarreos para 33 yardas. Además, el bloqueo terrestre de Baltimore ha sido deficiente, y aunque el fullback Patrick Ricard regresará pronto, no solucionará toda la penetración que permite la línea ofensiva.

Con estas problemáticas, tanto el centro Tyler Linderbaum con el resto de la unidad deben responder, ya que la ofensiva, incluso antes de la lesión de Jackson, luchaba por cerrar los partidos con autoridad, un rasgo que definía a los grandes equipos de Baltimore en el pasado.

En otras palabras, los Ravens están sufriendo en la línea de golpeo, lo que es preocupante para una franquicia históricamente construida sobre la fortaleza física.

La defensa ha sido un desastre bajo su coordinador defensivo

Mientras la ofensiva ha perdido a su líder, la defensa es la que ha mostrado fallas más profundas y preocupantes. La unidad que históricamente ha sido la fortaleza de la franquicia se ha convertido en una debilidad, siendo catalogada como un desastre incluso antes de que las bajas se acumularan.

El partido contra los Texans fue una evidencia más que clara de esta debilidad. Fue el cuarto de cinco partidos en el que la defensa permitió más de 30 puntos y 300 yardas. Lo que es aún más revelador es su incapacidad para generar intercambios de balón: por cuarta vez en cinco partidos, la defensa no logró recuperar el ovoide de las manos del oponente.

Esto es crítico, ya que la filosofía defensiva de los Ravens se basa en la agresividad y en forzar errores para darle el balón a su ofensiva. Permitieron que CJ Stroud y unos Texans, cuya ofensiva era la número 29 en anotación, anotaran en sus primeras ocho posesiones y acumularan 417 yardas totales. La defensa, que salió con cinco novatos en el campo, jugó con base en su experiencia, sin forzar un despeje hasta la novena serie ofensiva de Houston, mucho después de que terminara la parte competitiva del partido, es decir, ya en el llamado ‘tiempo basura’.

Esta crisis ha dirigido la lupa del escrutinio hacia el coordinador defensivo, Zach Orr. Su unidad ha permitido 119 puntos en los últimos tres juegos, forzando solo cinco despejes y cero pérdidas de balón en 28 series ofensivas completas, con lo que es normal cuestionarse si Orr ha demostrado ser la mente defensiva exitosa que Harbaugh veía cuando lo ascendió en 2024.

La falta de ajustes, a pesar de que los rivales han estado creando un ritmo durante todo el partido, sugiere una parálisis estratégica. La presión sobre Orr es inmensa, aunque Harbaugh ha intentado blindarlo, declarando que no cree que despedirlo o hacer cambios en el personal defensivo sea la respuesta más productiva.

No obstante, el problema trasciende el coacheo, ya que la profundidad en la línea defensiva y en los cornerbacks ha sido un gran problema, una cuestión que se ha agravado por la baja por el resto de la temporada del tackle defensivo Nnamdi Madubuike debido a una lesión de cuello, una pérdida que no parece tener solución interna.

Los Ravens también están sin el linebacker estrella Roquan Smith (isquiotibiales), el safety Kyle Hamilton (ingle), y los cornerbacks Marlon Humphrey (pantorrilla) y Chidobe Awuzie (isquiotibiales). La ausencia de estos Pro Bowlers ha expuesto la alarmante falta de talento de respaldo capaz de ejecutar la estrategia de Orr y de jugar con el nivel físico y la resistencia que siempre caracterizó a Baltimore.

El desafío de Harbaugh

La combinación de lesiones de alto nivel y el pobre rendimiento defensivo ha llevado a los Ravens a un punto de inflexión, igualando el peor inicio de la franquicia. El entrenador John Harbaugh se encuentra ahora ante el que él mismo calificó como el mayor desafío de su carrera en Baltimore. Ha reconocido la completa decepción y la necesidad de “encontrar la manera de revertir la situación y definirnos la próxima semana y luego la semana de descanso”. Después de la Semana 7, al equipo le quedará más de la mitad de la temporada para “encontrarse a sí mismos”.

La cultura del ‘next man up’ (el siguiente hombre da un paso al frente) se ha derrumbado en Baltimore. Jugar sin el núcleo del equipo es difícil, pero el linebacker Kyle Van Noy fue contundente: “No hay excusas. Como profesionales, te pagan por jugar, así que tenemos que jugar mejor. Tenemos que ponernos las pilas. Siendo totalmente honestos. Los entrenadores pueden darnos las jugadas, pero tenemos que ejecutarlas, y no importa quién seas. Haz tu trabajo”.

La responsabilidad de la ejecución recae en los jugadores, quienes deben cuestionarse por qué las buenas prácticas no se traducen en resultados. El staff de coacheo, por su parte, debe preguntarse cómo es que las enseñanzas no se traducen en eficiencia en el juego y qué mas pueden hacer o idear para hallar las maneras de desafiar a los rivales, ganar yardas y conseguir detener a las otras ofensivas.

Tras la derrota frente a los Texans, tanto Harbaugh como los jugadores han asegurado que no hay problemas de esfuerzo y energía, ni que el roster haya renunciado al staff de coacheo. Sin embargo, la falta de resistencia en la línea de golpeo, la cual permitió a los Texans ganar en físico en todas las maneras posibles, desmiente estas afirmaciones.

¿Demasiado tarde para la redención?

El agujero de 1-4 en el que han caído los Ravens es inmenso y las probabilidades históricas no están a su favor. Este nivel de desempeño en la Semana 5 los posiciona del lado equivocado de la historia en lo que respecta a las aspiraciones de playoffs. Desde que la NFL amplió su lista de playoffs en 2020, solo dos equipos con un récord de 1-4 o peor han logrado clasificarse.

A pesar de la sombría realidad, la historia de la NFL ha presenciado remontadas milagrosas, ofreciendo un tenue rayo de esperanza que el vestuario de Baltimore podría intentar capitalizar. El ejemplo más notable es el de los San Diego Chargers de 1992, el único equipo en la historia en recuperarse de un inicio de 0-4 para clasificar a los playoffs, terminando la temporada con un formidable récord de 11-5. Este caso demuestra que la redención total es posible, aunque extremadamente rara.

Otros equipos han logrado escapar del abismo de 1-4 para lograr la postemporada. Los Kansas City Chiefs de 2015 iniciaron con 1-5 y lograron una impresionante racha de 10 victorias consecutivas para terminar con 11-5. De igual manera, los Tennessee Titans de 2002, después de comenzar con el mismo registro de 1-4, lograron un registro final de 11-5 y llegaron al Juego de Campeonato de la AFC.

Otros casos incluyen a los Indianapolis Colts de 2018, que se recuperaron de un 1-5, los New York Jets en 1981 y 2002, que se levantaron de un 1-4, y los Denver Broncos de 2011, que también desafiaron las probabilidades.

La clave en todos estos casos no fue solo el regreso de un jugador estrella, aunque el regreso de Lamar Jackson jugaría un papel crucial al elevar la ofensiva y forzar la mano de los rivales. La esperanza de Baltimore reside en que la AFC Norte no es particularmente fuerte en estos momentos (Cincinnati y Cleveland no compiten, mientras que Pittsburgh ha sido errático en años anteriores), manteniéndolos en la contienda.

Sin embargo, la remontada de los Baltimore Ravens exige un cambio profundo en la mentalidad del equipo, la adaptación táctica de los entrenadores y la capacidad de los jugadores de rol para ejecutar sin errores.

Los Ravens tienen ante sí un camino definido para iniciar la recuperación. Deben jugar contra los Los Angeles Rams la próxima semana, un equipo bien descansado, sin garantía de que Jackson regrese. Luego, tendrán la semana de descanso en la Semana 7, que les permitirá sanar algunas lesiones y, crucialmente, reevaluar sus estrategias.

Si el equipo no logra estabilizarse en las próximas dos semanas, el debate se centrará en si su destino es competir por la primera selección del draft en abril, una perspectiva que parece ridícula para un contendiente, al menos en las proyecciones que se tenían desde la pretemporada.

Por ahora, el barco de John Harbaugh y de los Baltimore Ravens navega sin timón en aguas turbulentas, por lo que solo la acción inmediata puede evitar que la temporada termine mucho antes de lo presupuestado. De favoritos a ganar el trofeo Vince Lombardi a una de las grandes decepciones… el panorama no pinta para nada bien.

​FCM

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Michel Cruz
  • Michel Cruz
  • oswaldo.cruz@milenio.com
  • Reportero en La Afición desde 2016. Egresado de la Licenciatura en Comunicación y Periodismo en la FES Aragón, UNAM.
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