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Una melancolía llamada Leonard Cohen

Acababa de publicar su disco número 14; en una entrevista reciente advirtió: “Estoy listo para morir. Espero que no sea muy doloroso. Es todo para mí”,

Fue incombustible, literalmente inagotable, hasta el final. Apenas el pasado 21 de octubre había sacado a la luz un nuevo disco, You Want it Darker (Lo quieres más oscuro) que vino a ser el número 14 en una larga carrera que sumaba 49 años.

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A los 82 años y de cara a la que era —y él lo sabía— su última producción discográfica, no tuvo empacho en ser lo más directo posible en una entrevista para The New Yorker donde repasaba sus pendientes: “No creo que sea capaz de terminar esas canciones. Tal vez, ¿quién sabe? Y tal vez consiga una segunda visión, no lo sé. Pero no intento unirme a ninguna estrategia espiritual. No me importa eso. Tengo trabajo que hacer. Cuidar mis asuntos. Estoy listo para morir. Espero que no sea muy doloroso. Eso es todo para mí”.

Tan listo para morir, que el compositor y poeta canadiense, una de las más grandes leyendas vivas de la música internacional, ayer lo hizo como si luego de sus declaraciones no intentara sorprender a nadie. Pero siempre lo hacía, porque siempre estaba presente. Incluso cuando la Academia Sueca anunció que Bob Dylan era el ganador del Premio Nobel de Literatura, no pocos se preguntaron si no tenía mayor mérito poético el veterano “trovador de voz cavernosa”.

Una vida para cantar

Cohen nació el 21 de septiembre de 1934 en Montreal, formando parte de una familia de emigrantes judíos. Allí se licenció en Literatura en la Universidad McGill en 1955 y formó parte de un grupo musical de aficionados, The Buckskin Boys, dedicado al country.

Cohen siempre compaginó la música con la literatura, su gran pasión, que comenzó a los 16 años cuando escribió sus primeros poemas. Aún no terminada la carrera apareció su primer poemario, Comparemos mitologías (1956), inspirado en García Lorca, su poeta predilecto, al que siguió La caja de especias de la Tierra (1961).

Aunque se había instalado en Nueva York, en la década de los 60 viajó a la isla griega de Hydra, donde empezó a componer canciones, y así vivió siete años entre Europa y América.

En 1963 publicó su primera novela, El juego favorito, a la que siguió el tercer poemario Flores para Hitler (1964), su segunda novela Los hermosos vencidos (1966) y el cuarto poemario Parásitos del cielo (1966).

Su singular obra poética se completa con títulos como La energía de los esclavos (1972), Memorias de un mujeriego (1978), Libro de la misericordia (1984) o El libro del anhelo (2006).

En 1966 retornó a América, y fue entonces cuando entró en el mundo de la música junto al cantante Judy Collins, quien grabaría dos de sus canciones más conocidas, “Suzanne” y “Dress Rehearsal Rag”.

Al año siguiente se presentó en público, fichó con Columbia y lanzó su primer álbum, Canciones de Leonard Cohen, al que siguió en 1969 el exitoso Songs from a Room y en 1971, con Songs of Love and Hate, se confirmó como uno de los grandes autores.

Durante los años setenta sacó al mercado Live Songs (1973), New Skin for The Old Ceremony 1974), Death of Ladies Man (1977) y Recent Songs (1979), y en los ochenta, Various Positions (1984) y I’m Your Man (1988). Tras cuatro años de silencio, en los noventa publicó The Future (1992) y Stranger Music (1993).

De carácter taciturno e introvertido, Cohen sufrió en varias ocasiones periodos de depresión, de los que salió gracias a la filosofía zen. Incluso estuvo retirado seis años en un monasterio de California, y hasta se convirtió en monje, en 1996, con el nombre de Jikan, “silencio”.

Después de recibir el Grammy a la carrera artística en 2010, volvió a los estudios en 2012 para grabar Old Ideas. El éxito de esta obra fue tremendo y llegó a ser número uno en las listas de los discos más vendidos en Europa y EU. Dos años después, y coincidiendo con su 80 cumpleaños, Cohen sacó su siguiente disco de estudio, Popular Problems (2014), donde retornó al blues, haciendo gala de su enorme creatividad. El primer sencillo, “Almost Like The Blues”, refleja ese toque entre marginalidad y espiritualidad tan suyo.

El adiós

En su último disco de estudio, You Want it Darker, el también Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2011, aparece más misterioso y solemne que nunca, casi con aire de réquiem. En el sencillo que da nombre al disco invita a la meditación, al recogimiento, y llega a decir “Estoy preparado, mi Señor”.

Quizás ya nada lo retenía. Su musa, Marianne Ihlen, había muerto el pasado julio. Dos días antes de que muriera, Cohen le había dicho en una carta: “Bueno Marianne, llegamos a este punto en el que somos tan viejos que nuestros cuerpos se desmoronan y creo que yo te voy a seguir muy pronto. Estoy tan cerca detrás tuyo que si estiras la mano, creo que puedes alcanzar la mía”.

La noticia se dio a conocer a través de la propia página de Cohen en Facebook: “Es con profundo dolor que reportamos que el legendario poeta, compositor y artista, Leonard Cohen ha fallecido. Perdimos a uno de los más reverenciados y prolíficos visionarios de la música”.

El sensible autor de obras eternas como “First We Take Manhattan”, “Bird On The Wire” o “Suzanne”, siempre supo, como dice en su canción “Hallelujah”, que “hay un resplandor de luz en cada palabra”.

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