Por su libro 'El vuelo de las grullas', la escritora Carmen Ávila recibió durante el 2024 el Premio Nacional de Novela Ignacio Manuel Altamirano.
Su disciplina en la literatura se ratificó el pasado 5 de noviembre con el Premio Nacional de Poesía Tijuana 2025. Originaria de Saltillo, Coahuila, antes fue ganadora del Premio Nacional de Poesía Enriqueta Ochoa y durante dos certámenes fue mención honorífica en el Concurso Nacional de Ensayo Magdalena Mondragón.
Su perfil, de constante estudio, confirma que las mujeres dentro de la literatura contemporánea ganan terreno legítimamente, más aún cuando en la competencia de ser publicadas se percibe desigual el camino entre hombres y mujeres.
Antes de presentar su novela en la Ciudad Universitaria, accedió a una entrevista donde dijo que las y los lectores están buscando a las voces femeninas pese a la poca difusión que las autoridades en el ámbito de la cultura les otorgan.
“Quiero mucho a Torreón porque aquí recibí mi primer premio de poesía, el Enriqueta Ochoa en el 2010, si no me equivoco, y también dos veces quedé de mención honorífica en el Magdalena Mondragón. Le tengo mucho cariño a esta ciudad porque han sido varias veces las que me consideran. Los premios son un aliciente para mi trabajo porque ser escritora en México es difícil: para que la gente te lea, te conozca, tienes que competir con muchas distracciones como las series de Netflix o el YouTube".
Retos del oficio literario
“A veces te desanimas y te preguntas: ¿Para qué sigo escribiendo? Pero luego te das cuenta de que alguien te leyó, que los jurados consideraron como bueno tu trabajo y piensas que hay que continuar. Competimos en atención con los medios de comunicación y ahora con el internet. En el celular tienes todo al alcance de tu mano. Es fácil conectarse y ver algún video, y lo entiendo porque a veces la gente está muy cansada; yo misma como lectora tengo todos mis libros en el celular y aprovecho el tiempo para leer”.
A Carmen Ávila se le recuerda que el algoritmo administra en dosis precisas el veneno que cada quien requiere. Ella sonríe y confirma que detrás de una consulta vendrá una avalancha de contenidos que, paradójicamente, al intentar conectar con otras realidades, desconectan de la realidad inmediata a los usuarios. Pero en el terreno de la literatura la cosa no cambia mucho, pues se apuesta siempre por la literatura escrita por señores.
“Caemos en el riesgo de que la literatura también está muy cooptada por las grandes empresas y por la gente que le mete dinero a ciertos autores, y te van diciendo: Mira, lee esto. Hasta el libro te lo venden como necesario y al lector se le niega la libertad de leer y ver otras cosas. En el uso del internet el algoritmo te va guiando, pero no sólo ahí, sino las grandes empresas y editoriales que quieren que leas tal o cual cosa”.
A Ávila se le reconoce como una escritora con talento, cosa que la hace reír con sinceridad. Pero cuando se le pregunta por el camino de buscar una editorial, asegura que es tarea difícil, pues muchas cosas se manejan por agentes editoriales.
Publicar, maternar y escribir
“Cuando tienes el privilegio de tener un agente editorial detrás de ti es más fácil ser publicada. Yo no lo tengo y entonces mi lucha es seguir peleando por espacios para ser reconocida y llegar a un público lector que me pueda leer, conocer mi trabajo. Yo escribo novela, poesía, ensayo, cuento y acabo de incursionar en una traducción de poesía de Arthur Rimbaud. Y también cuido niños. Vivo en Francia, emigré por amor, tengo dos hijos y la verdad también estoy peleando entre la maternidad y el trabajo artístico”.
Para la escritora esta condición es como intentar hacer malabares encima de una pelota mientras prepara la cena. Y aunque sabe perfectamente que su trabajo es el ser escritora, no niega que se ejerce la triple jornada en tanto se sigue preparando para acceder a un trabajo remunerado en el país donde ahora vive.
“Quiero entrar a dar clases de español para extranjeros y los franceses, pero a pesar de que tengo muchos estudios, porque tengo un doctorado, como no tengo la especialidad en la enseñanza del español, sí es difícil que me contraten porque las reglas son muy estrictas para el Ministerio de Educación Nacional; entonces ahora lo que hago, aparte de escribir, es hacer una maestría en la enseñanza del español como lengua extranjera”.
Carmen Ávila sabe que el mundo con una pequeña variación porcentual es ocupado por mujeres y hombres en proporción y, quieran o no reconocerlo, se trata de la mitad de la humanidad. En ese tenor recordó a Dalia de la Cerda, quien cuestionó en el Instituto Poniatowska por qué no se reconocen en igualdad de valor las experiencias de la guerra y la de la maternidad.
“La experiencia de la guerra tradicionalmente es de hombres, pero yo también digo lo mismo. Por qué, si somos la mitad de la humanidad, por qué la literatura femenina siempre se ha relegado, si además las mujeres, como dijo Mario Vargas Llosa, son las que leen más, las que tradicionalmente han leído más, y también hemos contado muchas historias, pero persiste el machismo y el desdén por la literatura femenina, aunque ahora el mercado, y aunque los hombres no quieran, el mercado está buscando esas voces femeninas”.
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