Cultura

[Semáforo] Biología y cuentos populares

Los hermanos Grimm aseguraban de buena fe que el origen de algunos cuentos bien podía remontarse a miles de años atrás. Pero la redacción volvía dudosa la procedencia y antigüedad de los relatos.

¿Qué se parece más a un delfín, los seres humanos o los tiburones? Los niños no dudan, responden que el delfín y el tiburón son más cercanos: viven en el mar, nadan, cazan peces para comer. Aquellos manchados por la escuela suelen decir lo contrario: el ser humano y el delfín son mamíferos, ambos tienen gran capacidad craneana, cerebros grandotes, respiran aire, tienen pulmones y son vivíparos. La respuesta filogenética difiere de la morfología.

Pero nuestra pregunta no tiene una respuesta objetiva, final y, según contexto, ambas respuestas pueden considerarse válidas. Incluso apuesto a que el más avezado zoólogo pasaría un buen susto si, nadando en el mar, de pronto advirtiera que una aleta triangular emerge junto a él. De seguro, no tendría los arrestos de Cuvier. Cuenta la leyenda que los alumnos del “padre de la paleontología”, Georges Cuvier (1769-1832), decidieron asustar a su imperturbable maestro. Esperaron a que se durmiera y uno de ellos se disfrazó de diablo: máscara con cornamenta y patas de cabra tomadas del vestuario de un teatro. Entró en la recámara donde el maestro dormía y lo increpó: “Despierta, hombre catastrófico, soy el diablo y vengo a devorarte”. Cuvier se despertó, miró unos instantes y respondió: “Lo dudo: tienes cuernos y pezuñas... sólo puedes comer plantas”. Los alumnos rompieron en aplausos.

Y así, en aplausos, se recibió hace unos días la publicación de un estudio notable: “Comparative phylogenetic analyses uncover the ancient roots of Indo-European folktales”, de Sara Graça da Silva y Jamshid J. Tehrani (que se puede googlear y obtener en formatos legibles). Este par empleó los métodos de la filogenética que, en biología, estudia las relaciones de parentesco entre especies o grupos de organismos, y que la lingüística histórica adoptó para estudiar los procesos y cambios en las lenguas a lo largo del tiempo. Con este arsenal, rastrearon los vínculos entre los viejos cuentos populares. Lo mismo que hicieron, entre otros, los hermanos Grimm en los inicios del siglo XIX, pero con herramientas mucho más precisas y los recursos de investigación que ofrece la tecnología actual. El caso es que los hermanos Grimm aseguraban de buena fe que el origen de algunos cuentos bien podía remontarse a miles de años atrás. Pero la redacción volvía dudosa la procedencia y antigüedad de los relatos, primero y, segundo, con un análisis riguroso, los filólogos apenas pudieron datar los orígenes en unos pocos cientos de años.

Quizá ya nadie pueda alcanzar la erudición de un filólogo de siglos pasados, pero ninguno de aquéllos pudo soñar siquiera nuestra capacidad de acceder a todo tipo de información y recursos técnicos. Este nuevo estudio muestra que algunos de los cuentos tuvieron su origen hace 5 o 6 mil años. Los Grimm tuvieron que leer y escuchar cientos de historias, reunirlas, escribirlas —ellos insistían en la fidelidad de su recolección— y ordenarlas según un mero criterio de semejanza. Digamos que juntaban delfines y tiburones. El estudio de Graça y Tehrani sigue el otro camino, prestado por la ciencia: junta humanos con delfines.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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