La artista plástica viesquense Rocío Mancha Luna emprendió una nueva gira internacional que la llevó a Italia y Qatar, con una serie de exposiciones que celebran el colorido, la memoria y la espiritualidad del arte mexicano.
En entrevista para MILENIO detalló que abrió su viaje de exposiciones en el encantador pueblo italiano de Oliveto Lucano, en la provincia de Matera, un escenario que parece extraído de un cuento infantil.
"Está situado en la cúspide del Monte Croccia, Oliveto Lucano, rodeado de olivares y frondosos árboles que enmarcan el paisaje. El pueblo es reconocido por sus murales del artista Francesco Cinella, piezas que retratan las costumbres de su gente y que hicieron de este sitio un gran anfitrión para la obra de la coahuilense"
La exposición, montada en el Centro Anziani Comunale 'Giavani Paolo II', reunió 20 pinturas realizadas en óleo sobre lienzo. En ellas destaca un símbolo recurrente en el universo visual de la artista: el colibrí, figura que en la cultura mexicana es considerada mensajera de los seres queridos que ya partieron.
"Sumamos el corazón, que aparece en gran parte de mis obras como emblema de que todo mensaje proviene del corazón y del alma".
La gira de Mancha Luna continuó por San Mauro Forte, también en la provincia de Matera, y luego se trasladó a Doha, Qatar, donde presentó parte de su obra más reciente ante público internacional y la presencia del embajador de México, José Guillermo Ordorica Robles.
Una vida llena de pintura
Originaria de Viesca, Coahuila, donde nació el 26 de junio de 1960, Rocío Mancha Luna comenzó a pintar hace más de 28 años. Tras jubilarse como docente, decidió especializarse en la Academia de Arte en Florencia, donde perfeccionó sus técnicas e incorporó a su obra un colorido vibrante que fusiona los aprendizajes europeos con las tradiciones mexicanas.
Para ella, los tonos presentes en tejidos, cerámica, frutas, artesanías y celebraciones revelan la esencia de un país cuya geografía, clima y festividades se traducen en emociones sobre el lienzo.
“Pintar me relaja, me transporta a una dimensión de paz; el arte fluye del alma”, expresó al describir su proceso creativo.
Con su obra ha viajado a España, Italia, Estados Unidos, China y diversos estados de la República Mexicana. Pese a su alcance global, Rocío mantiene un vínculo profundo con su tierra natal: practica la filantropía, comparte su galería sin fines de lucro y sostiene que su mayor deseo es “llenar de luz y color a su pueblo”, ganando la amistad y el cariño de sus coterráneos.
Con esta nueva gira, Rocío Mancha Luna reafirmó su vocación de llevar al mundo imágenes que dialogan con la memoria y el espíritu, manteniendo viva la tradición mexicana desde las Dunas de Bilbao hasta los desiertos de Doha.
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