En un momento donde las disciplinas artísticas se reinventan constantemente y las fronteras entre lo digital y lo manual se borran, la XX Bienal Rufino Tamayo irrumpe como una poderosa afirmación de que la pintura en México está más viva y dinámica que nunca.
Lejos de ser un vestigio del pasado, el medio pictórico emerge aquí como un espacio vibrante de experimentación, diálogos conceptuales profundos, y una explosión de diversidad técnica y temática, aseguró Tobias Ostrander, curador e integrante del jurado de la XX Bienal Rufino Tamayo.
Previo a la apertura de la exposición en el Museo Rufino Tamayo, Ostrander dijo que esta edición además de celebrar la calidad de las 40 obras creadas por 38 artistas que representan a 12 estados, muestra cómo la pintura sigue siendo un vehículo insustituible para comprender las tensiones sociales, políticas y emocionales del México contemporáneo.
Los ganadores de la bienal son Othiana Roffiel Sánchez, Jorge González Velázquez y Javier Peláez Gómez.
De las obras galardonadas, Ostrander aportó una reflexión sobre la conjunción fundamental entre la manufactura y el concepto: “Se evaluó no solamente la manera que están hechas, que son sofisticadas en su uso de la pintura, pero conceptualmente los tres ganadores tienen un camino distinto, evidenciando que cada obra dialoga con perspectivas muy variadas: desde lo psicoanalítico y emocional hasta la problemática política, como las drogas en México, la relación con la naturaleza y otras problemáticas sociales y estéticas. Este cruce, entre la técnica depurada y la profundidad conceptual, da cuenta de una calidad artística sobresaliente en las obras seleccionadas”.
Como jurado hizo hincapié en la fuerte influencia y conexión internacional que poseen los artistas mexicanos: “Tienen formaciones muy fuertes, están viendo pintura de todas partes del mundo, pero tienen profesores muy fuertes también en México”.
Esta fusión de influencias globales y locales contribuye a la vitalidad inédita de la pintura mexicana actual, que no vive estancada en tradiciones nostálgicas, sino que está en constante diálogo con la contemporaneidad y las nuevas tendencias internacionales.
Para Ostrander, la XX Bienal Rufino Tamayo marca un momento de resurgimiento para la pintura en México, mucho más activo y relevante que hace 15 años.
“Vivimos una época donde la pintura está muy viva en México, la pintura tiene una energía nueva. La pintura ya no es un medio relegado, sino que forma parte integral de las discusiones artísticas contemporáneas, dialogando con otros lenguajes como la fotografía, el objeto y el video, medios que vivieron una época de predominancia en años recientes”.
Energía y diversidad
Ostrander comentó que la exposición se presenta como un espacio emblemático donde la pintura contemporánea mexicana despliega su energía y diversidad.
La exhibición viene de presentarse en el Museo de Arte Contemporáneo y de las Culturas Oaxaqueñas y para el especialista devela una vibrante escena artística donde la pintura no es un vestigio del pasado, sino un medio en plena actualización e interacción con las fracturas sociales, los avances digitales y las múltiples tradiciones estéticas que atraviesan el país.
Ostrander describió esta edición de la Bienal como un reflejo de la pluralidad expresiva en el México de hoy. “La pintura no es un medio del pasado, es un medio de hoy con una amplia interpretación en su uso, por eso vemos a artistas trabajando con óleo, acrílico, textil y cerámica, pero dentro de un lenguaje pictórico”.
Dejó claro que la pintura contemporánea mexicana se renueva permanentemente y dialoga tanto con el mundo digital como con diversas técnicas y temas.
El curador argumentó que, el gran interés por la convocatoria se percibe en los números: “Había como 650 participantes, queremos más, pero la convocatoria resultó un éxito, tanto por la respuesta como por la calidad de las obras participantes”.
Hubo una vigorosa participación de artistas provenientes de Guadalajara, Monterrey, Ciudad de México, y entidades como Baja California, Tlaxcala y Puebla, entre otros.
Este mapa diverso, agregó, es un claro indicador del eco que tiene la pintura en el país y la amplitud del espectro temático y técnico que los artistas están explorando.
Realidades complejas
Un fenómeno particularmente sugerente es que se ha vuelto a lo manual y a lo tangible, en contraste con la globalización artística previa, donde las obras podían existir simultáneamente en múltiples lugares como piezas digitales o reproducidas.
Ostrander consideró que ahora hay un interés renovado en la unicidad: “La pintura es única, es un cuerpo que tú necesitas guardar, cuidar, dar toda su vida. Este retorno a lo físico y táctil da a la pintura una dimensión distinta, un nuevo valor en el presente mexicano y global”.
Por ello considera que la Bienal Rufino Tamayo evidencia que con 40 obras cuidadosamente seleccionadas y premiadas a través de un riguroso proceso, la pintura contemporánea mexicana está en un momento de efervescencia y reconfiguración donde lo conceptual, lo técnico, lo histórico y lo contemporáneo se fusionan para dar voz a las complejas realidades sociales y culturales del país.
De acuerdo con el curador, la exposición se presenta como una plataforma privilegiada para asomarse a un medio que, aunque antiguo, se renueva con la misma fuerza y relevancia en el México contemporáneo.
Las obras de la XX Bienal Rufino Tamayo se podrán apreciar del 5 de noviembre al 7 de diciembre de 2025 en el Museo Rufino Tamayo, Paseo de la Reforma 51, Bosque de Chapultepec.
BSMM