La animación chilena quiere seguir ganando terreno en escenarios internacionales, y uno de sus representantes más activos es Julián Rosenblatt, productor, director de GVG Producciones y presidente de Animachi, la asociación gremial que impulsa al sector a través de la marca Chilean Animation y que estuvo presente en Pixelatl gracias al apoyo de ProChile y MinCap.
Durante su participación en Pixelatl 2025, en Guadalajara, Jalisco, Rosenblatt compartió su visión sobre el equilibrio entre creación y producción, la apuesta por la ciencia llenas de fundamentos prácticos y teóricos como motor narrativo y los avances en la internacionalización de la animación en Chile.

Ciencia y educación como eje creativo
Desde sus inicios, GVG Producciones y Mago Producciones, fundada por el padre de Rosenblatt en 1991, han tenido como sello la divulgación científica. Con la evolución hacia proyectos para público infantil, la animación se convirtió en la vía ideal para acercar la ciencia a nuevas generaciones.
Un ejemplo reciente es El mundo delirio, serie sobre árboles realizada en coproducción con Brasil y asesoría científica del Instituto de Ecología y Biodiversidad de Chile. “La ciencia es realmente un punto de partida para nuestra producción, siempre documentada al 100 por ciento”, señaló Rosenblatt.
Internacionalización con Chilean Animation
Desde Animachi se ha consolidado la marca sectorial Chilean Animation, que representa a los estudios y profesionales chilenos en mercados como Mifa (Annecy) y Pixelatl. Este año, la delegación reunió alrededor de 15 participantes, con proyectos en competencia y en la selección oficial.
“Los mercados son espacios que requieren persistencia y permanencia. La confianza se construye con el tiempo, y estas instancias son clave para generar coproducciones y colaboraciones internacionales”, afirmó.
Identidad local con proyección global
Rosenblatt destacó que la animación chilena se distingue por su foco en ciencia, educación y experimentación técnica, combinando 2D, 3D, live action y formatos interactivos como la realidad virtual o los videojuegos.
“Hay un rescate importante de la cultura y la identidad local, pero siempre con la visión de que esas historias deben salir al mundo y transformarse en algo global”, explicó.
Retos y horizontes
Con una trayectoria marcada por el documental y la divulgación, Rosenblatt ve en el documental animado una oportunidad pendiente: “Es un lenguaje que permite tocar temas complejos de maneras hermosas y distintas”.
Para él, la animación chilena no tiene límites: “El único límite es el planeta… y quizá la luna”.
SG