La danza unipersonal o en dueto representa un reto más profundo que el de la creación e interpretación dancística de gran formato, pues requiere de una madurez interpretativa capaz de llenar el espacio escénico y cautivar la energía de una audiencia a través de uno o dos cuerpos.
Desarrollar ese grado de conciencia escénica, de manejo de la energía y proyección corporal no es una tarea fácil. Un bailarín solo en el espacio enfrenta una especie de mar tempestuoso que sortea a través de los recursos que la coreografía y su interpretación le proporcionan. Hallarse solo o sola ante la inmensidad de un escenario vacío con el reto de revestirlo y significarlo con un discurso que requiere potencia y claridad para atravesar la inmensidad del escenario, y posteriormente tocar a una audiencia, que por muy pequeña que sea siempre supera en número al solista o al dueto en ejecución, requiere, además de madurez, valor. Cautivar y comunicar en esas condiciones es una de las tareas más complejas de los intérpretes de danza y generalmente, aunque no solo, llegan a alcanzarlo bailarines en plenitud interpretativa y madurez técnica.
“La danza viene de las entrañas”, solía decir Gloria Contreras, y aún esto lo repite Valentina Castro a sus discípulos. Me costó varios años entender el significado pleno de esas palabras. A veces lo reducía al sentido técnico, al del origen o motor del movimiento; otras veces pensaba que se refería a una metáfora a propósito de la interpretación y nada más. Pero cuando uno mira a ciertos solistas o vive la vorágine del inmenso espacio libre para ser danzado, cae en cuenta que de lo que hablaron estas decanas es de la necesidad de apostar no solo a los recursos técnicos o a la superficialidad del cuerpo para significar el escenario, sino que se requiere un proceso de introspección hacia lo más profundo del intérprete para poder aflorar un discurso que venga desde la esencia del bailarín, desde su entraña. Solo así se proyecta una danza profunda y honesta que verdaderamente articule un discurso cargado de sentido.
A partir del 3 de febrero y hasta el 5 de marzo podemos ver la temporada “Soliloquios y diálogos bailados” en el Centro Cultural Los Talleres, una oportunidad para ver duetos y solistas nacionales e internacionales obsequiando una danza íntima que nos toque.