Dentro de la temporada de danza en el Palacio de Bellas Artes, ofrecerá funciones la compañía de Tania Pérez Salas con las obras 3.1416, Las aguas del olvido y el estreno de Macho Man XXI.
Macho Man XXI llevó un trabajo arduo de creación intermitente a lo largo de un año, en el que la coreógrafa reflexionó de modo teórico y a través de su lenguaje coreográfico el tema del machismo y la violencia de género.
Si bien su primer impulso para abordar una danza con este fondo surgió durante una gira que la coreógrafa realizó a Egipto y en el que atestiguó la cruda violencia hacia la mujer, no se limitó a observar únicamente aquellas zonas geográficas y decidió ampliar su mirada hacia el mayor número de fenómenos explícitos o velados sobre la violencia de género y el machismo. México, por supuesto, no es la excepción. En esta investigación apunta la diferenciación entre los diversos machismos que le tocó ver y padecer en diferentes países y expresa: “Sentí inquietud por responder preguntas, compartir experiencias personales con el público a través de mi mirada de artista y mujer, y dar un sentido distinto a las cosas”.
Uno de los elementos presentes en esta reflexión coreográfica es el de la culpa, pues a Pérez Salas le ha sorprendido escuchar que en muchas ocasiones, sumado a la violencia, se encuentra un sentimiento de culpa en las mujeres sobre cualquier cosa: “Si algo no sale bien la culpa la tiene la mujer. Hay una violencia psicológica muy grande. La mujer se va conteniendo, achicando frente a esto”, expresa Pérez Salas.
El feminicidio no queda excluido, como tampoco los parámetros impuestos desde la dictadura mediática a los estándares de belleza y sus trágicos efectos psicológicos con relación al cuerpo: diferentes modos de violencia que se han insertado en nuestra cultura y que generan inquietud por abordarlos desde la mirada de una mujer que crea danza y que no es ajena ni distante a ello.
Aborda el tema auxiliada por música en español por primera vez en su historia como creadora, pues facilita imprimir a la pieza un tono más lúdico que solemne, con un sentido del humor propio de México y que al mismo tiempo reivindica y rescata la capacidad del pueblo mexicano de reír y compartir: “Es como uno asimila tantas cosas que pasan y que parecen tener un efecto muy fuerte en nuestras vidas, cosas de raíz que uno carga y que tal vez a la distancia no se pueden entender”.
Reflexiona sobre la violencia a través de la danza con intención de llegar a otra capa de la conciencia, la que sacude el arte, pues la danza posee la capacidad de transmitir temas universales de otro modo, y al mismo tiempo toca de diversas formas a cada uno de los espectadores y sus propias historias de vida. La danza es capaz de construir puentes entre el público y el creador, para pensar en conjunto un tema con tantos matices y representaciones como el de la violencia.
El estreno será los días 15 y 16 de julio en la sala principal del Palacio de Bellas Artes.