Un apócrifo gobernador de Sinaloa, una imaginaria aspirante sudafricana al título de Miss Universo, una joven con el noble propósito de la venganza y un escritor curtido por el oficio periodístico animan La noche de las reinas (Alfaguara). Vicente Alfonso no solo recrea una atmósfera —la perfecta vacuidad de los concursos de belleza— sino un microcosmos: los cacicazgos del antiguo régimen, la guerrilla, las revueltas estudiantiles, el encono social. Estamos en Mazatlán, en 1978, aunque nada nos impide sentirnos en 2025.

Aunque se mueve en muchas direcciones, tantas como esos personajes, La noche de las reinas tiene un carácter manifiestamente político. No hay que creer, sin embargo, que despacha lecciones de historia y suficiencia moral, como si el presente fuera una estampa bucólica y no ese mismo pasado en su versión más mojigata. No despacha juicios, no establece contrastes. Como esas novelas que aspiran a la sabiduría de la acción, se contenta con narrar, impulsada por un trepidante sentido de la oportunidad, sin tiempo para mirar atrás.
En 24 horas, resueltas en 24 capítulos —ceñidos, sin ornamentos ni edulcorantes—, Vicente Alfonso se asoma a las ceremonias y los escenarios donde se manifiesta el poder enamorado de sí mismo, y de paso convoca a sus víctimas, cuyos actos despiden el olor de la animalidad. Ese lapso es suficiente —pues las palabras nunca sobran— para armar una trama de cruces, ramificaciones y entrelazamientos que se resuelven mientras las 75 aspirantes al título preparan los detalles finales: el fallido asesinato del gobernador como prueba elocuente de la invulnerabilidad de cualquier mandato a punta de garrote y simpatía.
Vicente Alfonso documenta la realidad —aquella década de 1970 en Sinaloa— solo para traicionarla en beneficio de la ficción. Quizá porque no falta a la vocación del novelista, miente con abundancia de pruebas. Lo que leemos sí fue y tampoco fue. No dudo por eso en calificar a La noche de las reinas como una oscura comedia en la que sus protagonistas nunca aciertan a ser conscientes de lo que hacen y provocan. Como si estuviéramos sentados en las primeras filas, con una Pacífico bien fría, asistimos a las bodas entre la Frivolidad y el Espanto.
La noche de las reinas
Vicente Alfonso | Alfaguara | México | 2025
AQ