La presencia de Cristina Rivera Garza en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara siempre remueve emociones. Su sonrisa y sus anécdotas que recargan de alegría tienen un efecto doble en quienes abarrotan sus presentaciones: les animan a acercarse a la lectura y les estimulan para practicar el ejercicio de la escritura. Pero, inevitablemente, la rabia y la tristeza también se aparecen cuando se habla de El invencible verano de Liliana, el libro en el que cuenta la historia de su hermana, víctima de feminicidio. Este año, fue reeditado por la Universidad de Guadalajara (UdeG) con un tiraje de 10 mil ejemplares que serán distribuidos en las preparatorias y centros universitarios de la institución de manera gratuita, además de 5 mil ejemplares más que están por imprimirse.
El libro, ganador de varios premios, entre ellos el Pulitzer en 2024, “se trata de un texto fundamental para las juventudes y lo es porque no se trata de una descripción gráfica, grotesca, sino de una historia que prepara pedagógicamente; didácticamente nos explica cómo se va dando la violencia en las relaciones de pareja y cómo puede ser tan sutil esa línea en donde inicia la violencia”, dijo Patricia Rosas Chávez, directora del programa universitario de promoción a la lectura “Letras para volar” durante el lanzamiento de la edición en la FIL Guadalajara 2025.
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“La UdeG se pone a la vanguardia con este trabajo incansable”, compartió Sara Poot Herrera, directora de UC-Mexicanistas. “Es una maravilla estarte celebrando —dijo, refiriéndose a Cristina— desde la universidad con esta herencia maravillosa de Raúl Padilla”.
Poot reafirmó la emoción de contar con la obra de la escritora mexicana recordando las palabras que Carlos Fuentes pronunció hace unos años: “En la literatura mexicana, cuatro ases y una reina: Cristiana Rivera Garza”.
Más allá de los premios, dijo Trinidad Padilla López, actual presidente de la Feria Internacional del Libro, El invencible verano de Liliana “es un gesto profundamente íntimo. El libro de Cristina es, al mismo tiempo, un duelo y una reconstrucción; hay una reflexión muy profunda sobre las palabras que tenemos y las que nos han faltado. Hoy hablamos de feminicidio, de violencia de pareja, de violencia estructural; en 1990 —cuando ocurrió el feminicidio de Liliana— ese vocabulario todavía no estaba disponible de la misma forma, y cuando no hay palabras también faltan herramientas para identificar el peligro, para pedir ayuda y para exigir justicia”.
Por su parte, la también autora de Autobiografía del Algodón, Terrestre y Lo roto precede a lo entero, dijo que mucho de lo que está pasando le permite sentir como si su hermana estuviera presente. Se refiere a la publicación de este ejemplar gratuito y al reciente estreno en Madrid de su adaptación al teatro, en una obra protagonizada por Cecilia Suárez.
“Ahí anda Liliana, haciendo de las suyas. […] Una vez que está el libro allá afuera, en las voces de otros, ya no es de uno, empieza a ser otra cosa y ahí es cuando veo a Liliana, de la mano de los estudiantes, de la mano de sus amigas ahora, de sus hermanas y hermanos de hoy, aquí en Guadalajara y en todos lados”.
La escritora recordó que ella y su familia no han conseguido la justicia legal por el feminicidio de Liliana. Su feminicida, Ángel González Ramos, tiene una orden de aprehensión que no se ha cumplido. A pesar de ello, dijo que cuando escribió el libro no imaginaba todo lo que iba a ocurrir, “que Liliana nos iba a convocar, nos iba a reunir, nos iba a sacar a la calle. Iba a sacar también lo mejor de nosotros”.
Y continuó: “Cada que compartimos sus palabras, que leemos sus cartas, que escuchamos con atención lo que decían sus amigos, cómo la veía su comunidad, recordamos que estamos ante una persona viva. Hacemos un espacio a nuestro alrededor para que se instale también ahí. Y eso también es una forma fundamental de la justicia, una justicia restaurativa que tiene que ver con la memoria colectiva y con la verdad.
“Cada que ustedes abren el libro, que se enternecen con la vida de Liliana, cuando sienten rabia, cuando tienen que formar puños con las manos, cuando llegan a la pregunta ‘¿y qué hago? ¿cómo respondo ante eso?’, ahí estamos todos participando de esta justicia más amplia, una justicia que no he tenido vergüenza en denominar, una justicia cósmica, una justicia que va más allá de nosotros y que nos redime al obligarnos a preguntar ‘¿qué sigue?’”, finalizó la escritora, animada por el recibimiento de sus lectoras y lectores.
PCL
