Eduardo Mendoza, Premio Princesa de Asturias de las Letras 2025, recibió la medalla Carlos Fuentes después de abrir el Salón Literario Carlos Fuentes de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL), con un discurso sobre la época “mágica” de la Barcelona literaria en que vivió.
Barcelona, ciudad literaria
“Si estoy aquí y tengo el honor de hablar en esta ocasión solemne, se debe, entre otras cosas, a que soy uno de los últimos representantes de una época, que se llamó dorada, de Barcelona como ciudad literaria, donde los escritores latinoamericanos vivían o iban con cierta regularidad. Tuve la suerte de conocer a muchos, tratar a algunos cuantos y tener con otros una buena amistad. Causaría asombro y estupor con la lista”.
Y enumeró: Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, Carlos Fuentes, Julio Cortázar, Sergio Pitol, Alfredo Bryce Echenique... “Fue un momento único, extraordinario, casi mágico”, subrayó el autor de Barcelona modernista ante un auditorio en el que estaba presente Silvia Lemus, la viuda de Carlos Fuentes.
Agregó que en la segunda mitad del siglo XX empezaron a llegar a Barcelona los escritores latinoamericanos, que fueron recibidos por aquellos, como él, que empezaban su carrera en las letras.
“Empezaron a venir y eso fue, para los que estábamos allí y empezábamos a escribir, una transfusión de sangre nueva, de entusiasmo, de ver cómo podía existir una lengua tan rica y tan distinta al mismo tiempo, cómo podía haber tanto talento, tan diverso y con una actitud tan desinhibida con respecto a la literatura. Con la censura de la dictadura encima, la educación tan opresiva, que alguien nos dijera: Soy escritor, fue un baño de entusiasmo, de ilusión”, agregó Mendoza.
Con el humor y el sarcasmo que han caracterizado una obra que incluye títulos como El asombroso viaje de Pomponio Flato, Mendoza hizo un recuento histórico sobre Barcelona, la ciudad que tiene un nombre femenino, a diferencia de Londres o París, y apuntó que hubo una campaña política en la década de 1990 en la que se le pedía: “Barcelona, ponte guapa”.
Provocó carcajadas en el Auditorio Juan Rulfo de la Expo Guadalajara cuando dijo que el momento fundacional de Barcelona fue cuando llegaron los 37 elefantes con que el cartaginés Aníbal quiso destruir Roma, y cuando se refirió a las descripciones que hizo Miguel de Cervantes en El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha o en sus Novelas ejemplares para ensalzarla tras pasar por ahí.
Rememoró también el impacto de la Guerra Civil en su ciudad natal, que vivió en su niñez. Además, hizo “un homenaje muy sentido” a las películas mexicanas que lo hicieron muy feliz en su juventud.
Eduardo Mendoza cerró su alocución para subrayar que hoy Barcelona devino ciudad turística. No obstante, el Premio Cervantes 2015 recordó a todos que “Barcelona es una ciudad literaria” y recibió la medalla Carlos Fuentes de parte de Silvia Lemus y José Padilla López.
hc