La exposición Surreal, de Rodney Smith que presenta el Museo Franz Mayer, es una inmersión en un universo donde la fotografía se convierte en un lenguaje filosófico, un puente entre lo tangible y lo metafísico, entre el tiempo humano y una temporalidad más allá del mundo visible. Anne Morin, curadora de la exposición, introduce esta experiencia señalando que Smith no es simplemente un fotógrafo o un artista, sino un filósofo que “puso una fotografía al servicio de sus visiones”.
La exhibición ofrece un recorrido en el que se muestran 43 fotografías realizadas por Rodney Smith desde los años 70 hasta su fallecimiento en 2016. Permitiendo al visitante transitar por un camino que explora las resonancias del movimiento surrealista, la voluntad de superar la evidencia inmediata y el deseo por “ver más allá”, un rasgo característico en la poética visual del artista.
“Rodney Smith no es ni un fotógrafo ni un artista, es un filósofo que puso la fotografía al servicio de sus visiones, con un lenguaje entre el mundo real y el mundo irreal, influenciado por el movimiento surrealista”, subrayó.
Morin, al recorrer la muestra fotográfica del artista estadunidense en el Museo Franz Mayer, subrayó que cada imagen es “una tentativa de acceder siempre a otro mundo, un mundo metafísico, un mundo más allá, donde la gravedad pierde su sentido habitual y los personajes capturados parecen flotar en una dimensión indeterminada”.
Esta narración visual entre luz, tiempo y espacio está inspirada también en la formación de Smith en filosofía y teología, lo cual imprime a su obra una búsqueda continua de perfección y trascendencia: “No hay inteligencia artificial ni Photoshop, (eso) reafirma un compromiso con la ilusión honesta”.
La curadora detalló que esa paradoja hace única la propuesta de Smith: “lo que nos muestra es lo que fue, pero a la vez es lo que no puede ser, invitándonos a atravesar el espejo de Lady Alicia del País de las maravillas para descubrir su mundo imaginado”.
Smith fue un fotógrafo reconocido por su distintivo estilo surrealista y elegante tanto en la fotografía en blanco y negro como en color. Descubrió su pasión por la fotografía en la infancia, aunque sus padres no apoyaron sus esfuerzos artísticos al inicio. Estudió inglés y teología en Yale, donde aprendió fotografía con Walker Evans, experiencia que marcó su enfoque creativo, caracterizado por la simplicidad, la ironía y el surrealismo.
Leslie Smolan, directora del State Rodney Smith, aportó una dimensión humana que acompaña la lectura filosófica del artista. Señaló que el fotógrafo deseaba ir “más allá de la superficie, y que su obra exige una mirada repetida porque si una imagen responde a todas las preguntas con una sola mirada, no hay razón para mirarlo de nuevo”.
“Él quería ser diferente, no parecerse a nadie más, era una contradicción en sí mismo. Podría estar bastante ansioso y temeroso y conseguir que sus fotos fueran exactamente lo contrario. Las fotografías son audaces, hermosas y con movimiento. Deseaba ir más allá de la superficie, decía: ‘cuando mires las fotografías, verás que no son una mirada de una sola vez que quieras mirar, pues sostenía que, una imagen respondía a todas las preguntas en una sola mirada’”.
Desde la perspectiva institucional, Giovana Jaspersen, directora del Museo Franz Mayer, resaltó la importancia de esta exposición como un punto de encuentro entre diversas sensibilidades: “el poder ser la primera casa que se abre para su trabajo en América Latina también nos permite poner un acento en otro tipo de lenguajes”.
La curadora de la exposición dijo que la muestra combina diseño gráfico y arquitectura museográfica con la intención de que el público no observe pasivamente, sino que “sea parte de ella” y descubra por sí mismo las múltiples capas de significado presentes en cada fotografía.
Puntualizó que la fotografía de Smith representa un espacio para reflexionar a través de una experiencia libre, festiva y estética. Los elementos museográficos, como espejos, vegetación y detalles sumados en la sala, promueven la construcción individual del surrealismo y de la realidad, multiplicando todas las lecturas posibles.
En este sentido, la exposición, además de celebrar la técnica y el legado visual de Smith, estimula una meditación sobre las relaciones entre realidad, imaginación y poesía. Morin insiste en que la muestra invita a traspasar las apariencias y a abrir una grieta hacia lo maravilloso.
Así, “el espejo magnético del surrealismo y el mito de la caverna de Platón” se articulan para cuestionar “¿lo que vemos es real o simplemente las sombras de una imaginación?”.
Este viaje visual y conceptual se convierte en una invitación colectiva para repensar el arte de la fotografía en su capacidad de abrir universos, reflejar esperanzas y confrontar misterios. Como concluye Leslie Smolan, en un tiempo donde el mundo es “un poco más desafiante que en el pasado, Smith nos ofrece una sensación de esperanza y disfrute” sostenida por la belleza, la profundidad y el compromiso emocional que atraviesan su obra.
PCL