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“Dibujar es entrar a un espacio casi catatónico”: Cecilia Fuentes, creadora de Dry Ink

De los trazos a lápiz y tinta china, esta artista pasó a la impresión de sus creaciones en diversos productos fáciles de comercializar, como camisetas, cojines, bolsas y empaques; así ha iniciado el camino de forjar su propia empresa

Cecilia Fuentes escribe, pero también y sobre todo dibuja. Desde niña ha sido una apasionada de las imágenes. Durante mucho tiempo lo tomó como un pasatiempo, pero ahora sus dibujos —a lápiz y en tinta china— dan vida a una serie de productos que ha comenzado a comercializar en algunos espacios colectivos. En esta conversación cuenta cómo ha sido su vida en los territorios del arte.


¿Desde cuándo dibujas? ¿Tomaste clases de arte?

Siempre me gustó dibujar. Pero realmente le agarré el gusto como a los 13 años. Entonces estudiaba yo en el Liceo Franco Mexicano, donde me la pasaba bastante mal. Mi respiro era la clase de dibujo, a cargo del maravilloso profesor Goulven Elies, barbón, guarro, siempre muy a la moda hippie. Con él descubrí mi facilidad para armar historias por medio del collage, las diferentes técnicas y la base de la historia del arte. Ya desde entonces se notaba mi tendencia hacia las imágenes fuertes y los colores negro y rojo.

Estudié arte en serio por un brevísimo tiempo, cuando asistí al California College of Arts and Crafts en Oakland, California. Pero fue solo un semestre. Después, impulsada por mi mamá (la actriz Rita Macedo) quien era genial para todas las artes manuales, comencé a jugar con la pintura al óleo. Pero lo que me capturó fue descubrir el dibujo a lápiz y en tinta china (Escher, Hershfeld, y no, no me comparo a ellos), un tipo de dibujo donde puntos miniatura se juntan y separan para crear las formas y las sombras, combinándose con rayas entrecruzadas hasta crear el efecto perfecto.


¿Para ti, qué significa dibujar?

Para mí, dibujar es lo que me hace pararme cada día. Me desvelo noche tras noche rellenando el espacio blanco de la hoja con esos mágicos puntos y rayas, consumiendo bote tras bote de tinta. Es como meditar, entrar en un estado casi catatónico que te hace perder la noción del tiempo y el espacio. Caigo en cuenta de la hora cuando escucho los autobuses escolares pasando a recoger a los niños. Cada dibujo es como un hijo y, cuando se va, llega una desolación tremenda. Los ojos es lo más importante. Me fascinan los ojos, las miradas profundas, los cuerpos fuertes, las manos. Siempre comienzo con los ojos, para que ellos me acompañen y me miren mientras trabajo. Si no logré capturar la mirada, el dibujo se va a la basura. Todo lo realizo con tinta china y usando una de esas plumas técnicas de puntas milimétricas. Cuando hace falta más color, la tinta acrílica es divina. Sí, todo está rellenado rayita tras rayita.


Háblame del trabajo que realizas.

Por el momento mi arte se divide en tres categorías. 1. Las caras escondidas tras una mano, un telón, una máscara, 2. Los que llamo mis “chilenitos”, dibujos representativos del arte patagónico de los Selknam. Cuando viajé a Chile y vi el arte de esos indígenas, quedé encantada con su modernidad y rareza, 3. Los dibujos por encargo. Un chavo me pidió una pieza de Dorian Grey (él envió la fotografía que quería convirtiera a dibujo) y me pidió poner su firma en rojo, a lo largo de todo el Dorian. Ya luego yo completé el espacio con búhos, cortinas, llaves y otros artículos misteriosos. Para otro muchacho, fan del teatro musical, le armé el dibujo llamado Gato. Luego me enviaron una fotografía del grupo musical Creedence y esta persona me pidió adaptara la foto y agregara a su papá como parte del grupo. Por supuesto que los artículos que vendo de éstas imágenes ya pasaron por mi computadora para quitarles las firmas o a los parientes colados.


¿Para quién están pensados los productos que haces?

Cuando empecé esta nueva etapa del dibujo, siempre regalaba todo. Luego comenzaron los encargos y me sentí muy realizada de recibir dinero por ellos. Pero la gente en general no tiene para comprar un original y menos de una persona desconocida, cuyo arte es básicamente dark. A mis 53 años, harta de ser esclava de la ingratitud de Televisa, comencé a dedicarme de lleno a dibujar pues si no lo hago ahora, no lo haré nunca. Y, consciente de que no vendería mis obras como pan caliente, pensé en cómo aplicar los diseños a artículos bonitos, de calidad, y al alcance de todos.

Primero había que encontrarle un nombre (no marca) a mi conjunto de artículos. Como todo es en tinta, busqué qué dominio web que usara la palabra tinta o ink, estaba disponible. Así se creó Dry Ink. Mi primer artículo impreso fueron camisetas, pero gracias a la tecnología en línea, me di cuenta que los diseños se veían muy padres en cojines y libretas. Luego me entró la locura por producir todo lo producible, y mis dibujos empezaron a convertirse en sandalias, carcasas para celular, bolsas para mujer (jamás me imaginé diseñando bolsas… y de mujer), playeras full bleed (el dibujo cubre toda la tela), fundas para lápices y para iPads, rompecabezas, pósters, block de notas y ahora, también bolsitas para botellas de vino (con eso de que viene la navidad…). Sale caro producir los artículos pues no todo se puede hacer en México. De entrada tuve que mandar hacerlos a Canadá, Estados Unidos y, por supuesto, China. Lo que se ha podido duplicar en México, pues se ha hecho, pero por ejemplo, las sandalias y todo lo de neopreno, nomás no hay quien me lo pueda imprimir localmente y con calidad. Muchos de los productos los hago yo en casa. He aprendido a coser, a imprimir mis telas (gastando toneladas de toners), y espero pronto entrarle a la serigrafía y a la impresión solar.


Lo que tú haces, ¿se parece a algo de lo que se vende en México o tiene alguna diferencia, algún sello particular?

Los artículos que estoy vendiendo se parecen a todo lo que hay en el mercado, pero los diseños son lo diferente: modernos, fuertes, llamativos. Y no, no creo que en México se estén vendiendo ese tipo de productos con ese tipo de imágenes. Por supuesto me gustan más mis originales y quisiera que la gente pudiera apreciar los detalles, pero sí me da orgullo ver mi trabajo adornando tanta cosa bonita. Deseo con toda el alma me vaya bien y poder dedicarme solo a esto. Tener la libertad de por fin ser yo, de crear libremente y no estar atada a un escritorio, aburrida, humillada y sin horarios.


¿Qué expectativas tienes con este negocio?

Me encantaría tener mi propio local, o que otras tiendas vendieran mis productos, pero por el momento he tenido que ubicarme en bazares, o colectivos como los llaman ahora. Son casas que han convertido en pequeños centros comerciales, donde artistas y diseñadores pueden exhibir y vender pagando una suma accesible. Por el momento, mi changarro/tienda/esquina/puesto está ubicado en el Bazar Fusión, en la Calle de Londres 37, en la colonia Juárez. No sé a dónde iré a parar después, pero para eso existen mis páginas web. Estas son ceciliafuentes.com y dryink.mx, ahí pueden ver todos mis diseños, los productos, las piezas originales disponibles, dónde encontrarme etcétera… A propósito, solo yo vendo mis artículos. No se vayan con la finta en los tianguis que deambulan por ahí, donde ya me piratearon mis sandalias.

(RFV)

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