Creo que podemos coincidir, aun con aquellos que repelen la labor artística y menosprecian el papel de los artistas en la sociedad, en que los consumos culturales de nuestros conciudadanos y el alcance de las políticas públicas para propiciar el pleno ejercicio del derecho de nuestros conciudadanos a la cultura representan un rezago inmenso. Si confiamos en los números que el INEGI proporciona, sólo en lo que respecta al disfrute o ejercicio del teatro, 91.5 por ciento de los mexicanos jamás ha pisado un recinto teatral o visto una representación.
Ante la criminalización de los agentes culturales que se vivió en el sexenio pasado, cabría que nos contestaran los funcionarios en turno ciertas preguntas dado que en estos días se hacen foros para elaborar el plan sectorial. En teoría, ese gobierno humanista que terminó debió proteger todos los derechos ciudadanos incluido el de acceso a la cultura. El que entra plantea una continuidad aunque la nueva presidenta prometió mayor énfasis en ciencia, educación y cultura. Así las preguntas se multiplican: ¿a quién le toca hacer la cultura en un país? ¿Quién debe financiarla? ¿Quién debe protegerla, producirla, propiciarla y difundirla? ¿Cuánto cuesta la cultura? ¿Por qué no hay un retorno de lo que aporta al Producto Interno Bruto sino en mínimo porcentaje? ¿Qué papel deben tener las Organizaciones de la Sociedad Civil (OSC)? ¿Por qué no crece la infraestructura cultural en el país y se inhibe al mínimo el único programa para que crezca (PAICE)? ¿Sólo es potestad del Estado-gobierno hacer la cultura? ¿Y con quién la va a hacer? ¿Cómo harían esto?
Parecen preguntas ociosas pero ante la criminalización que ha practicado el gobierno y sus voceros, yo y muchos quisiéramos que abrieran la interlocución y las respondieran. Aún no he visto países con suficiencia alimentaria que hayan logrado prescindir de sus campesinos, digamos.
Teatro
Ramas verdes y vigorosas
Si pensamos en las instituciones gubernamentales como árboles, el de la cultura es uno del que si sólo se observa el aparato burocrático veríamos un tronco con elefantiasis y ramas gruesas y estériles. Las OSC culturales y los artistas mismos representamos las ramas delgadas, verdes y vigorosas; los artistas, el follaje.