Cultura

Cuando el retorno parece novedad

Semáforo.

John Boehner, cabeza de la cámara de Representantes en Washington, llora mientras escucha al Papa. La imagen se volvió viral.

Francisco I no dijo nada nuevo. Recordó los valores que conoce todo el Occidente moderno. Precisamente los que hicieron de Estados Unidos el origen de la vida política moderna: la democracia, el igual y sagrado valor de toda vida humana (también habló de la inmigración, la familia, la ecología), pero los legisladores estadunidenses quedaron conmovidos y cimbrados.

¿Por qué el éxito, si no dijo nada nuevo? Por varias razones: porque fue un discurso muy sencillo, muy claro; porque esa sencillez no era repetición sino retorno: los gringos se oyeron decir lo que sus ancestros decían, pero en boca de un extranjero; y también por la teatralidad del asunto: el impulso constituyente de Estados Unidos es parte de la cristiandad, con una variación: parten de una liturgia y una forma pública muy distinta a la romana. Los protestantes fueron también insurgentes políticos, rebeldes contra un clero jerárquico, amigo de las coronas y con frecuencia indiferente a los pobres y los comunes. El ministerio protestante suena a rebeldía y es estentóreo, desde Lutero hasta el dramatismo de Martin Luther King o los posesos que anuncian el acabose en un estadio o en una bocacalle. Francisco habló como suele hacerse en la tradición pastoral romana: timbre tenoril, pronunciación lenta, voz nasal, pausada, cuidadosa. Las liturgias religiosas y políticas también son dramaturgia: la forma es fondo.

Los gringos escucharon cosas que ellos repiten ya sin oír ni creer, pero de pronto sonaban vivas y llenas de sentido: la sacralidad de la vida; que un ciudadano no es alguien que ha de pagar impuestos sino una persona que busca construir dignamente su vida y la de los suyos; que un inmigrante no es un enemigo sino eso que fueron nuestros abuelos y padres; que los viejos, los pobres y los perseguidos no son desperdicio humano, y que la seguridad social no es limosna sino reciprocidad. Son los Founding Fathers —aunque Francisco cite solamente a Lincoln, nieto de los originales.

¿Es la primera vez que un Papa aparece como pensador político contemporáneo de su siglo? Muchos han sido la imagen misma del retroceso, pero no recuerdo que ninguno, hasta hoy, fuera visto como vanguardia en la propuesta de avance político y considerado liberal. Francisco I es un conservador y de eso no hay la menor duda. Lo nuevo es la actuación: la prédica de la humildad, la inclusión, el servicio parecen (quizá lo sean) acto, acción y no impostura. Los gringos vieron el arraigo vital de lo que ellos mismos creen. Y aprendieron humildad ¡de un argentino!

Y triste contraste: el mismo día en que trascendió que Francisco habría querido decir misa en Ayotzinapa, el obispo Onésimo Cepeda —hablando a no pocos políticos mexicanos— desceñía su tautológica obscenidad: “Si ya desaparecieron, ya desaparecieron”. Con este clero mexicano, con nuestros políticos, enemigos de la verdad y del lenguaje, se entiende y se agradece que el Papa no quiera venir.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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