InCorpo Dance Theater, compañía colombiana, surgió como “una revelación de incorporarnos a través de diferentes métodos como la catarsis y la transferencia emocional para traer nuestros propios recuerdos a la escena e interpretarlos”, dice su director, Jhonny Caicedo.
La compañía se enfoca en el teatro físico, la danza contemporánea y el performance. A partir de estas disciplinas han creado su más reciente producción, Crudo. Siempre volveré a vivir, en la que —explica Caicedo— lo onírico y lo surrealista son la esencia del espectáculo.
La obra se presenta este fin de semana en el Teatro Raúl Flores Canelo del Centro Nacional de las Artes, con funciones el viernes 24 de septiembre a las 20:00; sábado 25, a las 19:00, y domingo 26, a las 18:00 horas.
La pieza está inspirada en una película de Séraphine Louis, la cual llevó al también coreógrafo a hablar de la locura: "en este mismo estilo de InCorpo es que decidimos hablar de estos estados de la psiquis y del espíritu y de cómo podíamos llegar a conmover desde este lugar".
Durante la construcción de la obra —escrita en un periodo de tres años— fueron apareciendo otros personajes como Alejandra Pizarnik "con su poesía suicida y sus múltiples estados emocionales"; Virginia Woolf y el personaje Ofelia, de Hamlet.
"Cuando me di cuenta tenía una serie de mujeres que tenían en común la locura y el suicidio. La obra se desarrolla en un manicomio y dentro de éste van a coexistir algunas personas que en su momento van a ser personas dentro de un viaje individual, pero en ocasiones los cinco personajes van a ser una misma persona".
Para la investigación de Crudo, Caicedo salió juntos con algunos colegas a las calles de Ibagué, ciudad de Colombia en donde nació la compañía, para hacer un trabajo de campo y "observar la locura en las personas que habitan la calle, la locura en los manicomios y la locura dentro de nosotros mismos. Así fue como empezamos a enfatizar en estados como la esquizofrenia, el alzheimer, la vejez como olvido y el suicidio".
La obra, explica el coreógrafo, presenta una experiencia intersensorial entre el intérprete y el espectador desde una postura semejante, buscando generar una conciencia colectiva y una reflexión en pro del reconocimiento y respeto por el otro.
“Nuestro acercamiento al espectador es desde un lugar más sensible. Nosotros hablamos de que Crudo es una experiencia intersensorial porque transita diferentes estados del arte. El espectador va a llegar no sólo a ver una obra de danza o de teatro, sino que va a sentirse dentro de un universo", dice Caicedo.
El director de Crudo describe el espectáculo como un concierto musical, una película de drama, de terror, un psicodrama, una obra para analizar, "pero sobre todo es una obra que no te deja en puntos suspensivos. Así que va a ser bien interesante que se puedan sumergir con nosotros a este universo de locura, en este manicomio que se vuelve danza”, espera el director de Crudo.
PCL