En cada pueblo de México alguien ha visto a La llorona, la lamentosa mujer que busca a sus hijos perdidos con esos gritos que asustan a los vivos. Seguro alguien te ha dicho: "Yo la he visto" o "conozco a alguien que la ha visto".
Ésta es, quizás, la historia más reconocible de terror en la cultura mexicana y ha traspasado las fronteras. Sin embargo, aunque esta figura lúgubre surge en la época de la Colonia española, su raíz fue fecundada en las culturas prehispánicas.
Es decir, es una de más deformaciones narrativas de la historia, adaptadas por la evangelización sobre las costumbres de los aztecas, como el Día de Muertos.
La historia de Cihuacóatl: La Diosa Serpiente Mujer
Cihuacóatl, cuyo nombre significa 'Mujer Serpiente' en náhuatl, es una deidad fundamental en la mitología mexica (azteca). Su papel era complejo y multifacético:
Era una diosa de la tierra y la fertilidad, asociada con el lugar de origen de los mexicas. También era la Patrona de las Cihuateteo, es decir, las mujeres deificadas que morían durante el parto, consideradas guerreras caídas.
Su poder servía como guía del parto y la muerte, ya que era invocada por las parteras y estaba relacionada con los procesos del nacimiento y la muerte.
La representación y simbolismo de Cihuacóatl
Apariencia: Se le representaba a menudo con un rostro de calavera, vestida con un tocado de plumas de águila y portando un escudo y un atlatl (lanzadardos), simbolizando su naturaleza guerrera y de poder.
Dualidad: Por un lado, era la madre protectora y nutricia de la tierra, pero por otro, era una figura aterradora, asociada con el sacrificio y el caos.
"Ay, mis hijos", origen del grito de Cihuacóatl y La Llorona
El aspecto crucial que conecta a Cihuacóatl con la Llorona es su papel como precursora de la guerra y la desgracia.
Según la tradición mexica, se creía que Cihuacóatl deambulaba por las noches, especialmente antes de un evento catastrófico, lanzando lamentos o aullidos en las encrucijadas y cerca de los templos.
Uno de los presagios más famosos, reportados por cronistas indígenas y españoles antes de la llegada de Hernán Cortés, fue el de una mujer que lloraba desconsoladamente por sus hijos.
Este grito fue interpretado como un aviso de que el destino del pueblo mexica estaba sellado y sus hijos serían perdidos o destruidos.
Su lamento era:
"¡Ay, mis hijos, adónde los llevaré para que escapen de tan funesto destino!" o "¡Hijos míos, ya es tiempo de despertar, que ya viene nuestro mal!"
La conexión de Cihuacóatl con La Llorona
La leyenda de La Llorona, tal como la conocemos hoy, es una figura colonial y folklórica que llora por haber matado a sus propios hijos y vaga eternamente en busca de ellos. La relación con Cihuacóatl se establece principalmente a través de estos elementos:
- El lamento nocturno: Tanto Cihuacóatl antes de la Conquista, como La Llorona en el folclore popular, son figuras femeninas que vagaban de noche lanzando gritos de angustia y pena.
- El Presagio y el Agua: de Cihuacóatl: Sus lamentos eran un presagio de calamidad o guerra para la civilización mexica, de La Llorona: Aunque su origen es una tragedia personal, su aparición también funciona como un presagio de peligro (especialmente para los niños) y se asocia fuertemente con cuerpos de agua (ríos, lagos), un elemento también presente en la mitología prehispánica.
- La Figura Materna, ya que ambas son figuras maternales trágicas: Cihuacóatl llora por el destino colectivo de su "pueblo-hijo" que está a punto de ser conquistado y destruido; La Llorona por la pérdida de sus hijos que ella misma (en la mayoría de las versiones) causó.
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