La dramaturga, directora, productora y actriz Gabriela Ochoa sigue sorprendida del éxito de su obra Algodón de azúcar, premiada en España y con cuarta temporada con boletos agotados en todas las funciones hoy en el Teatro Juan Ruiz de Alarcón del Centro Cultural Universitario (CCU) de la UNAM.
“Algodón de azúcar es una montaña rusa de emociones. Y hoy en día que estamos tan alienados con tantas cosas, queremos ir al teatro y sentir una experiencia intensa, una experiencia que nos mueva”, comenta en entrevista la autora y directora de este drama con payasos sobre el abuso sexual a niños.

Después de haber recibido en Madrid el premio Talía 2024 a Mejor espectáculo latinoamericano de las artes escénicas otorgado por la Academia de Artes Escénicas de España (AAEE) en abril pasado, la obra escrita por Ochoa coincidió con otra puesta en escena que ella dirige en el CCU, El alma buena de Sezuán, pieza de Bertolt Brecht, que tendrá su fin de temporada este próximo domingo 28 de febrero.
“Para nosotros fue una gran sorpresa estar nominados a los premios Talía, que nos dieran el premio y nos invitaran a la ceremonia en Madrid. Creo que también fue una confirmación de nuestro trabajo y a la respuesta que hemos tenido del público, ahorita también en el Teatro Juan Ruiz de Alarcón, en nuestra cuarta temporada después de que las que tuvimos en el foro Sor Juana Inés de la Cruz, en el Centro Nacional de las Artes y en el teatro El Galeón Abrahm Oceransky desde el 2023”, dice Ochoa.
Algodón de azúcar, producida por Teatro UNAM y la compañía Conejillos de Indias, dirigida por Ochoa, que expone una historia sobre el abuso sexual en la infancia y sus secuelas en la vida adulta, tiene en su elenco a Alejandro Morales, Romina Coccio, Carolina Garibay, Miguel Romero, Francisco Mena y el músico Paco Castañeda.
Su protagonista, Magenta, es un hombre maduro que después de distanciarse de su familia vuelve a una cena a casa de sus padres, pero en el camino se encuentra con un parque de diversiones y tres payasos que lo llevan, a través de los juegos en la feria, a recordar pasajes oscuros y olvidados de su infancia.
La dramaturga y directora justifica el éxito de su pieza en todos los escenarios donde se ha montado.
“El teatro es un arte colectivo; y la conjunción de elenco, equipo creativo, la maduración de procesos para expresar un lenguaje original, cristalizó mucho en esta puesta en escena. La obra, como experiencia audiovisual es muy atractiva; tiene recursos muy teatrales, únicos, para contar la historia. Su temática, sobre abuso infantil, es muy relevante y nos compete a todos en nuestra sociedad, sigue siendo un tabú.
“Todas esas cosas crean una constelación que hace que Algodón de azúcar haya tenido éxito porque, efectivamente, no es un teatro complaciente, no es una obra fácil; al mismo tiempo, es una obra provocadora y eso hace que el público vaya a verla al teatro y que, además, repita, funciones”, sostiene.
“Creo que es una montaña rusa de emociones y que hoy en día que estamos tan alienados con tantas cosas queremos ir al teatro y sentir una experiencia intensa, una experiencia que nos mueva”.
Desde su estreno, la pieza se ha tenido que adaptar. Y pasó del formato íntimo del foro Sor Juana Inés de la Cruz, también en el CCU, a un espacio mucho mayor como es el contiguo Teatro Juan Ruiz de Alarcón, además de que se ha montado en festivales en otras ciudades con aforos de unas mil personas.
“Se estrenó en el Sor Juana en un formato íntimo, en el que la obra era como una experiencia muy inmersiva, porque creí entonces que así tenía que ser. Pero las obras están vivas y tienen su propia agenda. Y después fue también una experiencia muy rica tener un teatro lleno de 440 butacas porque se siente la energía del público. La experiencia es distinta, pero Algodón de azúcar sigue tocando el alma de los espectadores. Eso también hace que la obra siga creciendo y genere otra dinámica teatral”.
Además de esta cuarta temporada de Algodón de azúcar que arrancó el 19 de enero y termina el 22 de febrero con funciones de jueves a domingo, por un azar de agendas Ochoa también dirige en el espacio del CCU, dentro de la serie Carro de Comedias, El alma buena de Sesuán, que el próximo domingo 16 de febrero, a las 11:00, tendrá su ceremonia de develación de placa de fin de temporada, donde la compañía Conejillos de Indias de Ochoa estará acompañada por Clarissa Malheiros y Andrés Carreño.
En la obra de Brecht, reseña Maribel Carrasco para la producción, tres dioses descienden a la tierra en busca de almas buenas para confirmar que sus mandatos y preceptos divinos aún son válidos. Su búsqueda ha resultado un fracaso hasta que llegan a la empobrecida ciudad de Sezuán y por fin encuentran a Shen-Te, una joven muchacha, la única persona en Sezuán que les brinda un pequeño refugio para que descansen y pasen la noche.
Ante tal acto de bondad, los dioses, satisfechos y felices de haber encontrado en Shen-Te, el alma buena que buscaban, le entregan dinero para un pequeño negocio y la misión de seguir siendo buena a pesar de todo. Sin embargo, esta misión complicará la vida de la joven, pues la llevará a confrontarse consigo misma y con su propia condición; ya que algunas veces hacer el bien no resulta una tarea fácil, sobre todo cuando la vida se presenta tan precaria y contrastante.
La pieza, que se ha presentado cada domingo al aire libre en la explanada de la fuente del CCU, frente al foro Sor Juana Inés de la Cruz y el Teatro Juan Ruiz de Alarcón, cuenta con la participación de seis jóvenes, tres hombres y tres mujeres, recién egresados de las escuelas de teatro de la UNAM, que salieron de una audición a más de un centenar de aspirantes que se presentaron, según Gabriela Ochoa.
“El Carro de Comedias tiene una tradición de muchísimos años. Es un teatro familiar, la gente que va lleva a sus niños, se sientan en las escalinatas. Es un espectáculo de fin de semana”, subraya la directora sobre diferencias entre los montajes de la pieza de Brecht y su propia obra Algodón de azúcar.
“Algodón de azúcar no está recomendada para niños, sino para adolescentes, a partir de 15 años”, dice.
Algodón de Azúcar es un viaje dentro de un universo onírico que raya en lo macabro. La obra explora la relación que, como adultos, tenemos con nuestra infancia: una etapa compleja que marcó nuestra actitud ante la vida; un lugar lleno de claroscuros en el que éramos vulnerables, pero temerarios y auténticos, con momentos dolorosos, pero también lleno de libertad y plenitud, señala la producción.
La exitosa pieza de Ochoa, merecedora de varios premios nacionales a artes escénicas, entre ellos tres premios Metro en 2023, se irá de gira a Guanajuato y después, en junio, al teatro El Milagro, en junio.
El diseño de escenografía es de Félix Arroyo; el de iluminación, de Ángel Ancona; el de video, de Azael Sáenz; el escenofónico, de Genaro Ochoa, hermano de la directora; el de vestuario, de Giselle Sandiel; el de máscaras, de Felipe Lara; el de maquillaje, de Maricela Estrada; y el de imagen gráfica, de Paco Argumosa. La asesoría coreográfica es de Iván Ontiveros y coordinación, de Raúl Morquecho.
PCL