Ciudad de México /
Inaugurada en Le Laboratoire, la muestra Escenarios de tensión, de Alejandra Laviada, refleja su búsqueda constante de un lenguaje visual que se resiste a la categorización, suspendido entre la fotografía, la pintura y la escultura. Los materiales cotidianos se reconfiguran en composiciones cargadas de significado, cuya presencia transmite tanto fragilidad como fuerza, como si cada obra contuviera la respiración justo antes de desmoronarse.
Con este nuevo cuerpo de trabajo, Laviada no solo profundiza en su investigación sobre el mundo material, sino que también apunta hacia los espacios psicológicos que habitamos frente a la incertidumbre, la inestabilidad y el cambio.


Las piezas parecen existir en un estado frágil: ni completamente estables ni del todo colapsadas. ¿Qué te atrae de capturar ese “entre” y qué significa la noción de “tensión”?
Me gusta la idea de que algo pueda ser dos cosas opuestas a la vez, que se contradicen y se complementan, pero no acaban de definirse. Un significado de tensión es ‘el estado de un cuerpo sometido a la acción de fuerzas opuestas que lo atraen’. Es como una lucha que eventualmente cede y se acomoda… similar a lo que puede ser el proceso creativo también.
¿Qué representa tu obra Universos paralelos y de qué manera consideras que conecta con el resto de la exposición?
Es una pieza que aborda la idea del tiempo desde diferentes perspectivas. Está inspirada en una teoría de mecánica cuántica que propone que pueden existir múltiples universos o realidades, y que dentro de cada uno de estos ‘multiversos’ podríamos estar viviendo distintas versiones de nuestras vidas y de nosotros mismos. Es un tema que se ha explorado también en el cine, literatura y ciencia ficción y que me parece fascinante. Pensando en nuestra experiencia humana con el tiempo, esta pieza representa para mí una especie de portal o máquina del tiempo, que nos hace reflexionar cómo cada una de nuestras decisiones nos lleva por un camino distinto, en el que abrimos y cerramos puertas, y vamos trazando nuestro destino, sin saber a dónde nos hubieran llevado las otras puertas. Por último, pienso en la huella del tiempo en los espacios que habitamos y en los objetos descartados. Cómo el tiempo va ligado también a la memoria y a los espacios. Vemos las huellas del tiempo sobre estas puertas, que vienen de una casa donde se vivieron diferentes vidas e historias, que inevitablemente quedan en el olvido o en el abandono hasta que son reemplazadas por una nueva historia o una nueva construcción. Nada resiste el paso del tiempo.
En tus composiciones, los materiales cotidianos adquieren un nuevo peso, transformándose en sujetos y símbolos a la vez. ¿Cómo eliges los objetos con los que trabajas y qué papel juega su familiaridad en la forma en que el espectador se relaciona con ellos?
La mayoría son objetos que voy encontrándome en el camino, y al verlos se me ocurre alguna escultura o pieza que puedo hacer con ellos. En el proceso se van transformando, y muchas veces adquieren no solo una nueva función sino también un nuevo significado. Cuando son objetos descartados, traen ya una cierta personalidad que adquieren con el uso y el paso del tiempo, y me gusta evidenciar estos rastros.

¿Cómo encuentras el equilibrio entre la improvisación y el control en tu proceso creativo?
¡Esa es la clave y el reto del proceso creativo! Empiezo con una idea, pero abro la posibilidad de que el proceso me vaya llevando por un camino distinto. He ido aprendiendo a soltar el control y dejar que el proceso me rete y me sorprenda, para llevarme a un camino nuevo o a seguir experimentando. Eso es lo que lo mantiene interesante también… el no tener todas las respuestas e irlas descubriendo en el camino.
¿Cómo fue trabajar con Guillermo Santamarina en la curaduría?
Fue increíble. A Guillermo lo había conocido hace muchísimos años pero nunca habíamos tenido la oportunidad de trabajar juntos y estoy muy agradecida con este encuentro. Es alguien que admiro y respeto, y confío mucho en su ojo.
Tu práctica ha transitado de la pintura y fotografía hacia la escultura e instalación. ¿Qué te llevó a expandir tu lenguaje hacia lo tridimensional?
Fue una transición natural. Por muchos años estuve explorando el diálogo entre la fotografía y la escultura, desde un punto de vista fotográfico. Eventualmente sentí que el medio me estaba limitando, y empecé a hacer esculturas. Ahora no pienso tanto en el medio, si no en la idea que quiero transmitir, y cuál es la mejor forma de comunicarla.

hc